El Papa dice que renunció en plena libertad por el bien de la iglesia

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EL VATICANO

   Grandes multitudes en el Vaticano aclamaron al papa Benedicto XVI este miércoles 13 de febrero, en su primera aparición pública desde que anunció su renuncia para finales de febrero.

El pontífice agradeció a los fieles católicos en varios idiomas y dijo que no era apropiado que él continuara como Papa.

“He decidido renunciar al ministerio que me ha dado el Señor. He hecho esto con plena libertad, en beneficio de la Iglesia”, dijo a los reunidos en una sala de audiencias del Vaticano durante su aparición semanal.

Benedicto XVI dijo que estaba plenamente consciente de la gravedad de su decisión, pero que no podía continuar como Papa “si no se tiene la fuerza que se requiere”. Parecía cansado, pero no visiblemente mal cuando se sentó y leyó su discurso de varias hojas.

Este lunes 11 de febrero, la noticia de que Benedicto XVI se retirará “debido a la edad avanzada” conmocionó a los 1,200 millones de católicos en el mundo. Él es el primer papa que renuncia en casi 600 años.

A pesar de su decisión, Benedicto XVI continuará su trabajo como estaba previsto hasta el 28 de febrero, dijo este martes Federico Lombardi, portavoz del Vaticano. El 27 de este mes se llevará a cabo una audiencia final en la plaza de San Pedro, en Ciudad del Vaticano.

El pontífice primero se dirigirá a la residencia de verano del papa en Castel Gandolfo antes de que probablemente se retire a un monasterio y se dedique a una vida de reflexión y oración, dijo Lombardi.

 

El Papa está bien

Él no estará involucrado en el manejo de la Iglesia después de su renuncia. “El Papa está bien y su alma está serena. Él no renunció al pontificado porque esté enfermo, sino por la fragilidad que acompaña a la vejez”, dijo Lombardi.

La decisión del Papa no está vinculada con una reciente intervención médica para reemplazar la batería de su marcapasos, un procedimiento de rutina, agregó.

La medida inesperada de Benedicto inevitablemente ha provocado especulaciones sobre quién podría asumir el papado en su lugar.

 

Entre el 15 y 20 de marzo se elegirá al sucesor

El cónclave para elegir al nuevo Papa comenzará entre el 15 y 20 de marzo próximo, señaló este miércoles el portavoz vaticano, Federico Lombardi. Aunque Benedicto XVI no participará directamente en la selección de su sucesor, su influencia, sin duda, se hará sentir. Él nombró a 67 de los 117 cardenales que se establecen para tomar la decisión.

El número de electores podría bajar a 115, ya que dos cardenales cumplirán 80 años en marzo, cuando su edad los hace elegibles para votar. Más de las dos terceras partes del número final de los cardenales deben ponerse de acuerdo sobre el próximo Papa.

El anuncio de que una decisión fue tomada provendrá del humo blanco que salga de una chimenea en el Vaticano.

 

De África o América Latina

Mucha especulación se ha centrado en si el sucesor de Benedicto XVI podría venir de África o América Latina, en lugar de Europa, donde las congregaciones católicas romanas se están reduciendo.

El hermano mayor del papa, el reverendo Georg Ratzinger, dijo en Regensburg, Alemania, que esperaba ver a un sucesor que no sea de Europa, pero no todavía. “Estoy seguro de que un Papa vendrá de los nuevos continentes, pero si va a ser ahora, tengo mis dudas”, dijo. “En Europa, tenemos muchas personas muy capaces, y los africanos aún no son tan conocidos y tal vez no tienen la experiencia.”

Entre los principales candidatos considerados están el cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán; el cardenal canadiense Marc Ouellet, quien encabeza la oficina del Vaticano de los obispos; el cardenal argentino Leonardo Sandri, y el cardenal Peter Turkson, de Ghana.

Si bien hay precedentes, la renuncia de Benedicto XVI es, sin duda, histórica. El último papa que dejó el cargo antes de su muerte fue Gregorio XII, quien en 1415 renunció para poner fin a una guerra civil dentro de la iglesia en la que más de un hombre decía ser Papa.

 

El Papa permanecerá “escondido para el mundo”

 

La duda sobre si lo digno hubiera sido morir en la cruz del calvario vaticano y el desconcierto creciente por la forma elegida por Joseph Ratzinger para irse bajando poco a poco. Desde el lunes, cada día, los periodistas del diario oficial reciben la cura de humildad de tener que esperar, en igualdad de condiciones con el resto de enviados especiales, a que el Papa hable y vaya soltando pistas, bien sobre su futuro, bien sobre la situación de la Iglesia. Las fuentes se han secado en el Vaticano. Benedicto XVI es el único dueño de su secreto. Hoy, delante de los curas de Roma, anunció: “Estaré siempre cerca de vosotros, pero permaneceré escondido para el mundo”.

Escondido, pero bien acompañado. También se supo este jueves—la información cae por un gotero, lenta pero continua— que Joseph Ratzginger no estará solo en el monasterio de monjas del Vaticano en el que, después de una breve estancia en Castel Gandolfo para no interferir el cónclave, ha decidido recluirse. Lo acompañará su secretario personal, monseñor Georg Gänswein, y las cuatro laicas consagradas que lo vienen atendiendo en las dependencias papales y que forman la llamada Familia Pontificia. Al tratarse del padre Georg —un nombre al que siempre se añade el apelativo de guapo, como si fuera su segundo apellido—, la cuestión ha sido tratada como nota de color, pero el asunto resulta chocante por dos aspectos. El primero es que, a principios del pasado mes de diciembre, el Papa nombró a su secretario prefecto de la Casa Pontificia y, el día 6 de enero, lo ordenó arzobispo. Se trataba, se dijo entonces, de un blindaje en toda regla tras el desgaste del caso Vatileaks —la filtración masiva de documentos secretos—y de asegurarle un futuro dentro de la jerarquía vaticana. La segunda incógnita, que tal vez solo conteste el tiempo, es para qué necesita Ratzinger tanto personal a su servicio si su intención es dedicarse a la oración, mudo y oculto a los ojos del mundo.

Son preguntas en busca de respuestas, pero por ahora todas las tiene el todavía Papa. No obstante, en un intento desbocado por alcanzar a entender la renuncia de Ratzinger —más incomprensible aún por cuanto sus últimas apariciones demuestra más lucidez, memoria y don de la oratoria que muchos de sus congéneres—, se intentan reconstruir periodísticamente los últimos meses del papado para encontrar el detonante de la decisión. El periódico italiano La Stampa publicó este jueves que “el Papa decidió renunciar después de una caída” durante su viaje a México. “El 25 de marzo por la mañana”, según el relato de un prelado recogido por el periódico, “durante la última jornada que pasó en la ciudad de León, mientras nos encontrábamos en la casa de las religiosas capuchinas, Benedicto XVI se levantó con el pelo manchado de sangre. Dijo que no se había caído del todo, sino que se había golpeado con el lavabo (..) La herida no era profunda ni preocupante. No tuvo problemas para ponerse la mitra durante la misa”. El portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, declaró que no podía desmentir la noticia, pero sí negó que aquella caída fuera el desencadenante del adiós.

Mientras, Benedicto XVI sigue dejando su legado de forma oral, ante los fieles, durante la celebración del Miércoles de Ceniza, o ante los curas de Roma. Después de decirles que se esconderá del mundo, se dirigió a ellos durante casi una hora, en italiano, con un discurso perfectamente hilado que fue desde el error que la Iglesia cometió con Galileo hasta los problemas del presente, pasando por el Holocausto y sus recuerdos muy nítidos del Concilio Vaticano II (1962-1965). El papa alemán fue dictando su testamento, televisado en directo. Dijo que hay que seguir luchando por “una verdadera renovación de la Iglesia” y advirtió: “La Iglesia no es una estructura. Son todos los cristianos, no un grupo que se declara Iglesia”. El día anterior había dicho: “La división desfigura a la Iglesia. Debemos superar nuestras rivalidades”. Durante la homilía fue soltando cargas de profundidad: “Muchos están listos a rasgarse las vestiduras frente a escándalos e injusticias, naturalmente cometidos por otros, pero pocos parecen dispuestos a actuar en su propio corazón”. El que quiera escuchar que escuche…(Con datos de: Laura Smith-Spark CNN y Pablo Ordaz, El País)