EL EVANGELIO EN MARCHA
Por: Danilo Montero
Se dice que un amigo es un hermano por decisión. No escogemos a nuestros hermanos en casa, ni ellos nos escogieron a nosotros. A muchos de nosotros no nos hizo mucha gracia la idea de tener “hermanos”. “A los hermanos hay que quererlos” nos decía mamá, “hay que ser hermanables” nos repitió cuando lloramos a gritos por no querer prestar un carrito. Bueno siendo franco fueron muchas las veces en que siendo niño le pregunté a Dios: ¿para qué sirven los hermanos mayores?…aparte de hacerte la vida de cuadritos…
Y aunque hay un vínculo sin igual con nuestros hermanos de carne, con el paso de los años nos damos cuenta que hay personas con las que “escogemos” compartir la vida por una cuestión de “empatía” o gustos similares: nuestros amigos. Estos son “hermanos” por decisión nuestra.
El concepto de amistad conlleva implícita la idea de afecto desinteresado y pureza, así como la idea de merced o favor. Déjame explicarlo un poco. ¿De quién somos amigos?
De aquellos a los cuáles les dimos acceso a compartir nuestra vida por razón de gustos comunes, afinidad de carácter o visiones afines.
Hay personas que se acercan a uno queriendo ser nuestros amigos. Pero no entran dentro de esa categoría hasta que nosotros acordamos que así sea y nos abrimos a esa relación.
La amistad es uno de los mejores regalos dados por Dios al hombre. Dios nos ha ofrecido su amistad desde el principio.
Su voz llamó a Adán que se escondía detrás de los arbustos luego de pecar para restaurarlo. Su corazón buscaba reanudar la comunión perdida y lo ha hecho desde ese momento.
Cada vez que Dios ha encontrado un corazón dispuesto, lo ha promovido a ese nivel de amistad profunda con El. Tal es el caso de Enoc, cuyo caminar con Dios lo hizo merecedor de ser llevado por él. Génesis 5:24 Asimismo lo atestiguan las vidas de Noé, Elías y tantos otros héroes de la fe.
A Dios le gusta la amistad.
En sus tratos con Abraham, el Señor preparó al patriarca para establecer una amistad profunda entre ambos. Por eso lo llevó a Moriáh en donde Abraham se dispuso a entregar a Isaac y al hacerlo, encontró la clave para lograr una amistad íntima con Dios: “Porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” Génesis 22:12.Su confianza y disposición a toda prueba lo hicieron merecer el título de ‘Amigo de Dios”
Santiago. 2:23.
Lo que más me sorprende de Dios en este sentido es que al procurar nuestro compañerismo establece las bases para que tal cosa pueda suceder.
1.Crea el universo y establece su orden en él.
Dios es Padre primero y como tal, primero establece respeto En su creación. Manifiesta su poder, gloria y majestad. Entonces nos crea para que podamos reconocer quien el El. No puede haber amistad sin establecer respeto y siendo que estamos hablando de amistad con Dios, debe estar bien claro que antes de poder disfrutarla tenemos que aceptar Su lugar de honra.
2. Dios nos crea y nos invita a conocerle, a ser sus amigos. Luego de Padre, Dios es amigo.
ESO ES INCREIBLE!!!
¿Que probabilidades tenemos como humanos de poder ser amigos de Dios? Ninguna, a menos que El ASI LO QUIERA!
Y esas son las buenas noticias del Evangelio:
Jesús vino para hacer de pecadores sus amigos. Su sacrificio buscó asegurar que eso fuera posible.
Jesús no estaba buscando “empleados” ni “siervos”. Tampoco vino a formar un “concilio” ni una junta. VINO A BUSCAR AMIGOS!
Jesús delata que su amor salvador es en esencia el amor de un amigo: “Nadie tiene mayor amor que éste: que uno dé su vida por sus amigos” Juan 15:13 (Biblia de las Américas)
Juntamente con esta afirmación clarísima de lo que el Evangelio es, les comunica a sus discípulos: “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre” Juan 15:15 (Biblia de las Américas)
Jesús no solo viene a quitar de en medio el pecado que nos bloqueaba el acceso al corazón de Dios, sino que también nos revela la “voluntad” del Padre para que al hacerla podamos disfrutar de esa intimidad que anhelamos con El. “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” Juan 15:14.
Esto va en línea con lo que mencionan los salmos como una condición indispensable para la amistad con Dios: “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto” Salmo 25:14
El mismo Dios que nos ama “sin condiciones” para poder salvarnos, requiere una condición para ser nuestro íntimo amigo: guardar sus mandamientos.
Jesús es la personificación perfecta de lo que amistad es.
1.Una verdadera amistad es fruto de una decisión de amor, mas que de sentimientos. En otras palabras, debe hacer “intencionalidad” para poder iniciarla y hacerla crecer.
2. La amistad verdadera se establece y crece en medio del respeto. Toda amistad positiva debe forjarse por medio del reconocimiento de los límites de cada uno y de la búsqueda de la honra mutual, la transparencia y la sinceridad.
3. La amistad se ejercita en la capacidad de entrega desinteresada.
4. Un verdadero amigo permanece al lado no importa lo que pase. “En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia” Proverbios 17:17.
Eso explica por qué Jesús regresa a la orilla de la playa después de resucitar: a buscar a sus amigos que habían perdido la fe.