El fundamento de Dios para la pareja

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EL EVANGELIO EN MARCHA

(GÉNESIS 2:18-25)

 

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia

 

aaEl diseño de la creación de Dios nos revela una mente maestra, así como una sabiduría especial en todo aquello que llamó “bueno en gran manera”. Y entre  los “planos” de la creación, el diseño para formar al hombre y la mujer fue la cumbre de su ingenio; lo más excelso que pudo hacer fue al hombre y a la mujer. Por esta razón Dios no patrocina matrimonios fracasos, hogares infelices, hijos vacíos y sin propósitos. El no creó a la primera pareja para que fracasara. Él es un Dios de éxitos y no espera menos que esto de sus criaturas. ¿Se considera usted una persona con una familia feliz? ¿Cuál es su respuesta? Si su respuesta no es un enfático sí, creo que necesita escuchar lo que voy a decir en los próximos minutos. La buena noticia que les tengo es que  a pesar de las diferencias que puede haber en una familia, las que pueden ser motivos de conflictos,  Dios nos ha hecho para que seamos un complemento. En Génesis 2 encontramos la historia de la primera pareja. Cuando uno lee esta historia lo primero que descubre es que ellos tuvieron todos los elementos para lograr una familia con los mayores éxitos, porque ellos fueron totalmente diferentes a nosotros. ¿En qué forma fueron diferentes? Bueno, por ejemplo, ellos no tuvieron celos. Adán no podía comparar la comida de Eva con la de su mamá. Como no tenían suegros, ninguno de ellos podía meterse en su relación y afectarla. Por otro lado, Eva no pudo echarle en cara a Adán que haya tenido otras novias con los que se pudo haber casado. De modo que si alguna vez Eva le preguntó a Adán si realmente le ama, me imagino que la respuesta de Adán sería algo así: “Y a quién más crees que puedo a amar en este lugar”. Tenemos, pues, que en aquella primera pareja sin antecedentes, Dios estableció el auténtico fundamento que debe ser aplicado al matrimonio. Lo hizo para satisfacer las necesidades emocionales, síquicas, físicas y espirituales que deben darse entre un hombre y una mujer. Por lo tanto, familia es la primera institución que Dios creó allá en el jardín del Edén. Si volviéramos con frecuencia a revisar este fundamento, descubriríamos el corazón de Dios para la familia. ¿Cuál será el fundamento divino para una familia feliz?

 

  1. DIOS HIZO A LA PRIMERA PAREJA PARA QUE LLEGARA A VIVIR EN MEDIO DE UNA UNIÓN COMPATIBLE

 

  1. Un hombre solo en medio de una gran compañía v. 18. ¿Necesitaba Adán más compañía que la que ya disfruta en el Edén? ¿Puede haber una mejor compañía que la de Dios? Sin embargo fue el mismo Dios que dijo: “No es bueno que el hombre esté solo”. Adán usó toda su psicología e imaginación para ponerles nombre a los animales, pero fue obvio que no pudo tener con ellos compañerismo. Hizo todo el trabajo de ponerles nombre a los animales y los vio cómo se aparejaban, “más para Adán no se halló ayuda idónea para él” v. 20. De manera que fue después de esta tarea que Dios le proveyó de una “ayuda idónea”. En el fundamento para la familia hubo un propósito: Dios dio a Adán una esposa y le dio a Eva un esposo. Y así es como ha funcionado desde el principio. Dios no le dio a Eva un padre para que éste le gobernara. No le dio a un hermano para que jugaran. Ni tampoco le dio a un hijo para que lo cuidara.

 

  1. La importancia de la ayuda idónea. La soledad del hombre Dios la llenó con algo de su propia vida; una ayuda idónea. La traducción sería un ayudante como él mismo. Es por eso que a nuestras esposas las llamamos la “otra mitad” que nos falta para ser completo. La llamada “guerra de los sexos” ha creado una confusión, pues se pretende crear una competencia entre el hombre y la mujer. Lo que hace  a un hombre y una mujer vivir como compañeros es su diferencia. Dios hizo al hombre para que fuera hombre y a la mujer para que fuera mujer.

 

  1. DIOS HIZO A LA PRIMERA PAREJA PARA FORMAR UNA UNIÓN PERMANENTE

 

  1. Se unirá a su mujer… (v. 24a). La palabra hebrea “se unirá” significa soldar o pegar. Aquí tenemos los principios de Dios para prevenirnos del divorcio. Dios no pensó en hogares desechos, sino en hogares de éxito. Porque los hogares desechos producen personas desechas. Las marcas de un divorcio quedan estampadas en la vida de sus protagonistas. Y los divorcios son realidades que nos estremecen, no tanto por los que se dan entre el llamado mundo inconverso, sino lo rápido que se están dando entre los creyentes. La siguiente es una nota tomada de la encuestadora Barna: “El divorcio es tan aceptable entre los cristianos evangélicos en el sur de los Estados Unidos que los abogados especialistas en estos trámites a veces ponen el logotipo del pez cristiano en sus anuncios en las Páginas Amarillas. ¡Eso equivale a que un judío monte una procesadora de jamón y ponga la estrella de David en sus anuncios”. ¿Por qué se dan los divorcios? Porque algunas personas entran al matrimonio preguntándose, ¿qué hay en esto para mí? En lugar de preguntarse, ¿qué hay en esto para los dos? De estas causas, el egoísmo es el que más hace daño. El divorcio jamás formó parte del fundamento divino.

 

  1. La preeminencia del amor (1 Cor. 13). Lo más común en una separación es oír: “Se acabó el amor”. Pero la verdad es que se acabó porque nunca existió. El amor es un compromiso. Y si usted no hace ese compromiso cuando llega alguna crisis, usted va abandonar el matrimonio. El amor verdadero, es bíblico, hace que nos soldemos a las esposas. Haga la prueba pegando dos papeles con goma, y al tratar de separarlos usted va a dañar a ambos papeles. No hay una manera en que usted pueda ganar en una guerra con su pareja. ¿Sabe por qué? Porque usted y su cónyuge son uno. Y si usted le hace daño usted pierde porque usted se perjudica así mismo. Una mujer en guerra con su esposo, está en guerra consigo mismo y por ello no puede ganar.

 

III.DIOS HIZO A LA PRIMERA PAREJA PARA QUE ALLÍ SE DIERA LA AUTÉNTICA RELACIÓN ÍNTIMA

 

  1. Uno más uno es igual a uno v.24b. El matrimonio es la más íntima de las relaciones. La palabra “íntima” nos viene del latín, y tiene que ver con lo más profundo, lo más secreto. Solo una pareja que tiene la aprobación divina, y que ha hecho del sexo una relación exclusiva, podrá afirmar lo que fue el diseño divino cuando Dios les dijo que los dos serían “una sola carne”. Esto es un asunto muy serio. Bien pudiéramos decir que es el asunto más serio del matrimonio. La actuación de un esposo o esposa egoísta, que se olvidan que en el matrimonio dejaron de ser “tú y yo” para llegar a ser un “nosotros”, es lo que más contribuye al aumento de parejas divorciadas. ¿Le es común la frase: “no estamos hechos el uno para el otro…tú y yo no tenemos remedio?”. Déjeme decirle que esta mentira le ha funcionado al diablo, pero que no debe ser oída por la pareja. No tienen por qué creerlo. “Dios [los] juntó”. Son “una sola carne”. Sus mentes se diferencian, sus gustos son en ocasiones opuestos, pero lo que hizo posible su mutua atracción desde el principio fue ¡su diferencia de género! La matemática “uno más uno es igual a uno” solo se da en una relación de pareja. Así es la matemática de Dios para la familia.

 

  1. La unión de tres dobleces (Ec. 4:12). El término “una sola carne” tiene una triple implicación: física, emocional y espiritual. Si no se da así, entonces ese acto carnal. El sabio Salomón sabía lo que hace “el cordón de tres dobleces”. Hay un gran poder en la unidad. El diablo lo sabe. De allí su lucha para romper esa unidad.

 

  1. DIOS HIZO A LA PRIMERA PAREJA PARA QUE ELLOS VIVIERAN EN UNA RELACIÓN SANTA

 

  1. Ambos desnudos y no se avergonzaban (v.25) El reto  que enfrenta una pareja hoy es poder vivir en santidad. Si alguna cosa corona el éxito en el matrimonio es la santidad de los cónyuges. Pero al parecer esta palabra como que se ha hecho rara en nuestros tiempos.  La santidad en una pareja pudiera ser aquel estado donde ambos optan por mantener los valores morales y espirituales como un estandarte para el resto de sus vidas. “Desnudos sin   avergonzarse” fue la manera cómo vivió aquella pareja antes que fueran visitados por el pecado. Porque cuando el pecado no está presente no hay razones para avergonzarse.

 

  1. La santidad conviene a tu casa (Salmo 93:5). La presente declaración fue dada para enaltecer los valores morales y éticos que deben ser vistos como adornos distintivos en la vida de los que estamos envueltos en la casa del Señor. La misma palabra “santidad” nos refiere a una separación. A que distingamos entre lo santo y lo profano, entre lo malo y lo bueno. Es una santidad que expresa la separación de los objetos divinos, exclusivamente para el servicio al Señor. Ese mismo principio debiera aplicarse al hogar, y sobre todo al matrimonio. La desnudez a la que el cuerpo es expuesto por la sociedad, es sinónimo de vergüenza. Pero no fue así cuando Dios creó al hombre y a la mujer. Fue la presencia del pecado la que cambió aquel estado santo del primer matrimonio. Es la falta de santidad lo que hace que tantos matrimonios queden manchados, destruidos y al final separados. Nunca había sido tan necesario el llamado de este salmo para la familia de hoy. Un matrimonio debiera luchar contra todos los enemigos que quieren invadir la intimidad de su hogar. Por todas las razones, la santidad conviene al hogar.

 

CONCLUSIÓN: Pablo advirtió que nadie debiera poner otro fundamento que el que ya había sido puesto. Por supuesto que ese fundamento es Cristo. Y si esto es aplicable en la vida doctrinal de la iglesia, también lo es para el matrimonio. Dios fundó y diseñó el matrimonio como la mejor relación que pudiera existir. ¿Se ha preguntado por qué los ángeles no se casan? ¿Se ha dado cuenta que Dios los creó de una vez? ¿Por qué creó al hombre y a la mujer? Porque en sus planes eternos, el matrimonio es la mejor figura que expresa la unión que finalmente habrá entre Cristo y la iglesia. Es la figura para hablar del Esposo Cristo y la esposa ataviada como lo es la iglesia. Así, pues, como entre Cristo y la iglesia no hay divorcio, así también concluimos que lo que ha unido Dios no lo separa el hombre. Que Dios nos dé ese matrimonio: santo para él y de bendición para los hombres. Que Cristo sea el centro de esta relación. Amén.

 

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