EL EVANGELIO EN MARCHA
Viviendo de la palabra
(DEUTERONOMIO 8:1-3)
Por: Rev.Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia
INTRODUCCIÓN: ¿Por qué Dios hizo esta declaración a su pueblo en el desierto? ¿Qué se proponía enseñarle con todo esto? ¿Por qué Jesús usó este texto contra Satanás? Es obvio que el pan acá representa lo natural, las cosas materiales que se necesitan para la vida, tales como: comida, hogar, vestimenta, trabajo, salario. El pan representa la vida misma. Y si bien es cierto que todas estas cosas son necesarias, la realidad es que muchos creyentes solo viven para comer. En la oración del “Padre nuestro”, Jesús pidió por el “pan nuestro de cada día”, pero antes pidió que viniera tu reino y que se hiciera tu voluntad. Esto significa que antes de todo, nosotros debemos enfocarnos en los intereses de Dios. ¿En qué ha pensado estos últimos ocho meses del año? ¿Qué es lo que más ha consumido su tiempo? Si tuviera que evaluar entre el consumo del pan material y el pan espiritual, ¿cuál habrá sido su mayor alimentación? Cuando Jesús se enfrentó a Satanás y lo increpó con el texto de Deuteronomio 8:3, tenía cuarenta días y noche en oración y ayuno. El planteamiento de Satanás era osado porque él sabía que Jesús podía transformar las piedras en pan. Imagínese el cuadro. Usted dura una mañana sin comer y le aseguro que al medio día ya su estómago le demanda comida. Y si tuviera que pasar cuarenta días y cuarenta noches sin comer y el tentador le ofreciera pan, ¿cómo reaccionaría? Es muy fácil decir: “No solo de pan vivirá en el hombre” cuando su estómago está lleno. Pero, ¿será posible vivir de “toda palabra que sale de la boca de Dios”? Bueno, ese es el fin de este mensaje. La palabra de Dios debiera ser suficiente. Si ella no nos alimenta es porque estamos comiendo muchas cosas materiales. Sigamos el ejemplo de Jesús, quien después de un largo periodo en el desierto, reconoció la necesidad de alimentarse de la palabra divina. ¿Cuál es este mensaje?
I. HAY UNA VIDA QUE PUEDE SER SUSTENTADA SIN EL PAN MATERIAL
1. Es la vida que atraviesa el desierto. ¿Por qué Israel pasó por el desierto durante cuarenta años antes de entrar a la tierra prometida? ¿Por qué no entró directamente a Canaán? Bueno, hay varias lecciones que se desprende de esta historia. El desierto es un lugar sin vida. No hay agua, por lo tanto no hay vegetación, ni nada que pueda dar sustento. Es un lugar donde impera la inclemencia del sol de día, y un gran frio durante las noches. Pero también el desierto es símbolo de soledad y de incertidumbre para la vida. Israel pasó cuarenta años en ese lugar. El texto dice: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto…”. Deuteronomio es una repetición de la ley, y eso es exactamente lo que ahora Israel está oyendo. Israel tenía que recordar que recordar la larga experiencia en este lugar. Pero sobre todo, ellos tenían que recordar que fue en ese sitio donde fueron sustentados exclusivamente por Dios.
2. Es la vida que atraviesa las pruebas. Israel tenía que recordar también estas palabras: “…para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. La ausencia de pan y agua conlleva a una vida de quebrantamiento. La intención de Dios al llevar a su pueblo por este lugar era quebrantarlo para sacar de ellos el pueblo que iba a servirle como nación apartada y escogida por Dios. Note que la intención de Dios fue especifica: “para afligirte, para probarte…”. Hay un paralelismo asombroso cuando el Señor también fue sometido a prueba en el desierto. La Biblia dice que él fue llevado por el Espíritu Santo allí para ser probado. Y va a ser en ese marco de pruebas y tentaciones donde Cristo tomará las palabras de Deuteronomio 8:2, para responderle a Satanás, diciendo que “no solo de pan vivirá el hombre” (Mt. ). Ahora Jesús es el nuevo Josué que fue llevado al desierto por 40 días, siendo esto la representación de los 40 años de pruebas de Israel en aquel lugar. Jesús fue probado, y tuvo hambre, al igual que Israel tuvo hambre. Las pruebas nos hacen estar carentes de las cosas materiales, siendo sustentados por la intervención divina.
3. Es la vida que tiene el hambre que produce Dios. Esta es una declaración muy interesante. Dios es el autor del hambre y del sustento. Y cuando te provoca el hambre, no siempre te da el sustento que quieres. Para algunos esto pudiera ser injusto y paradójico. Sin embargo, nuestro Dios está en la tarea de formar en nosotros el carácter que solo proviene de esos tiempos cuando pasamos por el hambre. La verdad es que no siempre sucede esto. Por lo general nos sentimos tan saciados que casi nunca tenemos hambre. Ahora vea esta historia. Dios provocó hambre en su pueblo, pero se aseguró de sustentarlo con el maná. El maná fue algo que ninguno de ellos cosechó. Nadie cultivó para tenerlo. Por lo tanto, el maná es una representación de lo que sale delante de Dios. Vino del cielo. ¿Por qué debemos confiar en Dios y no en el alimento? Para que aprendamos a a vivir de todo lo que sale de la boca de Dios.
4. Es la vida que se sustenta con el maná. Si usted es un amante del arte culinario y experto en las exquisiteces que se ponen en la mesa, tendrá que reconocer que hay comidas que todavía no conoce, pues la variedad gastronómica de cada país y cultura, hacen imposible conocerlos todos. Israel no conoció muchas comidas, solo las que comía en Egipto. Cuando se quejó contra Moisés y Dios, por cuanto le parecía un fastidio aquel maná todos los días, anhelaban el menú que no parecía cambiar todos los días, compuesto de: carnes, pescados, pepinos, puerros y ajos (Nm. 11:4-9). Pero Dios les tenía reservado una comida “que no conocían”. Una simple mirada a este texto nos debe llevar a la conclusión que la comida que Dios tiene preparada para sus hijos tiene que ser mejor que la que preparan los mejores chefs terrenales.
II. HAY UNA VIDA QUE DEBE SER SUSTENTADA CON EL PAN ESPIRITUAL
1. El pan es la palabra de Dios. ¿Qué es sí la “palabra de Dios”? Es la expresión de todo su deseo. Cuando el hombre habla, expresa su deseo, pues bien lo dijo Jesús que de la abundancia del corazón habla la boca (Mt. 12:34). Por supuesto que la diferencia entre la palabra del hombre y la de Dios es que la una sale contaminada, por la corrupción de su corazón, mientras que la de Dios siempre será una palabra limpia como lo expresó el poeta bíblico (Sal. 12:6). Así, pues, desde un principio el deseo de Dios se vio plasmado en lo que fue creando. A través de su palabra dijo: “Sea la luz” y la luz fue hecha. La luz descubrió lo seco y a partir de allí creó toda la vida que ahora conocemos. Esa palabra que “sale de la boca de Dios”, cumpliendo su deseo, es la que nos sustenta.
2. El pan encarnado en Jesús. Una de las razones más poderosas por la que debemos comer la palabra, como el “pan de Dios”, es porque ella es la “encarnación del verbo”. La traducción literal de Juan 1:14, es como sigue: “ Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad” (VDH). Jesús como la palabra encarnada se convierte en el pan que debe ser comido por sus seguidores. Cuando Jesús hizo mención a su propio ministerio, hablando de por qué el maná era una representación suya en el Antiguo Testamento, dijo: “Yo soy el pan que descendió del cielo” (Jn. 6). La noche que fue entregado dijo: “Tomad, comed, este es mi cuerpo que por vosotros es partido”. Nada satisface más el alma que comer de Cristo.
3. Este pan necesita ser comido. Israel sintió fastidio del maná en el desierto. Ojalá que jamás sintamos también fastidio por comer la palabra de Dios. Jesús la noche que fue entregado partió el pan y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomad, comed, esto es mi cuerpo que por vosotros es partido” (1 Cor. 11), y eso hicieron ellos. Amados, nosotros no tenemos que ir a la Biblia solo para saber que va a pasar en los próximos años, o hasta dónde lo que estamos oyendo tiene que ver con lo que hoy se conoce como los tiempos proféticos. O buscar en la Biblia para ver si tiene alguna base para justificar la presencia de seres extraterrestres, para justificar las desviaciones de la homosexualidad, el lesbianismo, o cualquier otra curiosidad “teológica”. No, amados, no usemos indebidamente la Biblia.
4. El pan que sale de la boca de Dios. En esta parte final hablamos de la manera cómo aplicamos esta declaración del Señor. Hemos dicho que “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Pero, ¿cómo es que alguien puede vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios? El primer asunto que hay que afirmar es la oración “toda palabra”. Esto significa que usted necesita comer toda la palabra y no ciertas partes, como solemos hacer en nuestros llamados “devocionales personales”. Hay un feliz resultado cuando el hombre se alimenta de toda la palabra de Dios. El estado más elevado y saludable se da cuando esto hacemos. ¿Por qué debemos alimentarnos de “toda palabra que sale de la boca de Dios”? Porque ellas nos revelan su inspiración y permanencia. Lo que “sale de la boca de Dios” son promesas ciertas para nuestro diario caminar. Son los juicios con los que este mundo al final será juzgado. Son los mandamientos que al practicarlos nos conducen hacia una vida digna donde lo moral y espiritual son las características que sobresalen. Todo lo que sale de la boca de Dios llega a ser más deseable que el oro afinado y la miel que destila del panal (Sal. 19:10).
CONCLUSIÓN: El hombre que se constituyó en “el Verbo encarnado”, la palabra hecha carne, cuando fue tentado, después de pasar cuarenta días y noches en ayuno, no invocó a los ángeles para que lucharan contra el tentador en aquel momento de su vida. Como si se tratara del más osado y valiente guerrero, esgrimió la “espada de dos filos” contra usurpador que también usaba la palabra de Dios, pero para su propios fines. En las tres tentaciones que la presentó, Jesús lo derrotó en su propio terreno. Cuando el enemigo le dijo que convirtiera las piedras en pan, Jesús le respondió: “Escrito está no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4). Las victorias sobre el pecado y Satanás se logran alimentando más el alma que el estómago. Toda palabra que sale de la boca de Dios tiene este propósito. ¿Hasta dónde mis victorias provienen de este alimento del alma?
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