La historia de Fernando

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EL EVANGELIO EN MARCHA


SUEÑOS ROTOS

Por: Enrique Monterroza

 

Fernando nunca pensó que Dios le fuera a dar un talento excepcional para desempeñar su guitarra, escuchar a Fernando adorar a Dios con esa guitarra era como escuchar a los ángeles del cielo tocar un arpa.

Cada vez que Fernando tocaba en algún servicio de la Iglesia al final recibía un sinfín de felicitaciones y de comentarios que le recordaban lo que Dios estaba haciendo en su vida. Fernando humildemente respondía a cada comentario con un convincente: “¡Gloria a Dios!”, como queriendo evitar cualquier atribución a su humanidad y dejando la gloria a quien realmente se la merecía.

Fernando soñaba con tocar en algún Grupo o Ministerio internacional, soñaba con viajar por muchos países usando su talento para bendecir y ministrar a otros, cada día practicaba de tres a cuatro horas con su guitarra, oraba fervientemente para que Dios le concediera algún día el privilegio de ir por las naciones para ministrar con su talento.

Un día alguien que pertenecía a un Ministerio internacional escuchó como Fernando desempeñaba su guitarra y al final de ese servicio le extendió una invitación para que formara parte de ese Ministerio, convencidos que era la pieza que necesitaban para seguir Ministrando por el mundo.

Fernando no lo podía creer, ¡Dios había contestado uno de sus más grandes anhelos!, ese día al llegar a su casa lloró de gozo, se arrodilló a un lado de su cama y le agradeció a Dios por esta gran oportunidad, la oportunidad de su vida, lo que siempre había soñado y por lo que tanto había orado.

Al día siguiente Fernando aun con la emoción y el impacto de aquella invitación fue a la oficina de su Pastor, puesto que Fernando era un joven muy sujeto a sus autoridades y le gustaba hacer todo correctamente. Fernando le comentó al Pastor sobre lo que había pasado y como le habían extendido una invitación para ser parte de ese Ministerio Internacional, el Pastor con una cara un poco seria y al mismo tiempo sorprendida, escuchaba como aquel joven con tanta emoción le contaba lo ocurrido.

Después que el joven Fernando le comentó todo lo sucedido y le pidió su permiso al Pastor para ausentarse cuando el Ministerio lo requiriera, el Pastor muy seriamente le dijo: “No me gusta la idea, tu eres parte de nuestra Iglesia y deberías servir aquí, yo me opongo rotundamente a que andes en otros grupos, así que elige si quieres servir en ese Ministerio o en nuestra Iglesia”. Fernando no lo podía creer, triste al escuchar eso de su Pastor, Fernando se fue a su casa, se encerró en su cuarto y mientras estaba sentado en su cama tocando su fiel amiga guitarra pensaba una y otra vez en la respuesta de su Pastor, mientras lágrimas recorrían sus mejillas.

Fernando estaba agradecido por como la Iglesia le había dado la oportunidad de desarrollar su talento, por esa razón se sentía comprometido con ellos, así que con el dolor de su corazón obvió aquella invitación que significaba todo lo que en su momento había soñado y esperado. Fernando declinó a la invitación y siguió desempeñando su instrumento en su Iglesia por varios años.

Ahora Fernando es un adulto, los años pasaron, tiene cinco hijos, trabaja en un Banco por lo que ya no le queda suficiente tiempo para ensayar, tocar su guitarra y mucho menos para asistir a la Iglesia como lo solía hacer.

Al ver la cara de Fernando podemos notar rápidamente que no es feliz con lo que es y con lo que hace, rara vez se le ve por la Iglesia y cuando llega se queda mirando fijamente a los jóvenes que ahora desempeñan aquella guitarra que en su día era suya.

Cada noche antes de dormir se mira al espejo y no se reconoce, no sabe a dónde se fueron sus sueños, sus anhelos, a veces se siente un poco rebelde por pensar que no tuvo que haber hecho caso a su Pastor, pero al mismo tiempo trata de sentirse bien por “sujetarse” a su autoridad, su sueño solo fue eso, un sueño, aquel anhelo murió aquel día en que el Pastor no apoyó su intención de formar parte de aquel Ministerio soñado. Ahora Fernando no es ni la sombra de lo que un día fue y a pesar que a veces quisiera volver a ser el mismo de antes de aquella conversación, simplemente no puede, sus sueños fueron asesinados.

La historia de Fernando es la historia de muchos que soñaron en grande pero la visión limitada de una autoridad hizo que aquellos sueños nunca se cumplieran.

Sin darse cuenta aquel Pastor mató aquel anhelo que aquel joven Fernando tenía, quizá si el Pastor hubiese apoyado su sueño hoy en día Fernando sería más feliz, estuviera Ministrando en varios países en el mundo, tuviera una escuela de música en donde muchos aprendieran a adorar a Dios en espíritu y en verdad y en donde Fernando hubiera podido ayudar de una mejor forma a aquella Iglesia que en su día le dio la oportunidad de desempeñar aquel instrumento que en su momento fue su buen amigo.

¿Por qué en lugar de matar los sueños o anhelos no los apoyamos? ¿Cuál es el miedo que tenemos de que la gente salga de las cuatro paredes? Jesús dijo: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15 (Reina-Valera 1960).

Personalmente hubiera sido un Fernando si cuando comencé con mi sueño me hubiera dejado manipular por una autoridad que se opuso a lo que el Señor me había dicho, sin embargo creí a Dios su promesa y sin ser rebelde sino obediente a Dios seguí en busca de mi sueño y Dios cumplió lo que a mí me había prometido.

¿Quieres ser un Fernando o quieres creerle a Dios?, y no se necesita ser rebelde para ser obediente a Dios, pues si Dios fue el que te dio ese sueño, tienes que perseguirlo y Dios lo cumplirá en tu vida lo que Él mismo te prometió. ¡Que nada te desanime! ¡Créele a Dios y sigue adelante! (Fuente: www.enriquemonterroza.com