EL EVANGELIO EN MARCHA
MENSAJES DE CONSAGRACIÓN
Autopsia de una fe muerta
(SANTIAGO 2:14-26)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia
INTRODUCCIÓN: Santiago forma parte del llamado evangelio práctico de la Biblia. Su agudeza en abordar temas sobre el ser “hacedores de palabra” le costó ser incluida como parte de la lista de los llamados libros canónicos. El caso más notorio fue el de Martín Lutero. Por cuanto su conversión vino a raíz de la lectura del libro de Romanos 3:28, donde se dice que “el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley”, no podía aceptar lo que Santiago dice. Así que cuando él leyó la carta de Santiago, y al ver que ella servía para alimentar los dogmas católicos acerca de una salvación por las obras, más que por la fe, rechazó de plano la carta, llamándola “una carta de paja”, porque no aportaba mucho acerca de Cristo y su obra salvadora. Pero lo cierto es que aquella “carta de paja” se ha convertido en la mayor referencia al hablar de una fe práctica. Esperamos que así sea. ¿Por qué Santiago es tan agudo, preciso y va directamente al grano en todos los temas que toca en su carta? La conclusión podía ser que él, después de haber sido un incrédulo hasta después de la resurrección del Señor Jesucristo, tuvo una visión clara que el evangelio que predicó su medio hermano estuvo saturado de obras de amor a favor de todos los hombres. Bien pudiéramos concluir que Santiago fue uno de los mejores intérpretes del “Sermón del Monte”. Para él, un seguidor de Cristo tenía que ser alguien cuya fe debiera ir más allá del conocimiento. Él no concebía la idea de un evangelio tan “espiritual” que no tocara lo terrenal. Para él “la fe sin obras está muerta”, ese es el gran tema de esta carta. El título de mi mensaje para hoy es: “La autopsia de una fe muerta”. Abramos, pues, en esta hora el “cadáver” de este tipo de fe para que descubramos cuáles han sido las causas de esta “defunción”. Examinemos al “occiso” para revelar las razones de su muerte.
I.LA FE SIN OBRAS ESTÁ MUERTA PORQUE ESTÁ BASADA EN UNA PIEDAD SIN COMPASIÓN
1. La piedad sin compasión está reprobada v. 14. Nos adelantamos a decir que Santiago no está contradiciendo la doctrina de la salvación por gracia para apoyar una salvación por obras. Lo que él nos introduce es a una revisión sincera del tipo de fe que profesamos. En su revolucionario planteamiento nos dice que la fe y las obras son un binomio. Dos componentes inseparables. No pueden divorciarse y seguir con vida. Este es el corazón de esta primera pregunta. Considere la trascendencia de la oración: “si alguno dice que tiene fe”, que no es lo mismo que dijera “si alguno tiene fe”. Es evidente que en la pregunta de Santiago existe una categoría de personas que están engañadas. Es un grupo que profesa una piedad sin frutos. Es un tipo de “creyentes” que piensan que tienen fe, pero por no dar frutos, la fe que profesan es inútil, no hay respaldo entre lo que dicen y lo que hacen. Es la categoría a la que él se refiere cuando habla de aquellos que solo son oidores, pero no hacedores de la palabra. Santiago repite dos veces la pregunta “¿de qué le aprovechará?”. La respuesta es de nada. La NVI traduce: “¿de qué le sirve?”. De nada. Este tipo de piedad queda “reprobada”, porque es falsa, sin compasión.
2. La piedad sin compasión confrontada v.14. La otra pregunta de este texto es muy reveladora: “¿Podrá la fe salvarle?”. La pregunta de Santiago pone de manifiesto que es nuestra fe la que nos conduce a la salvación. En esto coincide con el planteamiento de Pablo: “Justificaos, pues, por la fe, tenemos paz por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Sin embargo, el asunto que Santiago aborda acá es que en la autopsia que se le hace a esta fe, se descubre que no es una fe salvadora. Yo siento que la intensión de esta pregunta es llevarnos a nuestras rodillas y delante de Dios evaluar la fe con la que vivimos. Si paso la prueba de una fe que va más allá de mis conocimientos teológicos y doctrinales; que trasciende lo religioso, y afecta mi conducta moral y carácter, entonces tendré la certeza que ando en una fe salvadora. Esta fe que está ligada a las obras fue lo que Pablo expuso a los Efesios en el conocido pasaje de del capítulo 2:8-10.
3. La piedad sin compasión ilustrada v. 15, 16. La manera cómo Santiago ilustra la “autopsia” de una fe muerta, no es algo imaginario. Muchos hermanos por causa del evangelio le habían confiscado sus bienes. La persecución que hubo al principio creó una situación social muy deprimente con la que la iglesia tuvo que lidiar. Así que ellos acudían a las iglesias en búsqueda de ayuda. Entonces lo que aquí se confronta es que si alguien conocía la necesidad de una persona y no hacía nada para satisfacerla, su conocimiento no servía para nada; esa fe está muerta. Santiago sabía que las palabras por si solas no consuelan, ni satisfacen las necesidades. Por ejemplo, el saludo: “Id en paz…”, significaba: sanidad, prosperidad, un estado de completa tranquilidad, contentamiento. O las palabras “calentaos, saciaos” demandaban plena satisfacción. Estas palabras se reemplazan hoy por: “Dios te bendiga”; o “voy a orar por usted”. Pero no hace más nada. Esa es una fe muerta. Mis amados, alrededor y fuera de la iglesia hay gente con necesidades profundas. Y es cierto que muchas de esas necesidades son materiales, pero otras son psicológicas, morales o sociales y espirituales. Hay un campo amplio para que usted demuestre su fe. Tal vez no tiene recursos materiales para ayudar, pero tiene capacidad para escuchar y ayudar a aquellos que se sienten solos y confundidos. Si su fe va solo de la iglesia a su casa, su fe está muerta. Recuerde lo que dijo Jesús: “Por cuanto lo hiciste a uno de mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mt. 25:40). Y además dijo: “Dadles vosotros de comer”. De la iglesia del primer siglo se nos dice que no había ningún necesitado (Hch. 4:24).
II.LA FE SIN OBRAS ESTÁ MUERTA PORQUE ESTÁ BASADA EN UNA CREENCIA SIN DEVOCIÓN
1. La creencia sin devoción confrontada v. 18. En este texto vemos a Santiago con una lucha férrea para dejar claro que la fe sin obras está muerta. Nadie más peleó por esto en la Biblia como él. Ahora entra en un desafío mayor. Como si tuviera a un hermano imaginario delante de él, le dice: Tú tienes fe, yo tengo obras. El ataque de Santiago es a esa posición exclusivista y privatista de la religión. Combate el concepto de una creencia sin vida. El asunto es que la fe y las obras se necesitan mutuamente. ¿Quién puede abrogarse el don de fe sin las obras? ¿Y quién puede decir que tiene el don de las obras si no tiene también la fe? La respuesta de Santiago es irónica y contundente: Muéstrame (es decir, si puedes) tu fe sin tus obras, que yo te mostraré mi fe por mis obras. Las dos partes de la expresión llevan el mismo sentido: Sin obras no se puede mostrar la fe. El que tiene fe debe mostrarla a través de sus obras.
2. La creencia sin devoción comparada v. 19. Santiago pareciera ser un abogado que en la medida que defiende el caso acerca de “la fe muerta”, va sacando nuevos y más fuertes argumentos de manera de ganar el pleito a los que pretenden vivir una fe sin obras. La contundencia de su argumento es que si algunos apoyan su postura, creyendo que “Dios es uno”, los demonios creen lo mismo. Pero, ¿tienen los demonios alguna devoción por Dios? Desde luego que no. No basta creer que Dios es uno si con mis actos no lo amo y lo adoro.
III.LA FE SIN OBRAS ESTÁ MUERTA PORQUE ESTÁ BASADA EN UNA OBEDIENCIA SIN ACCIÓN
1. Es una obediencia sin acción porque no tiene sacrificio v. 23. Ahora Santiago se va de la imaginación a dos ejemplos bien conocidos, el de Abraham y el de Raab. En este primer ejemplo Santiago arguye que a una persona se le declara justa por las obras, y no sólo por la fe (v. 24). ¿Cuál era su postura? ¿Está Santiago afirmando que la salvación es por obra? Por supuesto que no. Cuando Abraham ofreció a su hijo Isaac ya había creído en el Señor treinta años atrás. Génesis 12:1-8; 15:6. Tenemos que recordar que solo la fe en Jesucristo puede justificar al ser humano delante de Dios. Pero la fe práctica lleva a la acción y se demuestra. Abraham actuó conforme a la fe que poseía. La verdad de esta ilustración es que la fe que no se muestra con el sello del sacrificio, es una fe muerta. Abraham encarna el modelo que debe ser visto en la vida de cada creyente. Cuando a él se le pidió demostrar su fe, no vaciló en llevar su obediencia a la más grande y plausible acción que se conozca. La de él no fue una fe intelectual, ni una fe que se va a la casa todos los domingos. Isaac era lo más preciado que él tenía. Era su hijo, “su único”, y fue él a quien Dios le pidió que lo sacrificara.
2. Es una obediencia sin acción porque no toma riesgo v. 25. Rahab se nos presenta como el otro ejemplo que la fe debe ser marcada por el riesgo, pues de lo contrario es una fe muerta. Por supuesto que su vida y circunstancias no son comparables con las de Abraham. Si tuviéramos que calificar lo que ella hizo, guardando a los espías que inspeccionaban la tierra de la conquista, quedaría reprobada por su conducta. Sin embargo, al oír lo que el Dios de Israel había hecho con ellos, confió en él. Con ese acto, ella demostró su justicia al arriesgar su propia vida para proteger a los espías. La obra que hizo fue una expresión externa de la fe que comenzó a depositar en el Dios de Israel. No es raro que por esto ahora aparezca dentro de la galería de los héroes de la fe y formando parte de la genealogía del Mesías con una vida transformada. La fe que no toma riesgo está muerta. Vea al “Buen Samaritano” tomando el riesgo que no tomaron los dos sacerdotes, los que hablaban de fe. El día llegará cuando la fe y la esperanza ya no existirán más, sino que será el amor el que ocupará un lugar eterno. Pero los galardones celestiales serán la consecuencia de nuestra fe y las obras. La premiación de los santos estará sujeta a la expresión de su fe traducida en obras de amor para con su prójimo. Los dos ejemplos que nos ha dejado Santiago son la cúspide de su argumentación que la fe sin obras está muerta. Con esto pareciera hacernos el más grande llamado a revisar el tipo de fe que hasta ahora sostenemos. Por un lado, la fe tiene que producir cambios externos en nuestra vida y en la vida de otros, si no, no es fe.
CONCLUSIÓN: Le invito ahora a visitar la morgue. Delante de nosotros tenemos a un cuerpo, un cadáver. Lo que vemos está muerto. Le pregunto, ¿espera usted que ese cadáver haga cualquier trabajo? ¿Espera usted que ese cadáver haga algo, se levante y camine por la habitación, vaya a la cocina y lave los platos, limpie la sala, se ponga de pie y predique un sermón, se levante y cante en el coro? ¡No!. ¿Por qué? Porque no tiene vida. ¿Qué dijo Santiago? “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. Ahora cambiemos de visión. Imagínese a otra persona que tiene el espíritu dentro de él. Ahora los vemos con vida. Ellos no son un cuerpo sin vida. Ahora usted ve que ellos pueden limpiar el piso, lavar los platos, cantar en el coro, predicar un sermón, visitar a un enfermo, ayudar al necesitado. ¿Por qué ellos pueden hacer todas estas cosas? Porque tienen vida. Amados hermanos, la fe sin obras está muerta. Por supuesto que no es la obra la que trae vida, sino que es la vida que nos lleva a las obras. ¿Tiene usted una fe muerta o viva? ¿Se sometería en este momento a una autopsia de su fe? ¿Pasaría la prueba? ¿Qué tipo de fe tiene usted y su iglesia? “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt.5:16).
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