EL EVANGELIO EN MARCHA
MENSAJE DE CONSAGRACIÓN
“Simón, llamado Pedro”
(MATEO 10:2; 2 PEDRO 1:1-10)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana de Columbia, Falls Church, Virginia
INTRODUCCIÓN: Los nombres que los judíos le ponían a sus hijos tenían que ver con la naturaleza misma de su persona, muy distinto al caso nuestro. Por ejemplo el nombre Nabal, el esposo de Abigail, significa: imbécil, estúpido, tonto, necio e insensato. El mismo texto bíblico va a decir que “la insensatez está con él” (1 Sam. 25:25). Pero lo interesante de los nombres es que aun cuando tengan un significado que corresponda a nuestra naturaleza, al venir al Señor cambiamos, si bien no el nombre, si cambia la naturaleza. La buena noticia es que un día tendremos un nombre nuevo. El mensaje para hoy lo titulamos así como aparece en el texto bíblico: “Simón, llamado Pedro” (Mt. 10:2). ¿Por qué este título? Porque cuando
aquel niño nació, sus padres le pusieron “Simón”, cuyo significado es: “junco”, algo inestable y cambiante. ¿Y no reflejó Simón en tantas oportunidades una vida llena de inestabilidad mientras caminaba con el Señor? Sin embargo, su nombre fue cambiado a Pedro que significa “roca”. Observe como “Simón, llamado Pedro” fue cambiando. En una ocasión cuando Cristo preguntó acerca de lo que opinaban los hombres de él, y después que algunos dieron sus definiciones, Simón dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Pero en el mismo texto, después de decirle a Jesús que no enfrentara la muerte, fue llamado Satanás por la forma cómo estaba viendo lo que le vendría a Jesús. En otra ocasión dijo que jamás negaría al Señor aunque los demás lo hicieran, pero luego lo vemos negando con juramento que no conocía al Señor. ¿Somos parecidos a Simón, llamado Pedro? ¡Ciertamente lo somos! Pero ese cambio de inestable a roca fue lo que lo hizo el gran apóstol Pedro, quien escribió el presente pasaje. ¿Cómo ir de Simón a Pedro? ¿Cómo saber que puedo pasar de ser un junco inestable y cambiante a una roca firme?
I.PARA IR DE LA INESTABILIDAD A LA ROCA ES NECESARIO EL CONOCIMIENTO DE LA FE v. 2
1. Un conocimiento superior vv. 3, 5, 6, 8. Pedro fue un pescador y tanto su vocabulario como su conocimiento eran propios de alguien con ese oficio. A lo mejor fue la falta de tal conocimiento que le llevó a cometer muchos errores. Sin embargo, el hombre que escribe esta carta dista mucho del curtido pescador. Note la profundidad de sus palabras y la manera cómo nos habla de la importancia de una fe que está alimentada por el conocimiento. No es extraño que esta palabra aparezca dieciséis veces en esta carta. La palabra no es gnosis (conocimiento), sino epignosis (sabiduría). Eso es un conocimiento superior. Esto indica que no es suficiente conocer acerca de Dios, sino poder conocer realmente a Dios. Somos propensos a caer cuando solamente poseemos gnosis y no epignosis. Esto último nos lleva tener un íntimo y personal conocimiento de Dios. Usted puede ir a la iglesia y escuchar mucho acerca del Señor, pero no haberle conocido. Pablo quiso conocer mucho más al Señor, cuando dijo: “Yo mismo no pretendo haberlo alcanzado todo”. Daniel 11:32 nos dice que “el pueblo que conoce a Dios se esforzará y actuará”. El conocimiento superior de Dios nos llevará a una relación superior.
2. Los resultados de ese conocimiento v. 2. En las matemáticas de la vida cristiana, la resta y la división son señales de decrecimiento y de conflicto. Pero la suma y la multiplicación son señales de bienestar y de prosperidad. Hay dos asuntos que no solo se suman sino que se multiplican cuando llegamos a tener un profundo conocimiento del Padre y del Hijo: gracia y paz. La abundancia de la gracia es abundancia del perdón. En la medida que se conozca más a Cristo, mayor será el derramamiento de su gracia en nuestras vidas. Y la multiplicación de la paz es, por medio del conocimiento de Jesús, la cúspide de la vida abundante del cual habló nuestro Señor (Jn. 10:10). A usted le puede faltar cualquier cosa, pero si posee “gracia y paz”, usted lo tiene todo. Esas dos cosas jamás se comprarán con dinero. Jamás las logrará por ser buena gente. Jamás las logrará por ser un religioso. Solamente las tendrá por medio del conocimiento del Señor Jesucristo. Esto es lo más distintivo en la vida cristiana. “Gracia y paz” es lo más deseado.
3. Un conocimiento para la vida y la piedad v.3, 4. Usted tiene que saber que hemos sido equipados con todo mediante su poder y mediante su conocimiento. Si no estamos viviendo una vida cristiana victoriosa, la culpa no es del Señor. El problema es que en la mayoría de los casos ni sabemos ni conocemos lo que ya tenemos. Bien pudiéramos pasar toda una vida ignorando lo que tenemos. ¿Sabe usted quién quiere que ignoremos lo que tenemos? Satanás. La ignorancia de los enormes recursos que tenemos para la vida y la piedad es parecida a lo que le sucede al elefante cuando se siente atado a una simple estaca porque así se le enseñó desde que fue un bebé. Su poder es capaz de arrancar la estaca, y hasta la carpa, pero ignora ese poder por sentirse atado. Dios nos da las promesas pero si no las conocemos viviremos como el elefante. Pedro dice que por medio de esas promesas llegamos a ser participantes de la naturaleza divina. Y la naturaleza determina lo que somos (2 Pe. 2:22). Considere la naturaleza de águila, de un pez, de un zorrillo, de una rosa… Y cuál es la naturaleza de un cristiano: vivir la vida cristiana. Es este conocimiento el que nos hará sólidos como la roca. Es este el equipo para vivir piadosamente.
II.PARA IR DE LA INESTABILIDAD A LA ROCA ES NECESARIO EL CRECIMIENTO DE LA FE v. 5
1.No basta solo la fe v. 1. La fe en sí misma no produce crecimiento. Hay mucha gente que tiene fe, pero jamás crecen. Se sabe de tantas personas que aún se jactan de tener fe a un objeto inanimado pero viven en la más grande miseria moral y espiritual. Aquí pudieran cumplirse las palabras de Santiago cuando dijo que la “fe sin obras es muerta”. Si alguien supo lo que era la fe fue Pedro. En una oportunidad este hombre pudo convertirse en el más grande modelo de la fe cuando le pidió al Señor poder caminar sobre las aguas. Mientras caminaba viendo al Señor, su fe permaneció firme, inquebrantable; bien se podía decir que hasta allí él era una “roca”, pero al ver los fuertes vientos llegó a ser Simón el inestable.
2. Hay que poner toda diligencia para lograrlo v. 5. Lo que hace una fe realmente robusta es el hecho de agregarle todos estos ingredientes de los que nos habla Pedro. Se nos ocurre pensar que esta lista que Pedro usa tuvo mucho que ver con su propia experiencia. Reconoce que en algún momento de su vida tuvo que pasar de la pasividad a la acción. En alguna parte de su vida intuyó de estas carencias y ahora, después de haber madurado en su fe, nos recomienda el presente orden para decirnos que todo esto, puesto junto, es una muralla que impedirán que nos desviemos de esa fe “una vez dada a los santos”. Note que Pedro previamente utiliza la oración “poniendo toda diligencia por esto mismo…”. Las cosas que él va a mencionar no vienen por si solas. Yo debo estar persuadido para hacerlas.
3. Lo que debe ser añadido a la fe v. 5. La palabra “añadid” señala que el creyente no puede satisfacerse con sólo hacer lo mínimo, tiene que ser “generoso” (fértil, muy productivo, abundante), que era el significado de esta palabra en el original en la adquisición de las virtudes. Lo primero que hay que añadir a la fe es la virtud. Por esto entendemos el mérito y el valor de algo. ¿Se acuerdan cuando el Señor dijo que había salido de él virtud (Lc. 8:46 RVA)? Bueno, si algo debe salir de nosotros es virtud cada vez que alguien nos toca o tocamos a alguien. A la virtud hay que agregarle conocimiento. El conocimiento es lo que nos ayuda a no ser ignorantes de las verdades bíblicas y a vivir por ellas. En la vida cristiana no hay mucho que perder, pero si mucho que ganar. Al conocimiento hay que agregarle dominio propio. Si en nuestra vida podemos dominarnos a nosotros mismos, quedamos capacitados para todo lo demás. Las próximas añadiduras blindan la vida cristiana. Agreguemos al dominio propio paciencia. ¿Tiene usted paciencia? A la paciencia agreguemos piedad. Esto significa que cuando la gente nos mire puedan ver en nosotros a Cristo. Agregue a su fe afecto fraternal y luego amor. ¿Cree usted que una fe con todos estos ingredientes será inestable? ¡No, más bien será una roca!
III.PARA IR DE LA INESTABILIDAD A LA ROCA ES NECESARIO UNA FE QUE SEA DEMOSTRADA vv. 8-10
1. Demostrada por los frutos v. 8. La primera cosa que hace el tener una fe con todos estos ingredientes es que será conocida por sus frutos. Es como el árbol plantado “junto a corrientes de aguas”; simplemente da “su fruto en su tiempo”; pero además “su hoja no cae”. Y por si fuera poco, “todo lo que hace prosperará” (Sal. 1). Observe bien el presente versículo. Pedro llega a una conclusión extraordinaria. Por un lado plantea la importancia que estas cosas “añadidas a la fe”, no solo estén en nosotros, sino que estén en abundancia. Y por otro lado, Pedro reconoce que al poner en práctica estas siete virtudes espirituales, ni el ocio ni el vivir sin frutos será una característica en nuestras vidas cristianas. En alguna época de su vida Pedro vivió sin dar muchos frutos. Sus típicas reacciones evidenciaban que él era simplemente Simón: inestable y cambiante. Pero cuando él fue lleno del Espíritu Santo, habló con tanto denuedo que en su primer sermón, el resultado fue de tres mil convertidos y después cinco mil. Él fue testigo que aquella “fe igualmente preciosa” puede ser demostrada a través de frutos visibles y de bendición para otros.
2. Demostrada por su visión v. 9. Tenemos que admitir que en la vida cristiana hay creyentes de vista corta. ¿Cómo es la suya, corta o larga? A los de vista corta, Pedro los califica como de “ciegos”. Y usted debe saber que un ciego es alguien que está impedido para ver el mundo exterior. Es que la ausencia de estas siete virtudes hace que nuestra visión sea opaca y corta. Una persona con la vista corta se pierde de ver más allá de lo que está delante de él. Esta es una referencia al creyente que no ve más nada de lo que siempre ha visto.
3. Demostrada por la estabilidad v. 10. Este texto es toda una bendición para la vida del creyente. Léalo con calma. Memorícelo. Repítalo. Ámelo. Vívalo. Esta es una de las joyas bíblicas. La parte que más anhelamos en nuestras vidas dice: “Porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás”. Nadie está exento de caer, pero se ha preguntado por qué cae en el mismo pecado. La respuesta obvia es por la falta de la aplicación de las virtudes anteriores. Pedro habla con autoridad sobre esto. Él fue testigo de varias caídas en su vida espiritual. Su más grande caída fue cuando negó al Señor con juramento no haberlo conocido. Toda caída es dolorosa, pero ninguna supera a la caída espiritual. No es lo mismo un dolor de espalda que un dolor del alma. Las caídas espirituales le restan poder y eficacia a nuestro trabajo en el Señor. Pedro, hablando ahora como la “roca”, en lugar del hombre inestable y cambiante, recomienda a “hacer firme vuestra vocación y elección”. El llamado de Pedro es a demostrar una fe estable que no sea movida de un sitio para otro. Es el tipo de fe del hombre que construyó su casa sobre la roca.
CONCLUSIÓN: La importancia de ser un creyente sólido y estable como una “roca” nos lleva al feliz resultado del versículo 11, que dice: “Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. ¿Cómo le gustaría entrar por las puertas del cielo? Usted tiene que saber que cuando Pedro murió crucificado, de acuerdo a la tradición, el cielo se abrió de par en par para recibir a tan ilustre huésped de ese nuevo hogar. En el cielo no entró Simón, sino Pedro. No entró el hombre cambiante sino la roca a quien Cristo bautizaría con ese nuevo nombre. ¿Qué tipo de creyente soy? ¿Soy como Simón o como Pedro? ¿Inestable como la arena del mar o como una roca inconmovible?
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