EL EVANGELIO EN MARCHA
PERLAS DEL ALMA
Señor, y ahora, ¿qué harás?
Enseguida Jesús vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó:—¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente? Lo estaba poniendo a prueba, porque Jesús ya sabía lo que iba a hacer. Juan 6:5,6 (NTV)
Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)
Como deben imaginárselo en mis primeros 50 años de vida cristiana, he visto al Dios de los imposibles, hacer milagros. No estoy hablando solamente de curas milagrosas en el plano de esta vida temporal, -de paso también los he visto, y hasta en mi propia vida-, pero no hablaré de ello; me refiero a los milagros que en la obra de la evangelización, en el esfuerzo de llevar la salvación a los demás seres humanos, han ocurrido.
Venciendo el temor a ser criticado por repetitivo, voy a caer en la misma valentía de los escritores de los Evangelios ¡los cuatro narraron este evento de la multiplicación de los panes y los pescados! Creo que desde allí en adelante cada vez que los discípulos se enfrentaron a dificultades, se acercaban a JESÚS, y le preguntaban: Señor, y ahora, ¿qué harás?.
Desde el nacimiento de la Marcha Evangelizadora en 1977, he visto la mano de Dios obrar milagros en la multiplicación de los panes y los peces en nuestra obra evangelizadora y misionera, muy cerca de mí. El primer susto que pasamos fue la noche del 15 de agosto de aquel año 1977, cuando observé el entusiasmo de 25 jóvenes que llegaron a nuestro primer adiestramiento en el templo de la Primera Iglesia Bautista de Barquisimeto, Estado Lara en Venezuela.
Serían como la una de la noche del 16 de agosto cuando me reuní con mis compañeros de aventura misionera: Jesús Bolívar, tesorero, Pablo Jorgez el administrador y yo, el director. Pablo Jorgez, dijo “se necesitarán por lo menos tres mil bolívares” (en aquellos días, eso era dinero), el hermano Bolívar sugirió que pasáramos la noche orando y que él estaba seguro de que el Señor nos enviaría aquella cantidad de dinero y mucho más (él era un nuevo creyente, y yo pensé “que fe tiene el varón Bolívar”); terminamos la reunión y nos fuimos a dormir las pocas horas que quedaban de la madrugada porque a la seis de la mañana, todos nos levantaríamos para orar; pero había una pregunta en la mente mía: Señor, y ahora ¿qué harás?.
Lo demás es historia que he repetido y seguirá haciéndolo hasta que me vaya porque después de todo, la existencia de la iglesia y todo lo que se haga alrededor de ella, todavía, ¡es un milagro! Así en aquel primer evento, Dios hizo realidad, lo imposible según nosotros, pero Dios lo hizo de nuevo como en el relato de los Evangelios. El hermano Bolívar oró y Dios obró. Durante un mes más de 70 personas nos involucramos en aquel evento inolvidable. Cuando nos parecía que ya no tendríamos alimentos para nuestros evangelizadores: Dios usaba a una persona con una ofrenda especial, o una iglesia u organización como en el caso de la Unión Femenil Bautista Misionera de la Región Central, nos enviaron alimentos (ah las mujeres, ¡qué haríamos sin ustedes en la obra misionera!); las otras iglesias de la región se hicieron presente, y hasta los que no conocían al Señor, ofrecieron sus hogares para albergar a los marchistas.
Sucedía que cada vez que nos encontrábamos en un encrucijada del camino, llenos de fe y optimismo por la presencia del Comandante Nazareno con nosotros, le preguntábamos: Señor, y ahora ¿qué, harás?.
El apóstol Felipe, era uno de esos creyentes que dicen “si lo veo, lo creo”… Entonces, a un hombre como él, JESÚS, le pide un consejo: ¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente? La respuesta del Apóstol, es característica de uno como él: “¡Aunque trabajáramos meses enteros, no tendríamos el dinero suficiente para alimentar a toda esta gente!.” Es la respuesta de los que dudan del poder de Dios, “¡no se puede!”, “es imposible”, “¡nunca lo hemos hecho!” o tal vez, “podemos lograrlo pero tendremos que sacrificarlo todo, y no vale la pena.” Pero en la escena entra Andrés, el hermano de Pedro, optimista, visionario, su lema es “si lo creo, lo veo”, ya aquel discípulo había visto a un jovencito con su cesta de cinco panes y dos pescados, y lo había convencido de que si invertía su almuerzo y lo ponía en las manos de JESÚS, ¡Dios haría algo grande y ayudaría a los demás!
PERLA DE HOY:Frente a lo imposible con fe y expectación dile a JESÚS: Señor y ahora, ¿qué harás?