¿Cómo andamos por casa?

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EL EVANGELIO EN MARCHA

¿Cómo andamos por casa?

  En mi país se usa esta graciosa expresión cuando alguien dice algo que realmente no practica. Por ejemplo, si yo me río de que mi amiga es maniática del orden y yo también lo soy (pero no me he asumido) ella me puede responder con la expresión: “¿y cómo andamos por casa?”, aludiendo a que yo también soy como ella.  ¿Me siguen?

Pese a lo caricaturesco de esta expresión se guarda una verdad que realmente es muy profunda. En infinitas ocasiones medimos a los demás con una serie de exigencias y requerimientos de cosas que ni siquiera nosotros mismos somos capaces de realizar. Siempre es más fácil exigir en el otro aquello que yo no soy capaz o no estoy dispuesto a entregar.

Esta situación ocurre mucho en las relaciones humanas. Pido paciencia y comprensión cuando yo misma no la tengo, pido cariño cuando yo no soy capaz de entregarlo y pido fidelidad cuando yo ni siquiera tengo la voluntad de ser fiel. En más de una ocasión te debes haber sorprendido solicitando algo que ni tú mismo puedes sostener con absoluta seguridad y lo más probable que, descaradamente, te duelas o sientas porque tus expectativas no se cumplieron.

Un vez vi una película en donde uno de los personajes le decía al otro “a veces  hay que aprender a bajar las expectativas” Y no tiene nada que ver con ser conformista o mediocre, tiene que ver con que la brecha entre lo “real” y lo “ideal” no puede ser TAN extensa, puesto que si lo es te frustrarás y sentirás que nada de lo que haces te acerca a esto tan ideal que tienes como modelo en tu cabeza, porque cada vez que te aproximas aunque sea un milímetro a lo ideal, agregas más elementos para que parezca cada vez más exigente e inalcanzable. Te auto saboteas la vida y nunca logras sentirte pleno.

El auto sabotaje es una práctica bastante común y que lamentablemente tienen sólo los seres humanos. Una hormiga que se aproxima a un grano de azúcar no lo sopla para que esté cada vez más lejos. El mismo Cristo no fue así; con todas las posibilidades que tenía de posponer su muerte para que más gente se convirtiera aceptó el tiempo y momento en que debía morir y jamás tuvo un “ideal” irreal, siempre tuvo los pies bien puestos en la tierra y no pidió más de lo que podían entregarle.

Cada vez que sientas que la brecha de lo “ideal” va en aumento ¡DETENTE! Pídele a Dios que te ayude a no auto sabotearte, a reconocer cuando llegan las bendiciones a tu vida sin exagerar las demandas y requisitos. Ninguno de nosotros está en este mundo para cumplir las expectativas de alguien más, sólo para cumplir con aquello que late fuertemente en nuestro corazón.

  Cada vez que exijas o demandes algo de alguien, hazte tú mismo/a esta pregunta ¿Cómo andamos por casa? Tal vez te lleves hartas sorpresas… (Por: Poly Toro)