EL EVANGELIO EN MARCHA
Los mansos acaudalados
(MATEO 5:5; 11:19; SANTIAGO 1:21)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia
INTRODUCCION: A.W. Tozer escribió una vez, “El manso no es un ratoncillo humano afligido con el sentir de su propia inferioridad. Al contrario, es posible que en su vida moral el hombre sea tan valiente como un león y tan fuerte como un Sansón. Pero dejó de ser engañado en cuanto a sí mismo. Ha aceptado la estimación de Dios en cuanto a su propia vida. El sabe que es tan débil y frágil como lo ha declarado Dios. A la vez, como una paradoja o contrasentido, él sabe que, en los ojos de Dios, tiene más importancia que los mismos ángeles. En cuanto a sí mismo, el sabe que no es nada; pero para Dios, el sabe que es el todo. Eso es su lema”. Las bienaventuranzas fueron dadas para embellecer nuestro carácter. Con la que presentamos hoy volvemos a tocar el tema de la humildad y la mansedumbre, como señales de un auténtico cristiano. Note a quienes el Señor le dará la tierra por heredad. De modo, pues, que si alguien no es manso, esta promesa no será suya. Algunos traducen esta palabra “bienaventuranza” como “feliz o felices”, pero su significado es más que eso. Significa más bien tener todo lo que uno necesita espiritualmente. El Señor nos dio estas bienaventuranzas como las actitudes que deben ser realidades. Tiene que ver con el carácter cristiano; eso es, lo que otros piensan de nosotros respecto a la reputación. Un día todos vamos a morir y lo único que llevaremos a la eternidad es lo que somos por el carácter. Por eso es que el carácter es tan importante, de manera que hay que buscar más la bendición de Dios que la felicidad, siendo esto el tema central de las bienaventuranzas. Todas las bienaventuranzas parecieran estar conectadas, pero ésta en particular toca muy de fondo el rostro que mostramos ante los demás. La promesa de heredar la tierra es sorprendente en estas máximas del Señor. Mateo 5:5 nos dice que son los mansos los que llegan a ser acaudalados. Vea usted el contraste con el mundo. ¿Ha sabido usted de un poderoso millonario que sea humilde? Si es humilde es porque es un hijo de Dios. Así que no se aflija si no tiene una gran herencia por parte de sus padres terrenales, el Padre celestial ya la tiene preparada. Pero tome en cuenta que la condición para obtenerla será el ser manso. Si tuviera que evaluarse delante del Señor, ¿pasaría el examen de ser una persona mansa? ¿Me he revestido de mansedumbre? El tema para hoy nos confronta sobre esta necesidad del creyente.
I.LOS MANSOS SEGÚN LA VISIÓN DE JESÚS SON LOS QUE POSEEN UNA VIDA CONTROLADA
1. Lo que no es la mansedumbre. Lo primero que vamos a decir es que mansedumbre no es lo mismo que debilidad. Uno de los textos ignorados por los creyentes fue escrito por Pablo a su discípulo Timoteo. En medio de sus consejos pastorales, y notando que en algún momento este discípulo había manifestado ciertos rasgos de debilidad, sobre todo porque se había avergonzado de dar testimonio de su fe y del mismo apóstol, le dijo estas palabras: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio” (2 Tim. 1:17). Así que ser manso no significa ser débil. Trate de ser manso así por una semana. ¿Cree usted que Jesús fue débil toda vez que él se definió como un hombre manso? Bueno, mírelo durante cuarenta días sin comer. Mírelo echando a los cambistas del templo. Óigalo decir: “Las zorras tienen su guarida, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza”. ¿Cree usted que Moisés fue débil, aunque se diga que fue el hombre más manso de la tierra? Mírelo dirigiendo a Israel y verá la diferencia. Ser manso no es ser débil. Hay hermanos débiles, pero de manso no tienen nada.
2. Lo que sí es la mansedumbre. En su raíz, mansedumbre significa, ceder, conceder, tener la fuerza bajo control. Un escritor de apellido Hamilton, escribió un interesante libro titulado: “Cabalgando un Potro Salvaje”. Su propósito era demostrar cómo el carácter puede ser domado, como se doma a un caballo salvaje. En su libro nos dice que cuando Dios nos creo, puso en nuestra naturaleza ciertos deseos y ambiciones que en sí mismos no son malos, pero que necesitan ser controlados. Así, pues, él explica que la mejor forma de definir la mansedumbre es con esa bestia que ahora está controlada con una brida o freno. El asunto es que las fuerzas de esa bestia están domadas, y si bien es cierto que sigue fuerte, ahora está controlada. Eso significa la mansedumbre. Una persona mansa, está domada; está bajo control. Un ejemplo de un hombre controlado es Pablo. Después de su conversión recibió “cuarenta azotes, menos uno”. Pero acuérdese que antes era él que asolaba y azotaba. Ahora ha dicho: “Sed imitadores de mi” (Fil.3:17). Manso es no hacer las cosas que antes hacía de una manera natural.
3. La mansedumbre es saber que no todo conviene (1 Cor. 6:12). Hemos dicho que una persona mansa no es un debilucho. No es alguien de quien todos se mojan, se ríen y le tienen en menos valor. Pero si estamos afirmando que es una persona controlada. Para el caso del creyente, él debería ser una persona controlada por el Espíritu Santo (Gá. 5:23). El escritor Hamilton sigue diciendo en su libro que otra forma para tratar con un caballo salvaje es dejarlo que corra libremente. ¿Y a caso no es así como quiere andar la generación actual? Esta generación dice qué hay de malo en hacer lo que nos plazca. ¿Por qué tener restricciones? Por lo tanto, si quieres emborracharte, pues hazlo. Si quiere fornicar, pues fornique. Si quieres pelear, pues pelea. Haz lo que te de la real gana hacer. Es un hecho que esta sociedad es como un caballo salvaje. No tiene frenos. Jamás ha oído, ni quiere oír lo que Pablo dijo a los Corintios, en el sentido que todo me es lícito, pero no todo conviene.
II.LOS MANSOS SEGÚN LA VISIÓN DE JESÚS SON LOS QUE RECIBEN LA PALABRA CON MANSEDUMBRE
1.Hay que limpiar la casa (Stg. 1:21a). Este texto de Santiago, como lo hace en toda su carta, es muy descriptivo. Para Santiago, la vida cristiana no es un asunto de ambigüedad. El cuerpo del cristiano es hecho para un solo fin: morada de la persona del Espíritu Santo. Es por eso que lo primero que se nos pide es que desechemos toda inmundicia y abundancia de malicia. Por un lado se nos confronta a limpiar la casa espiritual de todo el basurero que entra por los ojos, los oídos, la boca y llega al corazón. Bien pudiera una persona a quien calificamos como muy humilde tener su vida interior llena de un basurero. De manera, pues, que la humildad de la que nos habla el Señor comienza con esta exigencia. Pero también habla de quitar la “abundancia de malicia”.
2. Hay que recibir la palabra. Tome en cuenta esta consideración bíblica. Cuando alguien no es creyente, la palabra de Dios, que es “más cortante que toda espada de doble filo”, penetra y hace limpieza cual cirujano. El individuo queda limpio por esa palabra, como bien le dijera el Señor a sus discípulos. Pero una vez que la palabra ya ha sido implantada, se requiere de una acción personal de limpieza para recibir esa palabra de modo que podamos al final tener la certeza de una obra completa en nosotros. Así que se nos pide que recibamos esa palabra con mansedumbre. He aquí algo extraordinario. La palabra que oímos, debemos recibirla toda. Pero la verdad es que no siempre recibimos la palabra con humildad.
3. Los resultados. La buena noticia de este texto es que la palabra ya está implantada. Eso significa que es esa palabra la que debe seguir haciendo la diferencia. ¿Qué sucede cuando recibimos esa palabra con mansedumbre? ¿Qué pasa cuando nuestro corazón es limpiado de toda inmundicia y de malicia? Observe el resultado: “… la cual puede salvar vuestras almas”. Cuando usted ve este resultado tiene que conectarse con lo mismo que dijo Jesús en la presente bienaventuranza. Son los hombres que viven en mansedumbre los que “recibirán la tierra por heredad”. Así que cuando usted viene a la iglesia, asegúrese que viene a recibir la palabra con mansedumbre, porque lo contrario usted recibirá la palabra como los fariseos, quienes la oían para luego cuestionar al Maestro y para buscar formas de acusarle.
III. LOS MANSOS SEGÚN LA VISIÓN DE JESÚS SON LOS QUE COPIAN SU PROPIO EJEMPLO
1. “Ejemplo os he dado” (Mt. 11:19). Jesús no dijo nada que él mismo no viviera y comprobara. Ha sido el único hombre que pudo decir: “Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón”. Así que si las bienaventuranzas son su autorretrato, lo primero que habrá que considerar es la manera cómo vivió Jesús. Los evangelios nos dan una asombrosa demostración de la mansedumbre de Cristo en su doble aspecto de humildad y de paciencia. Y note que al mismo tiempo que se declara como modelo de mansedumbre, dice: “Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”. No es, pues, difícil ser humilde si imitamos su ejemplo.
2. Un hombre controlado. Jesús jamás perdió los “estribos”. A él nadie le hizo irritarse, ni siquiera las calumnias y desplantes de los fariseos. Así que la prueba máxima de su mansedumbre se ve en su pasión. Pedro, que sí se irritó en no pocas veces, describe su carácter de una manera magistral, cuando dice: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 P 2: 23).
CONCLUSIÓN: Jesús nos ha dicho que los mansos heredarán la tierra. Esa promesa es suya. Eso, amados hermanos, es mucho más que millones de dólares. Vea como lo afirma Pablo a los Corintios (2 Cor.6:10). No importa lo que usted tenga; si usted no tiene la bendición de Dios, no podrá gozar de nada, porque la bendición no está en las cosas que se tengan. Sin embargo, si usted no tiene nada, pero tiene la bendición de Dios, usted lo tiene todo. Entonces, ¿qué podría hacer el diablo frente a un creyente que tiene esta promesa “como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo”? Veámoslo de esta forma. El diablo tiene dos presentaciones que usa con mucha habilidad: una es como león rugiente, para atemorizar, y como un ángel de luz para seducir. Supóngase que se acerca como león rugiente y le diga: “Si no me sigues, te lo quitaré todo”. Y usted le responderá: “Tú no puedes quitarme absolutamente nada, porque no tengo nada”. Entonces, como el diablo ve que no le puede ganar, acude como ángel de luz para seducirle, y le dice: “Si me sigues, te daré todo”. Ante esto usted responde: “Cómo puedes darme todo, si ya lo tengo todo”. Así que, hermanos, nosotros tenemos una herencia, somos acaudalados. Un día el Señor se acercará para darnos esa herencia, pero si usted no es un hombre manso, me temo que no podrá heredar la tierra. ¿Cómo se define ante esto? ¿Qué tan manso es?
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