Cristo en su máxima expresión humana

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  EL EVANGELIO EN MARCHA

Cristo en su máxima expresión humana

Por: Pastor Boris López (borislopez986@yahoo.com)

 

  La unión de una naturaleza humana con una naturaleza espiritual se conoce en teología como la  unión “hipostática”, que determina la alianza de dos entes que desde un punto de vista científico no se podría realizar.

Dentro de este tema es importante reconocer que la naturaleza de Cristo, divino en primer lugar, procedente del Padre el cual se humanizó como lo dice el evangelio según San Juan 1:1,14  En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Desde este punto de vista surge la separación necesaria del ser de Cristo, una naturaleza divina y una naturaleza humana un ser “teo-antrópico”, cien por ciento Dios y cien por ciento hombre, de allí su obra expiatoria.

Muy pocos saben que Cristo se separó de su divinidad para realizar el sacrificio por la humanidad, él mismo se autolimitó en su deidad, el apóstol San Pablo, escribiéndole a los Filipenses les describe la capacidad de Cristo de despojarse de su divinidad para enfrentar al pecado, y vencer la ley:  “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:5-11).

Hay varios pasajes bíblicos que nos muestran la humanidad del Dios encarnado, del hijo, en su papel de Dios-hombre, podemos mencionar el del Jardín de Getsemaní cuando Cristo sabe que ha llegado su hora y sufre como ser humano la angustia de la muerte: Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.

 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.”(Mateo 26:38), también y por excelencia podemos mencionar el abandono total por parte Dios Padre al Dios hijo, cuando está en la Cruz, – Dios mío, Dios mío, porqué me has desamparado?

Este pasaje mantiene un principio de atestiguamiento doble porque lo encontramos en dos evangelios que es en el más antiguo que es Marcos 15:34 que fue escrito en Arameo:  “Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Y en Mateo 27:46 escrito en hebreo: “Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?.”

Estos pasajes revelan la naturaleza antropológica de Cristo y demuestran que Cristo pudo haber renunciado a su obra expiatoria, sin embargo, se mantiene obediente al Padre para llevar adelante la voluntad del Padre.

Siendo Cristo nuestro sumo sacerdote, el cual sufrió todo por nosotros y vivió en un cuerpo humano para ser tentado en todo, pero sin pecar, demuestra que el sacrificio fue hecho una vez y para siempre y de allí el poder ser llamado “Vicario”, aquel que pone su vida por otros, Cristo murió por ti y por mí y realizó el sacrificio por nuestros pecados, para que seamos libres de la condenación y tengamos vida eternal.

Por eso debemos saber que Cristo es nuestro amigo, aquel que puede compadecerse de nosotros, y que además entiende nuestra naturaleza humana y nuestra imperfección para que le busquemos y nos dé pronto Socorro. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.(Hebreos 4:15).

Siendo que Cristo pagó por ti, viniendo de la eternidad para morir por ti en una cruz, mi pregunta hoy es, ¿Ya lo recibiste en tu corazón como Señor y Salvador personal?