EL EVANGELIO EN MARCHA
Por: Boris López, Tabernáculo Bíblico Bautista, Manassas, Virginia (borislopez986@yahoo.com)*
En la vida cristiana se presentan diferentes retos, retos ministeriales, de servicio, de testimonio y sobre todo el de la transformación que debemos de estar experimentando a diario. Si por algo somos conocidos los cristianos es por la nueva vida que experimentamos en Cristo, o al menos la nueva vida que deberíamos experimentar, es decir, aquella vida pasada que ya no vuelve a nosotros, leamos: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Cor. 5:17).
Es nuestro mayor compromiso dar muestras de ese cambio por el que somos conocidos. Pero no en todos ocurre el cambio de la misma manera, por eso es importante conocer cómo la palabra de Dios nos plantea esta transformación para que sepamos de nuestro propio avance y no llegar en algún momento a sufrir una frustración en cuanto a nuestra vida espiritual.
Debemos de partir de la enseñanza que existen diferentes clases de transformación de nuestra vida desde el punto de vista bíblico, para conocer de nuestro avance y de esa forma afirmarnos cada vez más en la vida del cristiano.
LA TRANSFORMACION INICIAL. Un giro de ciento ochenta grados, con relación al pecado, el hombre natural, el hombre interior, el que ama el pecado y se goza en él, desaparece cuando nacemos de nuevo, a partir de nuestra confesión de fe en Jesucristo, nuestro ser es transformado y recibimos inmediatamente una nueva mente, la mente de Cristo, la que nos hace rechazar el pecado, ya no vemos el pecado como una ocasión para sentir placer sino que vemos el pecado como una ocasión para ser desobedientes a Dios. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. ( 1 Cor 2:14-16).
LA TRANSFORMACION PROGRESIVA. Cuando ya tenemos la mente de Cristo, vamos ejercitando nuestra transformación, nuestra relación con el Espíritu Santo, nos permite el arrepentimiento cada vez que pecamos, en una continua actividad de pecado-arrepentimiento hasta que logramos vencer la tentación para no sufrir una pérdida en nuestra vida espiritual. Cuando Dios nos salvó no pensó en lo pecadores que seguiríamos siendo, sino mas bien, pensó en el artículo terminado, en lo que seríamos ya como cristianos maduros. Cristianos espirituales, a la estatura del varón perfecto que es Cristo. “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador…” (Tito 3:3-5). De modo que a día a día, nuestra regeneración se va formando por nuestro propio entendimiento, al conocer que el pecado nos lleva a una condición de miseria espiritual, decidimos ya no volver a el, y así nos vamos transformando por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobemos cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:2).
LA TRANSFORMACION FINAL. Esta es la glorificación en Gloria de los hijos de Dios: “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. (1 Cor. 15: 50-53). Necesario es entonces que nuestro ser se vista de incorruptibilidad para poder entrar al Reino de Dios.
*El pastor Boris López, es graduado del seminario de la Misión Bautista Internacional de El Salvador.
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