¿Eres pavo real o grulla?

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EL EVANGELIO EN MARCHA

“Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos. (Mateo 5:16).

    

En mi época de escolar (o sea hace muuu….chísimos años) cuando no contábamos con televisión, ni teléfonos móviles o internet, una de las herramientas favoritas de nuestros maestros para enseñar, eran las fábulas, entre ellas las de: Esopo, La Fontaine, Iriarte y Samaniego.  Y es que esas narraciones nos encantaban porque a más de ser breves, sus personajes ficticios hacían volar nuestra imaginación, y aparte de ello nos dejaban una moraleja o una lección fácil de recordar para toda la vida.

Entre tales fábulas, recuerdo una cortita que caló profundamente  en mí, cuyo argumento –con el permiso vuestro- es como sigue:

 

“Un pavo real convidó a una grulla a un festín suculento. Durante el banquete se puso a discutir con los comensales acerca de cuál de los dos poseía mejores dones personales. Abriendo el pavo real su cola, decía que aquel abanico de finísimas plumas no tenía en el mundo otra cosa que le igualara en perfección y hermosura.

– Ciertamente –respondió la grulla– confieso que eres más hermoso que yo, pero si tus plumas son más vistosas que las mías, en cambio no te sirven para volar.

-Yo, con mis alas -prosiguió la grulla- puedo elevarme hasta las nubes, contemplando bajo mis pies todas las maravillas de la tierra.”

 

Querido amigo y amiga,  esta lectura me lleva a especular que a lo mejor tú eres de esas personas que se siente en desventaja al resto, simplemente porque tu oficio o profesión es considerada como pequeña, frente a otras personas que sin pretenderlo o pretendiéndolo aparecen  como “pavos reales”, con un hermoso plumaje hecho a base de riquezas, títulos, perfiles académicos, preseas y más reconocimientos.

Si piensas así, obviamente afectarás tu crecimiento espiritual, porque sentirás que por ser artesano, jornalero, campesino, empleada doméstica, o el pariente de uno de ellos, no tienes mucho que ofrecer en tu congregación, en tu  iglesia, y que por lo tanto, Dios te quiere menos, te escucha menos, y te favorece menos.

Si piensas así, cuán equivocado estás, pues a Dios no le impresiona ningún logro material que podamos exhibir delante de Él. Lo que sí le interesa  es el estado de nuestro corazón, (del tuyo, del mío), de que utilicemos correctamente los dones o talentos que nos ha dado, y que con ellos  le sirvamos a Él y por ende al resto.

Por lo tanto, bendice tu oficio, y cada  día, mientras dependas de él, esfuérzate por desarrollarlo de la mejor manera, al punto de la excelencia, puesto que simboliza las alas que te permitirán, al igual que la grulla, elevarte a las alturas.

  Pero el Señor dijo a Samuel: “No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; porque Dios no ve como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón.” (1 Samuel 16:7). (Por: William Brayanes)