EL EVANGELIO EN MARCHA
Sembrando Futuro
LA FAMILIA
Por: Pastor Juan Arispe
Continuando con el artículo anterior sobre la construcción de una familia saludable donde el centro sea Cristo. Hoy vamos hablar acerca de la comunicación con nuestros hijos, algo tan importante en estos tiempos y en este país, donde el dinamismo del trabajo y otros quehaceres nos quitan ese momento precioso de estar y compartir con ellos, un tiempo de calidad, donde se sientan atendidos y queridos.
Cuántas veces Ud. ha querido hablar con su hijo(a), en su tiempo y no conseguimos resonancia de parte de ellos; pareciera que no nos oyen o están distraídos en otras cosas; se ha preguntado ¿por qué? y es que, el tiempo de ellos es diferente al nuestro.
Esté pendiente cuando ellos estén dispuestos a abrir esa ventana de su corazón. Cuando ellos abran ese espacio para que Ud. penetre en su mundo; ese mundo cargado de interrogantes, de expectativas, de dudas, de incertidumbre, etc.; ese es el momento para conocerlos realmente como son y cómo piensan y darles la importancia que tienen.
TIEMPO DE CALIDAD: Es preciso definir lo que se entiende por tiempo de calidad; es cuando Ud. dedica sus cinco sentidos a la persona con la cual está hablando o realizando una actividad. Es común que estemos hablando con nuestros hijos y realizando otras tareas: cocinando, limpiando la casa, viendo TV, atendiendo el teléfono. Le voy a dar unos tips: apague el TV, apague la cocina, no atienda el teléfono, deje todo lo que esté haciendo y dedíquelo a oír a su hijo(a) y él o ella se lo van a agradecer toda su vida. Recuerde una cosa, que los que ellos no obtienen en su casa hay mucha gente que está dispuesto en la calle a darle lo que necesitan.
En consejería es muy común, oírle decir a los padres que tienen buena comunicación con sus hijos y cuando se va al fondo de la situación, observamos que existe una comunicación de un sola vía, no existe el retorno. Para que exista una sana comunicación tiene que haber uno que habla y otro que escucha y luego se alternan; pero no es el caso en muchas familias donde solo los padres hablan y los hijos escuchan. Hay una escritura en Efesios 6:4, que dice que no provoquemos a ira a nuestros hijos, sino disciplinarlos e instruirlos con la palabra del Señor.
Cuando, nosotros como padres, no le damos la importancia que tiene lo que quiere decir nuestro hijo, provocamos molestia, incomodidad, inconformidad y posteriormente un silencio absoluto en ellos; de allí la importancia de estar disponible cuando su hijo(a) quiera hablar. Nunca menosprecie lo que le va a decir su hijo, su mundo de intereses es completamente diferente al suyo, solo entiéndalo, compréndalo y bájese a su nivel y no le exija a él o ella que suba al suyo. Su hijo o hija ve las cosas con un lente diferente al suyo. Ud. es un adulto y su hijo o hija es un preadolescente o un adolescente.
Usted nunca va a saber cuando su hijo abrirá la ventana, quizás sea en un momento inoportuno, pero a pesar de ello no ceda ante su pensamiento “PODEMOS HABLAR DE ESO MAÑANA” Quizás mañana sea tarde, ya habrá cerrado la ventana. Hacer actividades juntos en una oportunidad para que ellos habrán esa ventana.
En oportunidades las ventanas se abren en momentos menos apropiado, ejemplo: tarde en la noche, cuando Ud. se dispone a dormir o cuando Ud. está mas cansado(a); no importa como se encuentre Ud., no importa lo que esté haciendo, no importa la hora; la conversación con su hijo es más valiosa que todo lo demás, sino no lo hace ahora, mañana se lamentará de no haberlo hecho.
A cuantos padres le gustaría que su hijo(a) dijera el día de mañana: CUANDO YO ESTUVE DISPUESTO(A) A HABLAR, MIS PADRES ME OYERON Y ME ENTENDIERON.
No solo es hablar, sino entender lo que quieren decir y lo que han dejado de decir. Aprenda como padre o madre, lo que hay detrás de cada frase que dice su hijo, ponga cuidado no solamente a su lenguaje verbal sino también a los gestos que le acompañan.
Siembra hoy y cosecharás mañana.
Pastor Dr. Juan Arispe Telf.: 703-509-7884
Pastora Rosa María Arispe Telf.: 703:475-5660
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