Por: Moisés Evangelista
Todo creyente maduro debe estar familiarizado con el funcionamiento de los dones del Espíritu. Este es el medio específico a través del cual Dios ha escogido canalizar su poder a través de su pueblo, y Él espera que aprendamos a movernos en su poder sobrenatural.
En primera de Corintios 12:1 Pablo advierte: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales”. Dios escogió específicamente el don profético, por ejemplo, para informarnos, instruirnos, animarnos y corregirnos (ver 1 Corintios 14:3).
Ese don, así como los demás dones del Espíritu, se manifestó continuamente en el Antiguo Testamento, y se ha manifestado a través de toda la historia de la Iglesia. Y continúa manifestándose en nuestros tiempos dondequiera que hay gente dispuesta a creer que Dios se mueve de la misma manera a través de los siglos, y que sus dones no fueron sólo para un tiempo limitado, sino para cualquier tiempo en que se requiera su intervención milagrosa para llenar una necesidad en medio de su pueblo.
Durante su primer gran sermón después de Pentecostés, el apóstol Pedro declaró (Hechos 2:38,39): 38 Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
La extraña idea de que los dones dejaron de manifestarse después del establecimiento del Canon de las Escrituras es una confección artificiosa de algunos teólogos que nada tiene que ver con la realidad del mundo espiritual. Los dones fueron diseñados y derramados para suplir necesidades que todavía se manifiestan en la vida del pueblo de Dios, y que continuarán dejándose sentir hasta que Cristo venga.
Donde no hay expectativa de que Dios aún se manifiesta explosivamente y con poder, el Espíritu será contristado, y decaerá la manifestación de los dones. Los únicos que se benefician de ese triste estado de cosas son Satanás y sus demonios, quienes quedan libres para moverse sin trabas en medio de un pueblo ignorante y espiritualmente endeble, incapaz de movilizar la intervención divina cuando el enemigo se abalanza contra él.
Estudia la Biblia e instrúyete acerca del funcionamiento correcto de los dones en la vida del creyente. Recibe por fe la llenura del Espíritu Santo dentro de ti, pues es ahí donde comienza el mover de los dones, ya sea en el ministerio o en la vida cotidiana. Y comienza a cultivar por fe esos maravillosos recursos espirituales que Dios te ha dado como herencia.
A medida que los uses, aunque sea muy imperfectamente al principio, irán despertándose y desarrollándose dentro de ti, hasta convertirse en un recurso indispensable para esa nueva vida de poder que comenzarás a vivir. Dios Te Bendiga.