EVANGELIO EN MARCHA
PERLAS DEL ALMA
¡Hoy viviré feliz!
Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)
Este es el día que el SEÑOR ha hecho; regocijémonos y alegrémonos en él. Salmo 118:24 (Biblia de las Américas)
¡Hoy viviré feliz!
“El amor del Señor es eterno”, dice el salmista, por lo tanto, saludo a este día con el gozo del Espíritu de Dios que vive en mí; levanto mis brazos y manos hacia Dios en alabanzas porque todo proviene de Él; le doy gracias por hacerme el ser humano que soy, también le doy gracias por hacerme vivir en este día. Muchos que ayer amanecieron, hoy no están. El hoy es todo lo que tengo. El hoy es un perfume carísimo, en un precioso frasco hecho por la mano de Dios, no desperdiciaré ni una sola gota. Nadie puede dar lo que no tiene, y lo que tengo en abundancia es la alegría de vivir. Hoy contemplo una rosa y huelo su fragancia, me deleito en la pureza de su color y la tesura de sus pétalos; ella da lo que tiene para lo demás. Hoy buscaré a alguien y le diré una palabra o un pensamiento que le haga brotar una sonrisa desde su alma atribulada; hoy haré una acción de amor por alguien conocido o desconocido. Hoy no dejaré que nada ni nadie pase inadvertido, porque la Biblia dice: “Sé que todo lo que Dios hace será perpetuo; no hay nada que añadirle y no hay nada que quitarle; Dios ha obrado así para que delante de él teman los hombres” (Eclesiastés 3:14 LBLA). A este día hecho por Dios no tengo nada que añadirle ni quitarle, sólo disfrutarlo en toda su plenitud.
¡Hoy viviré feliz!
“El amor de Dios es eterno”, por esta verdad, no perderé ni un momento siquiera por lamentarme de las pruebas y problemas de ayer; el ayer es tan sólo un recuerdo, y no lo recordaré con dolor; el mañana es un vapor mágico, vago e ilusorio; el ayer es historia y el mañana está en las manos de Dios; sólo hoy dispongo de luz suficiente para amar y vivir. Hoy cierro para siempre la puerta del ayer y tiro la llave al fondo del mar. Hoy, como Pablo, puedo decir lleno de entusiasmo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17 RV60).
¡Hoy seré feliz!
“El amor del Señor es eterno”, por lo tanto, Él derramó su amor en abundancia en mí, el día en que lo conocí (Romanos 5:5) Confiando en ello, no tendré enemigos porque los perdonaré y oraré por ellos, no dejaré que el rencor se convierta en mi verdugo. No desperdiciaré este día hermoso y único que no volveré a vivir en lo malo, sino en lo bueno; disfrutaré la creación en toda su hermosura que está delante de mis sentidos, el canto de los pájaros, una florecilla, el sonido de un riachuelo, la nubecilla que ser forma en el horizonte mientras las golondrinas la tocan con sus alas; aun disfrutaré las incomodidades de un mundo imperfecto porque la creación del ser humano fue una acción deliberada de Dios; veré la vida humana como lo más valioso que salió de la mano de Dios, pero que al alejarse de Dios ser humano, la convirtió en drama, en tragedia, en dolor. Sin embargo, hay esperanza de un fabuloso futuro en JESÚS, y por eso, yo estoy aquí para empinarme sobre todas mis circunstancias y gritar a todo pulmón: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13 RV60).
¡Hoy viviré feliz!
Porque ser feliz es una decisión que nada ni nadie me puede quitar; acariciaré el hecho de que desde antes de la fundación del mundo, Dios hizo este día para mí. Hoy me diré varias veces a mí mismo, no soy un accidente en este mundo, cuando nací Dios estaba sonriendo porque soy parte de Su plan maravilloso y eterno para el universo. Hoy abrazaré y besaré a todos los míos; buscaré a mis amigos para decirles cuánto los amo y necesito porque: “Con un buen perfume se alegra el corazón; con la dulzura de la amistad se vuelve a la vida” (Proverbios 27:9 LBLA), además, porque no sé si mañana estaré, y ellos tampoco.
¡Hoy viviré feliz!
Y si este fuera el último día de mi vida, no quisiera que me juzgaran por mi pasado, sino por este día en el que me dije: ¡Hoy viviré feliz!
Oración: Padre eterno: Ahora entiendo que Tú me amas y que desde antes de la creación del mundo, Tú quisiste que yo fuera parte de tu familia. Señor, con humildad te pido que perdones mis pecados, me arrepiento, y te ruego que vengas a mi vida. Gracias JESÚS por salvarme, y de ahora en adelante, Tú eres mi Señor y Salvador. Amén.
Perla de hoy:La felicidad no es algo sino Alguien, es JESÚS. ¡Teniéndolo a Él, lo tenemos todo!