EL EVANGELIO EN MARCHA
Un hombre como nosotros
(SANTIAGO 5:17-18; 1 REYES 19:1-14)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia
INTRODUCCIÓN: El nombre de Elías significa “Jehová es mi Dios”. Y si alguien hizo honor a ese nombre fue el profeta “tisbita”, en alusión al lugar de su procedencia. Considerado el más grande de todos los profetas. Fundador de la escuela de profetas. Hombre de oración y milagros portentosos. Hombre de gran osadía frente a los profetas de Baal. Los reyes temblaban ante su presencia. Los judíos esperaban su retorno. Y se cree que será uno de los “dos testigos” que predicará durante la Gran Tribulación. Pero en el pasaje que usaremos hoy le vemos huyendo de una mujer. Y, ¿Cuál fue la razón? Porque él era “un hombre igual que nosotros” (Stg. 5:17). ¿Qué quiso decir Santiago con esta declaración? La verdad es que esto hay que digerirlo bien. ¿Se imagina a Elías conduciendo todos los días de la casa al trabajo, a sus estudios, o ir a un McDonald ordenando un Big Mac? ¿Puede imaginárselo en la casa con la esposa y los hijos? O, aún más, ¿cómo sería verlo en la iglesia? El asunto es que si Santiago nos dijera que “Pedro era un hombre igual que nosotros”, por seguro que no tendríamos muchos problemas en aceptarlo, porque Pedro a menudo se metía en dificultades por su carácter como lo hacemos nosotros. O que tal si Santiago hubiera dicho: “David era un hombre como nosotros”, de igual manera nos habríamos identificado rápidamente con él. Recordemos que David pecó varias veces. En sus Salmos habla de sus frustraciones, de su deseo incesante por conocer la voluntad de Dios, así como haciendo preguntas que parecerían un reclamo a Dios. David tenía problemas con sus hijos. De hecho, David era un hombre igual que nosotros. Pero Santiago no lo menciona. Él dice: “Elías era un hombre igual que nosotros.” Más no obstante, el pasaje sigue diciendo que Elías oró fervientemente para que no lloviera, y Dios detuvo la lluvia. ¿No es esto extraordinario? Así es, para que en todo Dios tenga la preeminencia. El mensaje de Santiago es que Elías era una persona común, y que Dios puede tomar a ese tipo de gente y lograr cosas extraordinarias. Así que echemos un vistazo más de cerca a Elías para ver qué podemos aprender de su ejemplo. Consideremos la visión que Dios tiene para cada hombre a través del profeta Elías.
1.A TRAVÉS DEL EJEMPLO DE ELÍAS PODEMOS VER COMO DIOS TRABAJA CON NUESTRA NATURALEZA CAMBIANTE
1. La amenaza de Jezabel v.1, 2. Lo que hizo el profeta Elías con los profetas de Baal, desafiándolos para que definieran quién era el verdadero Dios, y luego matarlos con su propia mano, fue algo que tuvo que llevarlo a una gran exigencia espiritual, física y emocional. Pero semejante hazaña se constituyó en un gravísimo problema para el profeta, pasando de un estado exaltado y glorioso, a un estado de angustia, zozobra y cansancio. Santiago nos dice que Elías era “un hombre como nosotros”. Y en esto hay que destacar que él era un hombre no un superhombre. Era un ser humano no un ángel. La amenaza cierta de la malvada Jezabel puso al profeta en fuga. Viajó una gran distancia de Jezreel hasta Beerseba, situada a lo largo de la frontera exterior de Israel. ¿Cómo entender esta actitud del profeta quien huye al desierto por la amenaza de un enemigo insignificante? Amados hermanos, la vida en el desierto produce cansancio, hambre y desánimo. Es un hecho que las amenazas emocionales dan como resultado la ansiedad. Pero Dios nos ama y entiende nuestra naturaleza. Él sabe de la “Jezabel” que nos amenaza. Él se “acuerda que somos polvo” y que somos invadidos por esa naturaleza cambiante. Él entiende nuestras debilidades y viene a nuestro encuentro. Eso es una bendición.
2. Un creyente deseando la muerte v. 3, 4. ¿Alguna vez le había pedido al Señor que le llevara a su presencia antes que él lo dispusiera? Si es así, bienvenido al mundo de los mortales. Elías, “un hombre como nosotros”, experimentó este estado emocional. Note lo curioso del texto. Por un lado salió para salvar su vida, pero luego le pide a Dios que se la quite. ¿No revela esa naturaleza cambiante que nos acompaña? ¿No es cierto que a veces luchamos por salvar la vida, pero hay otros momentos cuando deseáramos no tenerla? Qué bueno que Dios toma en cuenta nuestra naturaleza humana a la hora de considerar lo que le estamos diciendo. Pero qué bueno también que a menudo él se niega a contestarnos muchas de nuestras oraciones que son un reflejo del cansancio y desaliento porque las cosas no salen como quisiéramos. En el caso de Elías, Dios sabía que su petición fue el producto de su agotamiento físico, mental y emocional, y no tanto por un deseo genuino de morir. Pero Dios no contestó esa oración. Lo que Elías no sabía era que se iba a convertir en el segundo hombre que no vio la muerte que tanto deseaba. ¡Qué grande es nuestro Dios! Él sabe de nuestras cargas, agotamiento, desilusión… pero sobre todo, él sabe qué es lo que realmente necesitamos. Que la desesperación no nos lleve hasta el extremo de desear morir. Hay muchas cosas que todavía debemos terminar. Hay una misión inconclusa. Hay un trabajo que todavía no hemos concluido. Desee siempre la vida para servir mejor a Dios.
II. A TRAVÉS DEL EJEMPLO DE ELÍAS PODEMOS VER CÓMO DIOS NOS SOSTIENE EN LOS MOMENTOS DE MAYOR DESÁNIMO
1.Despertado por el ángel del Señor v. 5. Las fuerzas de Elías se habían agotado. Por más disciplina física que tuvo, ahora su cuerpo no dio más. Así que el más grande maratón que haya corrido le llevó echarse debajo del árbol y quedar allí rendido. ¿Le parece familiar la escena? ¿Cuántas veces se ha cansado tanto que ve cualquier lugar como una buena cama para echarse? “Elías era un hombre como nosotros”. Ni más ni menos. Es cierto que fue el más grande de los profetas, y que hizo honor a su nombre “Elías”, pero a la hora de la angustia pasó del carácter invencible al carácter humano. Sin embargo cuando todo parece haberse acabado, es tocado y despertado por un ángel. Ahora bien, este no era cualquier ángel, era el ángel del Señor. Era el mismo Señor.
2. “Torta cocida sobre las ascuas” v. 5. Del “horno” celestial le llegó una comida caliente y agua fresca al profeta. Estas dos carencias traen desespero y angustia. Y es que nada será más confortante para un cuerpo cansado y hambriento que una buena comida. El texto nos dice que era una “torta cocida sobre las ascuas”. Por cuanto esta comida vino del cielo, nada pudo sustituirla, así como el maná que sustentó al pueblo en el desierto. En el caso que nos asiste, la comida que el Señor le dio al profeta era la necesaria. ¡Qué bendición saber que Dios también desea socorrernos cuando estamos caídos! Él conoce nuestros límites físicos y emocionales y se preocupa de nosotros. Y es aquí donde comprobamos que, aunque las fuerzas y la provisión se nos agote, tenemos las “tortas cocidas en las ascuas” como la provisión del cielo. Eso no falla.
3. “Levántate y come, porque largo camino te resta” v. 8. Elías, al igual que Jonás, eran dos profetas “dormilones”, pero con la diferencia que Jonás no había tenido una larga caminata. ¿Hasta dónde las fuerzas del profeta se habían agotado que no tuvo ningún asombro frente a la presencia majestuosa del ángel del Señor? Vea la curiosidad del texto. Elías se despertó por el toque del ángel, comió, tomó agua y se volvió a dormir. Hermanos, Elías era un “hombre como nosotros”. Hay algo extraordinario en este pasaje. Cuando sentimos que ya se ha acabado todo, es allí donde comienza el trabajo de Dios. Es cierto que nuestras fuerzas se agotan; es cierto que el creyente se derrumba, pero lo que es más cierto es que el Señor nos toca y nos levanta.
III. A TRAVÉS DEL EJEMPLO DE ELÍAS PODEMOS VER COMO DIOS CUMPLE SU PLAN
1.Lo hace distinto a nuestras fuerzas v. 11. Elías en muy poco tiempo olvidó el poder de Dios. Se olvidó que él mismo fue testigo de ese poder a través de la respuesta a sus oraciones. La más fresca evidencia tuvo que ver con los profetas de Baal, pero la había olvidado. El fantasma de la mujer que le persigue le hizo llevar hasta esconderse en una cueva v. 9. Además se queja que él sea el único que haya quedado de todos los profetas v. 10, y sigue temiendo por su vida. Pero Dios lo saca de la cueva y usando varios fenómenos naturales: viento, terremoto y fuego, le hace ver que él sigue teniendo el poder total, y aunque no estaba en tales fuerzas de la naturaleza, pues se le mostró en un “silbo apacible y delicado”, quedaba claro que su gran poder no había disminuido para cumplir su propósito en él.
2. Lo hace reafirmando el ministerio v. 15, 16. Dios no oyó la oración cuando el profeta Elías le pidió que le quitara la vida. Y no lo oyó porque Elías no había culminado la obra, aunque el profeta siguió objetando y quejándose delante de su Dios paciente y misericordioso. De modo, pues, que antes que ocurriera el último plan que Dios tenía para él, era necesario hacer tres cosas: ungir a Hazael como rey de Siria, a Jehú como rey de Israel y a Eliseo como profeta. Todos ellos traerían un tiempo de renovación espiritual para Israel. ¿Sabía usted que fue Jehú el que terminó con toda la casa de la malvada Jezabel? Así que Elías, “un hombre como nosotros”, nos muestra ese lado tan humano de tomar decisiones sin importar los planes de Dios.
3. Lo hace a través de lo más inesperado (2 Re. 2:11). Elías no tenía idea de lo que pedía cuando le dijo al Señor que le quitara la vida. En aquel momento él actuó como “un hombre como nosotros”. Pero Dios no había planeado la muerte para él. Dios tenía el plan de llevárselo, al igual que Enoc, a su misma presencia sin ver la muerte. De esto deducimos que Elías sería el segundo caso de un “rapto” en la Biblia. Pero note que no solo es llevado vivo, sino considere la forma cómo fue llevado. Dios tenía preparado sus “carros de fuego”, como si se tratara del hombre más importante de la tierra, para introducirlo a su mismo cielo.
CONCLUSIÓN: «Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras» (Stg 5.17).
¡Qué verdad tan reveladora! Notemos que el texto señala: «Elías era un hombre» Las Escrituras registran las valientes acciones de Elías, un profeta considerado entre los más destacados de la historia de Israel. Pero cuando Santiago hace una lectura de Elías, lo que descubre es un hombre. Ni siquiera lo define como un gigante espiritual o le concede el título de «varón de Dios». Cuando la Biblia muestra a sus héroes, nos da una versión natural de ellos, exponiéndolos como realmente son. Y eso es lo que hace la palabra cuando Dios nos examina quedamos al descubierto, tal y cual somos. Nuestro Padre es un especialista en describirnos con precisión y en amarnos tal como somos. Él conoce nuestra naturaleza cambiante, nuestro cansancio, pero no siempre responderá lo que le pedimos, sino nos conviene. Note que cuando corremos en nuestras fuerzas caemos “medios muertos”, pero cuando Dios nos sustenta podemos caminar “cuarenta días y cuarenta noches” con una sola comida. ¿Se identifica usted con Elías? Dios no siempre le dará lo que usted le pida, porque tiene algo mejor. No huya frente al problema, regrese a Dios. Él todavía no ha terminado la obra en usted. “Levántese, porque largo camino le queda”.
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