NUEVA YORK
Por una abrumadora mayoría, la Asamblea General de Naciones Unidas admitió el jueves a Palestina como “Estado observador” tras una votación en la que 138 países se pronunciaron a favor, solo nueve en contra y 41 se abstuvieron. De esta manera, la organización más representativa de la voluntad internacional reconoce implícitamente la soberanía de los palestinos sobre el territorio ocupado por Israel desde 1967. Esta decisión abre un nuevo capítulo en un conflicto que se prolonga por más de seis décadas y deja a Israel y a Estados Unidos en el mayor aislamiento diplomático que han conocido jamás.
La votación no supone la admisión de Palestina como miembro de pleno derecho de la ONU, un paso que corresponde al Consejo de Seguridad, ni tiene consecuencias inmediatas en cuanto a la creación efectiva de un Estado. Pero da a los palestinos renovada legitimidad en su lucha contra la ocupación y llama la atención mundial sobre la urgente necesidad de poner fin a un problema que explica en gran medida el clima permanente de inestabilidad y violencia en Oriente Próximo.
Israel y Estados Unidos se encontraron solos en la Asamblea General de la ONU frente a un amplísimo bloque de países de todos los continentes, tanto con gobiernos democráticos como autoritarios, de derecha como de izquierda, que se pronunciaron a favor de la reclamación palestina. Únicamente la República Checa, Canadá, Panamá, Nauru, Palau, Micronesia y las Islas Marshall votaron junto a ellos.
La mayor parte de los países de Europa, incluidos España, Francia, Italia o Portugal, votaron a favor de la resolución, patrocinada por trece naciones, que iguala el nivel de representación de Palestina al del Vaticano. Otros, como Alemania, el Reino Unido y algunos países del Báltico, optaron por la abstención. La suma total da un número de votos afirmativos algo menor que el que esperaban los palestinos, que cuentan ya con el reconocimiento bilateral de 132 naciones y confiaban llegar a los 150, y un número de votos negativos menor que el que esperaban Israel y Estados Unidos, que confiaban en el respaldo de algún miembro de mayor relevancia que ese grupo de islas del sur del Pacífico.
En la presentación de la resolución, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, aseguró que esta iniciativa “no pretende deslegitimar a Israel sino legitimar a Palestina”. Aseguró que este paso ha sido dado no para obstaculizar las negociaciones de paz con Israel, sino “porque Palestina cree en la paz y porque su pueblo está desesperadamente necesitado de ella”.
En su respuesta, el embajador de Israel ante Naciones Unidas, Ron Prosor, manifestó que los palestinos nunca habían reconocido “la existencia de Israel como el Estado del pueblo judío”, afirmó que su país quiere “acabar de una vez y para siempre con este conflicto”, pero advirtió al líder palestino que “no es con resoluciones en Nueva York sino con conversaciones en Jerusalén como se conseguirá”.
Abbas recordó que, así como esta misma Asamblea General emitió hace exactamente 65 años “el certificado de nacimiento de Israel” -en la resolución sobre la partición de la colonia británica de Palestina-, ahora “debe emitir el certificado de nacimiento de la realidad de Palestina”.
La embajadora de Estados Unidos, Susan Rice, fue la primera en tomar la palabra tras la votación para recordar que “esta resolución no crea un Estado que no existe ni cambia la situación sobre el terreno”, lo que únicamente ocurrirá mediante negociaciones entre palestinos e israelíes. Rice prometió que su Gobierno hará todos los esfuerzos para reanudar el diálogo.
Pese a todo su esfuerzo por reducir la transcendencia de esta votación, el resultado deja claramente en evidencia la posición insostenible en que Israel se encuentra para continuar la ocupación y la difícil situación de Estados Unidos como su único e incondicional valedor. Para EE UU el problema es doble, puesto que sus intereses en la región son múltiples y está obligado a jugar un papel decisivo en la promoción de las negociaciones de paz. (Fuente: Antonio Caño, El País)