EE UU vigila con aviones espía los movimientos de los narcos mexicanos
El Gobierno de Calderón solicitó un pacto secreto sobre los vuelos no tripulados
Estados Unidos ha estado enviando aviones no tripulados a México desde el pasado febrero dentro de la cooperación en la lucha contra el narcotráfico en el país vecino, según informó ayer el diario The New York Times. El acuerdo se había mantenido hasta ahora en secreto debido a restricciones legales y a la sensibilidad política mexicana sobre el tema por cuestiones de soberanía territorial.
El diario neoyorquino cita a fuentes tanto mexicanas como estadounidenses a la hora de confirmar que fue México quien pidió a Washington el uso de los aviones espía, que hasta ahora solo supervisaban la frontera, dentro del espacio aéreo mexicano para recabar datos que ayuden a desmantelar las redes de narcotraficantes.
La Constitución mexicana prohíbe cualquier injerencia militar o de fuerzas extranjeras. Pero la degradación de la situación y el incremento de la violencia en México han provocado la toma de medidas excepcionales. “No hace tanto tiempo, en la DEA [Agencia Antidrogas, en sus siglas en inglés] ni hubiéramos soñado con llevar a cabo las actividades que desarrollamos ahora”, asegura al diario Mike Vigil, exjefe de operaciones de la DEA.
Los vuelos son realizados por los drones, aviones no tripulados Global Hawk -los mismos que se utilizan para el espionaje en la guerra de Afganistán-, unos aparatos que vuelan a más de 10.000 metros de altitud y que son invisibles desde tierra. El objetivo de los drones es seguir al minuto los movimientos de los sospechosos implicados en el narcotráfico con el fin de localizar y desmantelar sus redes. Desde finales del año 2006, más de 34.000 personas han muerto en México por la violencia que genera el tráfico de drogas.
Según The New York Times, que cita a fuentes del Pentágono sin aportar nombres por razones de seguridad, los vuelos autorizados por el Departamento de Seguridad Nacional de EE UU son fruto de varios acuerdos bilaterales alcanzados entre los mandatarios de ambos países, que fueron ratificados en la última visita que el presidente Felipe Calderón hizo a Barack Obama en la Casa Blanca el pasado 3 de marzo.
Tras la escalada de la violencia en los últimos cuatro años, EE UU ha tomado un papel más activo en la lucha contra los carteles de droga. Además de los vuelos, EE UU lleva años entrenando a miles de policías y tropas del Ejército mexicano y aportando equipo y tecnología en la batalla contra los narcos.
Los drones han permitido la localización de varios sospechosos relacionados con el asesinato el mes pasado en territorio mexicano del agente estadounidense de los servicios de inmigración Jaime Zapata. Las autoridades mexicanas criticaron a la Administración de Obama, ya que fue necesario que muriera uno de sus ciudadanos para que Washington prestara atención a la violencia que desangra México.
La cooperación entre EE UU y México en materia de lucha contra la droga es muy opaca. A pesar de que ambos países reconocen que su trabajo juntos ha sido crucial para capturar a al menos 20 grandes capos y que el espionaje de EE UU ha jugado un gran papel, los acuerdos se mantienen en el más absoluto secreto. “La única manera en la que vamos a poder seguir haciendo lo que estamos haciendo en territorio mexicano es si permitimos que de alguna manera México lo pueda negar cuando quiera”, explica descarnadamente el exjefe de operaciones de la DEA.
Fuentes citadas por el diario The New York Times aseguran que México, entre otras cosas, hace la vista gorda respecto a las escuchas telefónicas que coloca EE UU en las líneas de los narcotraficantes. Lo mismo sucede cuando se ignora conscientemente que agentes estadounidenses vayan armados por las calles de México, en una clara violación de la Constitución. Se desconoce el número total de vuelos que se han realizado bajo el hasta ahora acuerdo secreto entre México y EE UU.