EL EVANGELIO EN MARCHA
MENSAJES DOCTRINALES
Por qué no se pierda una oveja del Señor
(JUAN 10:27-29)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana de Columbia, Falls Church, Virginia
INTRODUCCIÓN: En estos tiempos la seguridad es un lujo que muy pocos poseen. La inseguridad que vive la mayoría de nuestra gente en el ámbito laboral, social y político es alarmante. En muchos países la vida puede perderse por un blackberry o por un par de zapatos. Hay un manto negro de inseguridad que golpea todos los días a millones de personas. Y es que nada en esta tierra puede ser seguro. Pareciera que caminamos sobre arena movediza. De todo esto se desprende que lo único seguro que tenemos los hijos de Dios es a él y su salvación. Pero, ¿qué pasaría si aún en nuestro corazón tuviéramos dudas acerca de la salvación que una vez recibimos? ¿Qué sería de nosotros? Así que nos urge a todos los hijos de Dios tener la certeza que somos salvos, que estamos en el rebaño correcto, y apropiarnos de las seguras palabras que dijera el Señor: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn. 10:27-29). Sin duda alguna que una de las doctrinas más importantes de nuestra fe cristiana es la que concierne a la seguridad de la salvación eterna. La bien llamada “perseverancia de los santos” es el corazón de nuestras creencias. Si no estamos seguros en esto, las demás doctrinas no tienen sentido para un hijo de Dios. ¿Pero cómo sabemos esto? ¿Es suficiente creer en Dios? Uno de los textos que todo cristiano debe leer, por la seria advertencia que nos presenta, dice: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2 Cor. 13:5). La palabra “examinaos” acá es muy importante porque bien pudiera uno basar su seguridad en ciertos ritos evangélicos y no en la declaración de la palabra. Así que la seguridad que alguien ha sido salvo viene de su corazón arrepentido y de los frutos que se observan en su fidelidad para con el Señor y su iglesia. Pero esa seguridad tiene que ser vista a través de las señales bíblicas. De ellas nos ocuparemos en el mensaje de hoy. Consideremos la pregunta planteada acá.
I.UNA OVEJA DEL SEÑOR NO SE PIERDE PORQUE NO EXISTE NADA QUE LA PUEDA SEPARAR DEL AMOR DE DIOS (Ro. 8:38, 39)
El apóstol Pablo nos presentó las diez posibles razones que nos podrían separar del amor de Cristo. Como si se tratara de las más probables, las enumera en un orden que pareciera ir ascendiendo en la medida que las pone. La expresión “por lo cual estoy seguro” anticipa que lo que va a mencionar, incluyendo en esto el conocimiento de lo que ahora se conoce, es todo lo que pudiera separar a un hijo de Dios de su presencia. ¿Será la muerte y la vida? ¡No! La muerte es el último enemigo a vencer, pero ya fue vencido. Y la vida, con todos sus desafíos para seguir tampoco porque la promesa es que Dios estaría con nosotros siempre. La muerte y la vida son asuntos muy serios, pero ninguno de ellos nos separa del amor de Dios ¿Serán los ángeles, principados y potestades? ¡No! Ningún poder cósmico o terrenal, sea bueno o malo, nos podrá separar de este amor. ¿Será lo presente o lo porvenir? ¡No! Ningún tipo de evento de ahora o que venga después nos separará del amor de Cristo. ¿Será lo alto o lo profundo? ¡No! Dios gobierna en todas las dimensiones, por lo tanto eso tampoco nos separa de su amor. Y por si faltara algo, “ninguna otra cosa creada”. Esta es la promesa. Nada nos separará del amor de Dios. ¿Tiene usted alguna otra cosa distinta a estas que lo separa? ¿Puede mostrarlas ahora?
II.UNA OVEJA DEL SEÑOR NO SE PIERDE PORQUE DIOS COMENZÓ EN ELLA LA BUENA OBRA (Fil. 1:6)
Los políticos son especialistas en dejar obras inconclusas y algunos son tan audaces que hasta inauguran algunas sin haberlas comenzado. Sabido es como el hombre no termina muchas de sus obras. Es por eso que tenemos lugares en la casa inconclusos; lugares en el trabajo inconclusos; estudios inconclusos; tareas inconclusas… pero lo que sí sabemos es que nuestro Dios nunca ha dejado nada a medias. ¿Le hizo falta algo a su creación? La Biblia dice que “todo lo hizo hermoso en su tiempo”. La obra que el comienza tiene la garantía que la termina; esa es la idea del verbo “perfeccionará”. Job mucho tiempo atrás tenía la misma confianza que a pesar de su estado calamitoso, Dios terminaría su obra en él (Job 23:14). Pablo habla del trabajo de Dios en nosotros como “la buena obra”. Nuestra naturaleza perversa e irredenta necesita de ese tipo de obra. Hay tres tiempos progresivos en la salvación del creyente: En el pasado, Dios nos libró de la culpa del pecado. En el presente, del poder del pecado. Y en el futuro, de la presencia del pecado. Todo esto indica que estamos en proceso de la perfección. Somos una obra en construcción. El escultor divino le sigue sacando forma. Él completará la obra hasta su venida.
III.UNA OVEJA DEL SEÑOR NO SE PIERDE PORQUE HA SIDO ELEGIDA ANTICIPADAMENTE (Ro. 8:29, 30)
Este es uno de los asuntos más serios cuando hablamos de la seguridad de la salvación. Aquí se pone de manifiesto que nuestra salvación no puede depender del estado de ánimo con el que amanezco cada mañana. La salvación no depende de mi condición, sino de mi posición. La salvación se gestó en la eternidad, pues el Cordero de Dios fue sacrificado “antes que el mundo fuese”. A Dios no le tomó por sorpresa la caída del hombre. Así que la salvación no comenzó con usted, ya se había realizado en el cielo. Esto es lo que enseña la doctrina de la predestinación. La predestinación significa que ya su destino está ejecutado. Si usted no llega al cielo es porque nunca fue elegido previamente. Note usted la seguridad que nos revela el versículo 30. Aquí tenemos un hecho consumado. Ya, con anticipación, los hijos de Dios fuimos predestinados, llamados, justificados y glorificados. Es así como Dios le ve ahora. Entonces, ¿cómo puede perderse la salvación si ya ha sido predestinado? ¿Quién es más poderoso para quitarme esa salvación? Observe la contundencia de la palabra sobre este particular: “Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Ro. 11:39).
IV.UNA OVEJA DEL SEÑOR NO SE PIERDE PORQUE CON SU SACRIFICIO CRISTO HIZO PERFECTO A LOS SANTIFICADOS (He. 10:14)
Todos los sacrificios que se hicieron antes que Cristo viniera eran una “sombra de lo venidero”. En un sentido, la “salvación” de aquellos creyentes estaba sujeta a ese tipo de sacrificios y la fe que depositaban en ellos para el perdón de sus pecados. Pero cuando Cristo vino, él hizo un solo sacrificio por nuestros pecados. Note que el texto dice “para siempre”. Eso significa que ya no hay más necesidad de sacrificios por nuestros pecados. Pero también significa que a través de su muerte la obra única y perfecta de Cristo hace posible que los creyentes vivan en la presencia de Dios para siempre.
V.UNA OVEJA DEL SEÑOR NO SE PIERDE POR LA POSICIÓN QUE AHORA GOZA DELANTE DE DIOS (2 Co. 5:17)
Este es uno de los grandes textos de las Escrituras. Nos presenta a la vida divida en dos periodos. Así como la historia quedó dividida en antes y después de Cristo, el creyente tiene una historia pasada y el inicio de una nueva. De acuerdo a este texto, o estamos en Adán o estamos en Cristo. Si usted ha nacido de nuevo, usted es una nueva creación. Y si somos una nueva creación esa naturaleza no podrá ser cambiada. Ahora yo estoy seguro porque estoy en Cristo.
VI.UNA OVEJA DEL SEÑOR NO SE PIERDE PORQUE CUENTA CON LA INTERCESIÓN QUE CRISTO HACE POR ÉL (Jn. 17:20)
Jesús nunca hizo una oración que no fue contestada. Él dijo: “Padre, yo se que siempre me oyes” (Jn. 11:32). Y curiosamente, las únicas oraciones cuando el Padre guardó silencio fueron cuando Jesús oró en el Getsemaní y la que elevó desde la cruz. Pero fue en estas dos oraciones, no “respondidas”, que se libró nuestra salvación eterna. En esta llamada oración intercesora Jesús da cuenta al Padre de todos sus discípulos, y dice que “ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición…” (Jn. 17:12). Judas nunca perdió la salvación, porque nunca la tuvo. Pero Jesús oró también por la salvación nuestra, cuando dijo: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” v. 20. Así que Jesús oró hace dos mil años por nuestra salvación. Por lo tanto, esta es la oración más efectiva que se conozca pues la hizo el Hijo de Dios. Fue hecha pensando en nosotros los que ahora le hemos conocido. Esta oración no significa que estaríamos exentos de caer, pero que seríamos protegidos por el Señor.
VII.UNA OVEJA DEL SEÑOR NO SE PIERDE PORQUE ES GUARDADA POR EL PODER DE DIOS MEDIANTE LA FE (1 Pe. 1:5)
Nada ni nadie ha podido superar hasta ahora al poder de Dios. No hay una fuerza ni entidad en el espacio infinito que pueda estar por encima de él. El apóstol Pablo en sus razonamientos acerca de esa grandeza de Dios llegó un momento cuando tuvo que exclamar: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Ro. 11:33). Y ese poder que dio origen a todo lo que vemos y aun a lo que no vemos, ese poder es el que nos guarda para nuestra salvación final. Si la salvación eterna dependiera de mi mismo o de alguna otra fuerza terrenal, todos ya estuviéramos perdidos. Así que es el poder de Dios que nos protege para que al final gocemos de la herencia incorruptible e inmarcesible que nos espera. En Juan 10:29 Jesús dijo que nadie nos podía arrebatar de la mano de su Padre. ¿Podrá Satanás hacerlo? ¿Podrán las circunstancias que vivo arrebatarme la salvación? ¡No!
CONCLUSIÓN: Hay una historia muy interesante de dos muchachitos escolares a quienes llamaremos Guillermo y Jaime. Guillermo le dice a Jaime: “Mi papá tiene una lista de diez hombres a quienes puede ganarles peleando y tu papá está en esa lista”. Jaime un poco triste fue a casa y le dijo a su papá: “Papi, Guillermo me dijo que su papá tiene una lista de diez hombres a quienes él puede ganarles en una pelea, y tú estás en esa lista”. Así que el papá de Jaime salió y fue a la casa del papá de Guillermo, y arremangándose la camisa y mostrando sus musculosos brazos, le dijo: “Tengo entendido que tiene los nombres de los hombres a quienes puede ganar peleando y que mi nombre está en esa lista. ¿Es eso cierto? Pues aquí estoy para demostrarle lo contrario”. El papá de Guillermo tartamudeó y sacando la lista del bolsillo de su camisa, dijo: “Pues, no hay ningún problema, ahora mismo voy a borrar su nombre de mi lista”. Usted tiene que saber que Dios nunca borrará su nombre de su lista una vez que ha sido inscrito en su Libro.
Aplicación: La seguridad de mi salvación no es una permisología para pecar, sino la gran oportunidad para vivir en santidad: “Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (2 Pe. 3:14).
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