EL EVANGELIO EN MARCHA
El sorprendente descubrimiento, anunciado esta semana, de ondas en el tejido del espacio-tiempo ha sacudido al mundo de la ciencia, y al mundo de la religión. Ha sido presentado como evidencia de la inflación (una expansión del universo más rápida que la velocidad de la luz); el nuevo descubrimiento de rastros de ondas gravitacionales afirma los conceptos científicos en el campo de la cosmología, la relatividad general y la física de partículas.
La teoría prevalente de los orígenes cósmicos antes de la teoría del Big Bang era la del “Estado sostenido”, la cual afirmaba que el universo siempre había existido, sin un comienzo que necesitara una causa.
Sin embargo, esta nueva evidencia fuertemente sugiere que hubo un comienzo para nuestro universo. Si el universo de hecho tuvo un comienzo, por la simple lógica de causa y efecto, tuvo que haber un agente -separado e independiente del efecto- que lo causara.
Eso me suena mucho a Génesis 1:1: “En el principio Dios creó los cielos y la Tierra”. Entonces, este último descubrimiento es una buena noticia para nosotros los creyentes, ya que agrega un apoyo científico a la idea de que el universo fue causado -o creado- por algo o alguien fuera de él y que no dependía del mismo.
El astrónomo ateo que se convirtió en agnóstico, Fred Hoyle, quien acuñó el famoso término “Big Bang”, hizo esta famosa declaración: “Una interpretación con sentido común de los hechos sugiere que un superintelecto jugueteó con la física”.
Como Hoyle lo vio, el Big Bang no fue una explosión caótica, sino más bien un evento altamente ordenado, uno que no pudo haber ocurrido por casualidad.
Sabemos que Génesis nunca tuvo la intención de ser un manual científico detallado, en el que se describe cómo Dios creó el universo. El mensaje que imparte es teológico, no científico.
Como científica y creyente moderna, cuando veo el cielo estrellado en una noche despejada, recuerdo que “los cielos cuentan la gloria de Dios” (Salmo 19:1). Me siento maravillada ante la complejidad del mundo físico, y cómo todas las piezas encajan a la perfección y se encuentran en armonía.
En el libro de Jeremías, en el Antiguo Testamento, el escritor nos cuenta que Dios “estableció su pacto con el día y la noche y con las leyes del cielo y de la tierra”. Si Dios verdaderamente es el creador, entonces Él se revelará a través de lo que ha creado, y la ciencia es una herramienta que podemos usar para descubrir esas maravillas. (Por: Leslie A. Wickman, CNN/ AcontecerCristiano.Net)