EL EVANGELIO EN MARCHA
PERLAS DEL ALMA
El verdadero motivo del optimismo
Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)
Dios de Israel, sólo tú eres Dios; ¡sólo tú puedes protegernos! ¡Sólo tú me llenas de valor y me guías por el buen camino! Salmo 18:31,32 (LBLA)
A la tendencia de ver y juzgar las cosas teniendo en cuenta su aspecto más favorable se le llama optimismo. Se cuenta que el general de la marina estadounidense, Chester Puller desembarcó en Inchon, Corea del Norte, y uno de sus subalternos exclamó: “Mi general, tenemos enemigos por delante, a la derecha y a la izquierda, y el océano detrás de ellos”; entonces el general respondió: “¡Grandioso! ¡Ahora no se nos podrán escapar!”.
Soy realista y me doy cuenta que el mundo está lleno de maldad, y que pareciera que el mismo infierno hubiera abierto sus puertas, y los demonios hubieran salido por el mundo a producir caos en toda la tierra. Estos son los días profetizados por Isaías, cuando escribió: !Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías 5:20; RV60), sin embargo, esto no implica que no haya cosas agradables. Dios todavía está con nosotros, y la iglesia del Señor aún no ha sido arrebatada; me consta que tenemos intercesores en oración, y esas oraciones nos sostienen a los que estamos al frente del trabajo en el Reino. En verdad, estos guerreros de oración están deteniendo la justa ira de Dios sobre la perversidad reinante. Esto me hace ser optimista, y pensar que la vida todavía puede reservarnos placeres y alegrías, que compensarán en abundancia todo lo que haya en ella de ingrato y desagradable. Todavía observo que no todo lo que nos rodea es malo; existen muchas cosas nobles. Lo que tenemos que hacer es descubrirlas, y poner un verdadero motivo de optimismo y aplicarlo al aspecto ennoblecedor y bueno de la vida.
El apóstol Pablo estaba preso en una oscura cárcel romana, y desde allí escribió un manual de optimismo llamado la Carta a los Filipenses, porque el verdadero optimismo no depende del buen ambiente en el cual vivamos, o de que estemos en las mejores circunstancias de la vida; la verdadera razón del optimismo está aferrada a nuestra fe en Dios, y que llenemos nuestra mente de la Palabra de Dios, única fuente verdadera del optimismo. En cuanto a las cosas muy difíciles, humanamente hablando, Pablo escribió: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Filipenses 4:8; RV60).
Pues bien, los motivos del verdadero optimismo es enfocar nuestros pensamientos en las mejores cosas de la vida y disfrutarlas, fíjese bien: ¡Todavía la luna y las estrellas iluminan nuestras noches! Todavía las flores, las que encontramos silvestres en el camino, ¡dan su belleza, textura y perfume! ¡Todavía se ve la belleza de un ocaso a la orilla de una playa! ¡Todavía los pajarillos cantan melodías a su Creador! ¡Todavía los ríos llevan en sus venas el líquido vital que nos permite vivir! Todavía existen seres humanos, nuestros familiares, nuestros amigos y, hasta un desconocido que nos tenderán sus manos para ayudarnos, o nos permitirán sus hombros para llorar en ellos. ¡Todavía nacen niños que nos recuerdan en su primer llanto que Dios confía en el ser humano!
Y lo verdaderamente importante, todavía podemos pasar momentos de adoración con JESÚS, en las alturas del espíritu y del alma que nos prepararan para la batalla aquí abajo. Cuán maravilloso y cuán delicioso es que JESÚS mismo pasó por este mundo, y venció. ¡Él nos entrena para ser vencedores también! JESÚS, no contempla desde el balcón a sus millones de hijos en el mundo, Él no nos ve como Humanidad, sino, que Él nos conoce a cada uno, antes de que el mundo fuese. Nuestro nacimiento no fue un accidente, Él es el Dios personal de cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre y nos ama. Por eso, JESÚS se arremanga su camisa, y se pone a nuestro lado, para decirnos: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33; RV60).
Entonces, nos llenamos del verdadero motivo para ser optimistas, y poder decir como el rey David: Dios de Israel, sólo tú eres Dios; ¡sólo tú puedes protegernos! ¡Sólo tú me llenas de valor y me guías por el buen camino!
Perla de hoy: En las pruebas, los problemas y batallas de la vida dependen de ti que sean una puerta para la derrota o el optimismo.