¿Rendirse o no rendirse?

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MEXICO

¿Rendirse o no rendirse?

 

  Los sicarios irrumpieron en el Casino Royale de Monterrey y lo incineraron con la impunidad y el terror de un filme ‘gore’ de Quentin Tarantino y Sam Peckinpah, el maestro de la violencia cinematográfica.

  El pasado jueves cinco asesinos del cártel de los Zetas segaron 52 vidas en una operación criminal. Pero este Casino Royale de carne y huesos abrasados no era un set, sino otro episodio más del infierno en el que se ha convertido México.

  Después de la matanza perpetrada en la capital del Estado de Nueva León, un encogido Felipe Calderón compareció ante la nación para reiterar que no claudicaría en su lucha sin cuartel contra las bandas de narcotráfico que operan en el país.

  Sin embargo, desde que llegara al poder en 2006, y con 50.000 muertos por violencia sobre sus fatigados hombros, el presidente mexicano parece cada vez más acorralado en el laberinto de una política que no acaba de dar resultados. Entretanto, la sociedad mexicana se siente la víctima atrapada entre dos fuegos donde ya nadie sabe quién es el enemigo.

  Los presuntos responsables de la masacre en el Casino Royale son hombres cuyas edades oscilan entre los 37 y los 18 años. Se trata de los “soldados” de a pie que la cúpula de los Zetas, una escisión del Cártel del Golfo, emplea para sembrar el terror, llevar a cabo secuestros y cobrar extorsiones a los empresarios.

  Por un puñado de dólares los señores de la droga compran a jóvenes sin recursos, intimidan al poder judicial y corrompen los estamentos gubernamentales. Si alguien sabe bien cómo descolocar las entrañas de las debilitadas instituciones, son los dirigentes de los Zetas, antiguos miembros de las fuerzas armadas que han creado sus propias mafias.

 

La violencia desborda el país

  A la desesperada, Calderón asegura que no hay otro camino que el de la militarización. En estos momentos, Monterrey es un campo de batalla entre las fuerzas del orden y los sanguinarios Zetas, entrenados en su día como cuerpo de élite por quienes hoy piden sus cabezas a cualquier precio. Son pocos los que confían en que el gobierno gane una cruzada para la que no tiene suficientes municiones ni recursos.

  La carnicería de Casino Royale ha vuelto a encender el debate entre los detractores de la política calderonista, quienes defienden la legalización de las drogas, y los que insisten en que no se puede ni se debe pactar con el narco.

  Nadie es ajeno al desangramiento de México: desde el poeta Javier Sicilia, quien, desde que perdió a su hijo en una matanza, recorre el país centrado en aglutinar un movimiento popular, hasta el escritor colombiano Fernando Vallejo, recientemente galardonado por la Feria del Libro de Guadalajara.

  El escéptico autor de ‘La virgen de los sicarios’, residente en el país azteca, ha afirmado “México recorre un camino que recorrió Colombia hace veinte años“. Desde España el filósofo Fernando Savater, conocedor de la lucha antiterrorista contra ETA, asevera “creo que es muy importante que la sociedad no tenga la tentación de rendirse ante la violencia y el crimen organizado”.

  México es como el paciente agonizante sobre el cual nadie coincide en el tratamiento: ¿Debe resignarse a su negra suerte y negociar con el mal que lo carcome? ¿O debe luchar a pesar de un diagnóstico poco esperanzador? El problema es que el enfermo tiene nombres y apellidos. En el Casino Royale no hubo tiempo para disquisiciones. Sólo el fogonazo de la muerte. (Por: Gina Montaner, El Mundo)