EL EVANGELIO EN MARCHA
MENSAJES CON ENFOQUE A LA FAMILIA
Jóvenes fuertes
(1 JUAN 2:13-15)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana de Columbia, Falls Church, Virginia
INTRODUCCIÓN: De las tres etapas de la vida, la juventud será siempre la más difícil. Un niño no le preocupa la forma cómo se viste, ni tampoco se amarga su vida si una niña de su edad no le habla. En el caso de un anciano, él no se complica la vida porque su cuerpo haya perdido la forma o se le estén cayendo los dientes. Sin embargo, el joven se preocupa sobre la opinión que otros tienen de él. Sobre todo, le preocupa mucho el cuidado de su cuerpo porque se le ha dicho que su apariencia forma parte de su identidad. ¿Qué sucede cuando a una joven le dicen cosas bonitas? Su reacción es querer lucir un maquillaje adecuado, ponerse el vestido que destaque su belleza, adornarse con aquello que le dé distinción. ¿Qué sucede cuando a un joven le dicen que es apuesto? Lo más seguro es que ese muchacho tratará siempre de lucirse delante de las chicas. Y así, el joven está atrapado en una edad donde vive más para cuidar su imagen que para embellecer su alma. Pero, ¿es todo eso la juventud? ¡Claro que no! ¿Será la juventud pura fuerza física? Da la impresión que al leer 1 Juan 2:14, y luego relacionarlo con Proverbios 20:29, donde habla que la “gloria del joven es su fuerza…”, que la juventud es puro músculo, puras caras lisas, puro derroche de energía. Pero aun que es cierto que la juventud posee un vigor exuberante, la fuerza a la que se refiere la palabra no siempre es física. Es más, el contexto de este pasaje elogia al joven porque ha vencido al maligno; y un joven, aunque tenga las fuerzas de un Sansón, no puede vencer al diablo con sus propias fuerzas. La fortaleza física no tiene valor alguno contra las tentaciones o los ataques del diablo. Hay jóvenes debiluchos que han sabido vencer al diablo, pues más que confiar en el ejercicio corporal, se han ejercitado para la piedad (1 Tim. 4:7). ¿Tendrá que ver entonces esa fuerza con el carácter del joven? ¡Tampoco! En la juventud es cuando las hormonas están “a flor de piel”, y son ellas las que inciden en ese carácter fuerte de la juventud. El joven ya no es el niño dulce ni dócil de antes, ahora se enfada por nada y levanta la voz con mucha frecuencia. ¿Cuál será, entonces, la fuerza que posee el joven cristiano? ¿Qué quiso decir Juan cuando escribió a los jóvenes fuertes?
I. LOS JÓVENES FUERTES SON FORMADOS POR LA PALABRA v. 14
1. Ellos han tenido un encuentro con el Señor de la palabra. No sabemos si los jóvenes a quienes Juan escribió eran hijos de la Elegida (2 Jn.1) o de tal Gallo (3 Jn. 1), pero lo cierto es que eran jóvenes cristianos. Es mentira que un joven no cristiano sea fuerte. No lo puede ser porque su única fuerza es la física, y esa fuerza es efímera y vacía. Pero un joven cristiano es aquel cuya fortaleza proviene de Cristo (Fil. 4:13). Su fortaleza no proviene de sus conocimientos, sino que viene de lo alto. Es la fuerza de su alma. Es la fuerza que le ayuda a cumplir con los mandamientos en su corazón. Es la fortaleza que proviene del Espíritu Santo. Un joven cristiano no debiera ser pusilánime y anémico. Él tiene al Espíritu Santo. Necesitamos jóvenes llenos del Espíritu y no jóvenes que contristen al Espíritu. Jóvenes cuya fuerza se base en la fe del Dios soberano (Is. 40:31). Jóvenes como Jacob, quien en una noche libró una batalla física y espiritual con el Ángel del Señor hasta lograr la bendición (Gn 32:22-31). Esta es la fuerza que debe prevalecer.
2. Ellos se fortalecen en la palabra del Señor. Cuando Juan dice: “Os escribo a vosotros jóvenes…”, estaba diciéndoles que esta carta también era para ellos y que su contenido fue hecho pensando en sus necesidades. ¿Cuáles son sus necesidades? Las hormonas y la tentación se atraen entre sí. Al igual que el adulto, el joven se enfrenta a la realidad del pecado, de allí el reconocimiento y la recomendación para enfrentarlo (1Jn. 1:8, 9; 2:1-2). Hay que admitir que muchas de las tentaciones dejan marcas por el resto de la vida. Si no cree esto, por qué se nos dice que David y Job tuvieron que decir: “No te acuerdes de los pecados de mi juventud”. David, a lo mejor recordando esto, preguntó: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” (Sal. 119:11).
3. Ellos no confían en sus fuerzas físicas. Sansón confió más en sus fuerzas que en la palabra y su final fue muy triste. Joven, asegúrate que estás en el Señor. Reconoce tu debilidad con mucha humildad. No creas que eres fuerte, más bien confía en tu debilidad para que puedas ser fuerte (2 Cor. 12:18…). Despójate de todo lo que pudiera causarte pérdida de tu fuerza espiritual. Tenemos que admitir que hay pecados que nos tumban. La esclavitud a un mal hábito pudo venir porque pensamos que no eran tan dañinos. Siempre habrá alguien que te dirá “pruébalo esta vez”. La mente trabajará y contestará: “¡Qué malo hay en hacerlo una vez!”. La tentación te estará afirmando: “No es cierto que morirás”. Y allí te debatirás entre el deseo de agradar a tu Dios y el deseo de gratificar a tu carne. Pero el joven fuerte del que hablamos dirá como dijo el joven José: “¿Cómo, pues haría yo este tan gran mal, y pecaría contra Dios?” (Gn: 39:9).
II. LOS JÓVENES FUERTES POSEEN EL TROFEO DE LOS TRIUNFADORES v.14
1. La realidad de la batalla v. 14b. El texto dice: “Habéis vencido al maligno”. Ninguna victoria es dada si antes no se libra la batalla. La batalla es contra un “maligno”. ¿Por qué aquí no se le llama diablo o Satanás? Porque este enemigo es el padre de toda mal (1 Jn. 3:12). Este “maligno” no es un gatito de la casa, sino un león rugiente. El joven se enfrenta a una batalla real. Hay una enemistad que comenzó en el Edén. Estamos en una guerra no con aviones o cañones, sino una guerra espiritual. Pablo la define en Efesios 6 como una lucha que no es “contra carne ni sangre, sino contra principados y potestades”. Tenemos que admitir que esta es la guerra más peligrosa. ¿De qué se trata la guerra? Es una guerra de tentaciones, por lo tanto es la más sutil y devastadora.
2. La realidad de la victoria. Este texto contiene una gran noticia: Los jóvenes pueden vencer al maligno. Los padres tenemos que saber esta verdad, porque podemos dejarlos solos sin hacer nada argumentando que es su edad y que tienen que pasar ese tiempo. ¿Cuál es el sentido del texto? Que aun cuando hay una realidad de victoria, hay que pelear la batalla. Si no vencemos al maligno, el maligno nos vencerá nosotros (1 Jn. 2:19). La vida cristiana es una vida de conquista, de vencer. Juan utiliza hasta siete veces esta palabra en su Apocalipsis. Nuestra consigna es vencer (1 Jn. 5:4). “Habéis vencido”, es una oración que nos dice que todo es posible. Dios ya hirió a la serpiente antigua (1 Jn. 3:8) En la cruz fue exhibida su victoria (Col. 2:13). El diablo sabe que no podrá triunfar sobre el joven creyente, a menos que éste le de permiso para hacerlo.
III. LOS JOVENES FUERTES TIENEN UN SOLO AMOR (vv. 15-16)
1. La demanda de este mandamiento (1 Jn. 2:15). Vea que este mandamiento no dice: “No viváis en el mundo, no trabajéis en el mundo, no andéis por el mundo”. Todos ustedes hacen sus cosas en el mundo. Este mandamiento tampoco dice: “No améis a Satanás o no améis a los demonios”. Su solo nombre produce rechazo y repugnancia. Lo que el texto dice es: “No améis al mundo”. La orden de no amar al mundo es dada porque hay una atracción sutil en nuestros corazones que invita amarlo. El mundo pareciera decirte: “¡Ámame!”. El mandamiento prohíbe amar al mundo y las “cosas que están en el mundo”. Por supuesto que estas “cosas” tienen que ver con aquello que contiene una seducción pecaminosa.
2. La advertencia de este mandamiento. Es obvio que esta advertencia es para un joven cristiano. Decirle a un joven no cristiano que no ame al mundo es en vano. De modo que la advertencia es para los ya creyentes. Vea el impacto de esta advertencia: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Dios es extremadamente celoso. Él no comparte su amor con nadie, menos con aquello que no es santo. Véalo de esta manera. El que no es cristiano no va a entender por qué es malo ir a una discoteca. El no va a entender por qué es malo beber, fumar, ingerir drogas, tener sexo antes del matrimonio. Para él eso es normal. Pero la Biblia le dice al joven cristiano que cuando él participa de todo esto tiene a Dios por enemigo, y esto es lo último que alguien quisiera tener. Joven, prefieras no ser amado por una novia o novio. Prefieras no ser amado por sus amigos. Prefieras no ser amado, incluso, por un familiar, pero nunca dejes que por tu rebelión el amor del Padre no esté en ti. No alejes el amor de Dios; si te falta esto, te faltará todo.
3. Las razones de este mandamiento (v. 16). Hay tres poderosas razones por las que debemos cumplir con este mandamiento y las mismas no provienen de Dios, porque él es santo. Los deseos de la carne son provocados por lo que hay en el mundo. Con esto se entiende aquella naturaleza que se activa frente a algo que seduce. Pablo la describió así: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” (Ro. 7:18). Lo otro son los deseos de los ojos. Note que el texto no dice: “La mirada de los ojos”, sino “los deseos de los ojos”. Y por último, “la vana gloria de la vida”. La única gloria que no es vana, es la gloria de Dios. Joven, no busques la gloria de esta vida, es vana e ilusoria.
CONCLUSIÓN: Juan nos ha dicho que un joven fuerte permanece en la palabra, ha vencido al maligno y no ama al mundo. Cuando buscamos un modelo que encaje en esta descripción, la mejor referencia es el joven David. Siendo el menor de ocho hermanos, al principio fue rechazado por ellos por su ser un simple muchacho y ellos unos guerreros fuertes. Pero cuando el gigante Goliat, que medía casi tres metros, vino a desafiar a Israel, y todos se morían de miedo, fue él que dijo: “No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra ese filisteo” (1 Sam. 17:31). La sorprendente valentía de David se debía a la fortaleza divina (vv. 34-38). Fue así, que siendo aún muchacho, sin espada y jabalina, le cortó la cabeza al gigante, habiendo dicho previamente: “Tu vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos…” (v. 45). Joven, levántate hoy con la fuerza que te da el Señor. Tú has sido llamado para vencer al maligno. Tú tienes garras de vencedor.