EL EVANGELIO EN MARCHA
PERLAS DEL ALMA
Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? Mateo 6:26 (NTV)
Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)
Antes de tener mi experiencia de salvación, en las fiestas, con mis amigos, era todo un payaso haciendo reír a la gente, pero cuando terminaba el jolgorio me sentía un poco triste y deprimido. Me preguntaba, ¿nací para solamente alegrarme en las fiestas? ¿Después de esto, qué?, ¿de dónde vengo y adónde voy? Sé que viviré y moriré, pero, ¿adónde va uno después de la muerte? Entonces, para tranquilizar los reclamos de mi alma triste, me ponía a escuchar la música que tocaba mis sentimientos: Rancheras, vallenatos, boleros sentimentales y una que otra música llanera para consolarme. Por supuesto esta aparente solución no iba a la raíz de mi problema. Así, vivía una vida triste y vacía.
Pero un día conocí a JESÚS y su bendito Evangelio, y tuve un nuevo nacimiento (Juan 3:3). Sin embargo, necesitaba crecer en mi nueva fe, y descubrir poco a poco los beneficios de ser un hijo de Dios: “Quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo” (Efesios 1:3), aprender esto ha sido todo un proceso en mi peregrinaje espiritual que todavía continúa.
En efecto, en mi crecimiento espiritual, Dios ha usado la Biblia y las oraciones mías y de otros; el gozo de mi salvación es una fuente que nunca se agota; la pasión evangelizadora por la cual Dios me ha llevado, me ha permitido quitar los ojos de mí y ponerlos en la situación de otros; pero realmente, en mi crecimiento espiritual soy un deudor de los hombres y mujeres que Dios puso en las iglesias por donde he pasado. Desde luego, nunca podré olvidar, ¡ni quiero hacerlo!, esos primeros años de mi conversión en la iglesia donde nací, en esa Caracas de los años sesenta, socialmente revuelta, pero con la esperanza de vivir tiempos mejores.
Recuerdo muy bien, que recién convertido al evangelio, el enemigo de los creyentes, el diablo, me puso muchos tropiezos, y eso hizo que varias veces, la tristeza, intentara recobrar su dominio para llevarme de regreso a mi vida pasada. Una de las preguntas que me causaba angustia era, ¿podré serle fiel a mi amado JESÚS hasta el final de mi vida? Aprendí por la Palabra de Dios que la fe no se preocupa por la totalidad del viaje porque para Dios con un paso que demos hacia Él, basta. El Señor JESÚS aconsejó, “no se preocupen por la vida diaria…”, igualmente, debemos aprender que, “el SEÑOR los guiará continuamente, les dará agua cuando tengan sed y restaurará sus fuerzas. Serán como un huerto bien regado, como un manantial que nunca se seca” (Isaías 58:11 NTV).
Ahora bien, nunca podré olvidar que en aquellos días Dios utilizó a otro creyente para ayudarme, mi inolvidable amigo y hermano Adonis Rodríguez. Él ya está en la presencia del Señor, pero en aquel tiempo, un día vine a él, angustiado,-cuando uno sufre de tristeza, siempre tiene motivos para deprimirse, y si no los tiene los inventa-, por mi situación sentimental, estudiantil, económica, por los problemas familiares y laborales; yo era un joven que recién había entrado en sus dieciocho años, recién convertido al Señor, le pregunté: ¿Por qué me siento así?. Entonces, Adonis, tomó su Biblia la abrió en Mateo 6:25-34, leímos el pasaje, nos arrodillamos y él hizo algo más, lloró conmigo. Nos levantamos y cantamos un himno, pero antes de cantarlo me dijo: “Fran, el mismo Dios que creó el universo y las galaxias más lejanas, es el mismo que abre las cortinas de los cielos, y como dice este himno: “Si Él cuida de las aves, cuidará también de mí…”.
Desde aquella tarde yo he podido ayudar a otros y enseñarles que existen muchas razones para sentirse feliz y seguro en todas las circunstancias de la vida, y poder exclamar como el profeta: “¡El SEÑOR Soberano es mi fuerza! Él me da pie firme como al venado, capaz de pisar sobre las alturas” (Habacuc 3:19 NTV). He aquí la letra de este precioso himno, de H. Gabriel. Traducción de Vicente Mendoza:
PERLA DE HOY: No puedo impedir que la tristeza toque la puerta, pero el gozo del Señor, le dice: ¡Aquí vivo!