EL EVANGELIO EN MARCHA
Olvidado pero no abandonado
(GÉNESIS 40:1-23)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor de Iglesia Bautista Hispana Columbia, Falls Church, Virginia
INTRODUCCIÓN: ¿Estaría usted dispuesto a dar ánimo a otros estando preso en un lugar sin haber hecho nada malo? Por más que una cárcel tenga todas las comodidades para un preso, siempre será un lugar de prueba. José pasó de los frescos pastos palestinos a las cárceles egipcias. Allí está maltratado, tergiversado, acusado falsamente y privado de libertad. Pero a pesar de todo esto, José permaneció paciente y mantuvo su testimonio intacto. En ningún momento se vio como una víctima, sino como un vencedor en espera de su libertad. De una cosa estaba convencido José y es que “el Señor estaba con él” (Gn. 39: 21-23). Solo esta promesa hizo posible que él soportara la terrible prisión. Así, pues, José podrá estar callado, encerrado y apagado, pero no deja de servir al Señor en tales condiciones. Ciertamente aquella prisión era sinónimo de dolor, tristeza, sufrimiento y hasta impotencia. Estaba en esa prisión olvidado por muchos. Sus hermanos tendrían un simple recuerdo del joven soñador. Su padre Jacob viviría días desconsolados pensando en la suerte de su hijo. Y cuando pensó encontrar sosiego en la casa de Potifar fue llevado de ese lugar a la cárcel. El camino de la vida nos puede conducir a este tipo de situaciones. Todos nos enfrentamos a pruebas y serias dificultades. Esta es la verdad de Juan 16:33 donde Jesús habla que en el mundo tendríamos aflicciones. En algún momento nos sentimos como si estuviéramos encerrados y apagados. No son pocas las ocasiones cuando pareciéramos estar olvidados de aquellos que más amamos. Pero a pesar de sentir la pena del olvido en las prisiones de la vida, el Señor nunca nos olvida, pero más aún, el Señor jamás nos abandonará mientras estamos en él. La promesa de Hebreos 13:5 sigue vigente. No es lo mismo estar olvidado que abandonado. ¿Cómo entender esta verdad?
- LAS PRUEBAS EN LA PRISIÓN SON PARTE DEL TRABAJO DIVINO
- Compañías inesperadas vv. 1-3. No sabemos qué pasó con estos dos importantes funcionarios del faraón. Alguna diferencia con el rey les llevó a la cárcel donde estaba José. Uno era coopero y el otro panadero. Por lo que aquí vemos, estos dos puestos eran extremadamente importantes en el palacio del rey. Uno tenía que ver con el comer y el otro con el beber. El coopero tenía la responsabilidad de probar el vino antes de ser entregado al rey por si estuviera envenado. Nos acordamos que este era el trabajo Nehemías antes de ser llamado para reconstruir los muros de Jerusalén. En el caso del panadero, él era el responsable de la alimentación del palacio. Más que el panadero era un chef de cocina. Así que si alguien moría a causa de la mala alimentación o por envenenamiento, ambos serían los responsables. Por razones de sus trabajos, estos hombres estaban muy cerca del faraón para servirle. Nadie como ellos para conocer los secretos del palacio. Así que fueron estos hombres los que Dios envió a la cárcel para hacerle compañía a José, pero para que él les ministrase también. Y es aquí donde vemos que el trabajo divino no se detiene. Hay alguien inesperado que él usará para levantarnos de la prueba.
- “… y estuvieron días en la prisión” v. 4. Este detalle es muy curioso en esta historia. Aquellos eran presos muy temporales. Pero llegaron allí como parte del plan de Dios. Por supuesto que no eran presos del vulgo. De hecho se nos dice que recibieron un trato preferencial. Ninguno de ellos estuvo en alguna celda de máxima seguridad. Fueron tratados como dos celebridades con una asistencia especial, pues la persona asignada para cuidarles fue el propio José “les servía” v. 4b. La pregunta que surge a estas alturas sería, ¿por qué llegaron estos personeros del palacio a la cárcel? ¿Por qué el tiempo fue tan corto? ¿Fue alguna coincidencia que José les sirviera? Por supuesto que no. Las pruebas se constituyen en la gran oportunidad para conocer el trabajo divino. No pasa en vano un creyente por una prueba. Lo que vemos como un “accidente” o una “coincidencia” es en definitiva la manera cómo Dios se mueve. Dios nunca deja de trabajar. Esta verdad la tenía muy clara José en medio de su prueba. Aquellos contactos de tan poco tiempo cambiarían el rumbo de su vida. Un simple movimiento de Dios es suficiente para cambiarlo todo. No se aflija si está en una dura prueba, Dios está en control de todo.
- LAS PRUEBAS EN LA PRISIÓN REAVIVAN NUESTROS SUEÑOS
- Ambos tuvieron un sueño v. 5. El coopero y el panadero tuvieron un mismo sueño con el mismo significado que les ha trajo tristeza porque no saben su significado. Cuando José les escuchó seguramente regresaría a lo que él mismo vivió varios años atrás con sus propios sueños. Sus hermanos se burlaban de él tildándole de “soñador”. Pero aquellos sueños parecían que se habían esfumado. Las esperanzas de alcanzarlos parecían muy lejos ahora. Una de las etapas difíciles de nuestros sueños es aquella donde no vemos señales, donde todo parece tranquilo y como que nada avanza. Sin embargo, José revivió sus sueños en lugar menos indicado. Allí le llevó el Señor para que fuera el intérprete de dos difíciles sueños. Una de las cosas que nos muestra la vida de José es su carácter humilde y su deseo siempre de darle la gloria a Dios. De allí su interesante pregunta: “¿No son de Dios las interpretaciones?” v. 8b. La interpretación fue exacta. El coopero sería exaltado, mientras que al panadero le esperaba la muerte. Todo sucedió en tres días. Una de las características de los auténticos profetas es que dirán lo que Dios dice. Así, pues, vemos que aunque estemos olvidados Dios no abandona a sus hijos.
III. LAS PRUEBAS EN LA PRISIÓN SON OPORTUNIDADES PARA SERVIR
- “… los miró, y he aquí que estaban tristes” v. 6. La verdad es que las prisiones son los lugares menos indicados para sentirse feliz. El estar privado de libertad es la peor condición que a la que puede llegar un ser humano. Los dos funcionarios del gobierno que fueron arrojados a la cárcel del faraón están seriamente preocupados, por esa razón “estaban tristes”. ¿Por qué estarían tristes estos personeros del gobierno? Sin duda que la preocupación por aquellos sueños les llevó a una profunda tristeza. Dios sigue teniendo su mejor manera para tristeza al espíritu.
- “¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes?” v. 7. Esta es la pregunta de un pastor. Si los rostros hablaran cuántas cosas nos dirían. La condición de estos hombres conmovió el corazón del sensible José. Es una gran bendición para una iglesia cuando cuenta con hermanos que ponen tanto interés en la condición de sus demás hermanos. Pero la verdad a veces es otra. Nos sentimos tan agobiados por nuestros propios problemas que no nos da tiempo de ver el semblante de los demás. Somos tan devotos a nuestra propia vida que casi nunca tenemos tiempo para pensar en otros.
- LAS PRUEBAS EN LA PRISIÓN TAMBIÉN TRAEN DECEPCIONES
- “Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien…” v. 14. Como era lógico pensar, Josépidió al copero que cuando regresara a su trabajo abogara por su liberación. Y si bien es cierto que José mostró un carácter piadoso en la prisión egipcia, al no volverse enojado y amargado en su corazón, tenía derecho de hacer lo que hizo. Él quería salir, y este era un medio eficaz y apropiado para hacerlo. Con esta acción José no estaba aprovechándose del trabajo de interpretación que exitosamente había logrado. No estaba cobrando por el bien hecho. Simplemente estaba pidiendo que este hombre intercediera delante del rey debido a su posición. Sin embargo, los resultados van a ser otros. En efecto, el coopero no se acordó de José. La ingratitud ha sido siempre parte de la actuación humana. Los hombres buscan cómo salir de su situación, pero con frecuencia se olvidan del que les extendió la mano. Cuando Jesús anduvo en la tierra haciendo el bien, diez leprosos se acercaron a él, gritando para que les sanara. Ante la orden de ir al sacerdote, todos fueron limpiados, pero solo uno (un samaritano), regresó para dar las gracias. José fue decepcionado y Jesús también ante tanta ingratitud.
- “Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó” v. 23. Este pasaje no podía terminar más triste. Por lo que nos va a decir más adelante el texto, pasaron dos años después de este encuentro de José con el coopero. Las esperanzas de salir de la prisión parecen haberse ido. De esta manera vemos que no fue suficiente que José expusiera delante de este afligido hombre la injusta condición a la que él había sido sometido v. 15. La gran lección que nos muestra este final es que la bondad no siempre es correspondida. No es lo mismo ver que el tiempo pasa cuando andamos en libertad, que cuando estamos en alguna gran prueba de esas “prisiones” de la vida. No son pocas las ocasiones donde nos sentimos olvidados por aquellos en quienes más pusimos nuestra confianza. Hay muchas decepciones cuando esto ocurre. Así es nuestra condición. Con frecuencia vemos que los hombres se olvidan de sus compañeros de la adversidad, cuando ellos han llegado a la prosperidad. ¡Oh, mundo ingrato! Pero la promesa se mantiene: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá” (Sal. 27:10). Eso pasó con José y pasará con nosotros también. No estás abandonado por Dios.
CONCLUSIÓN: No es fácil entender y enfrentar una crisis. No siempre tenemos el aplomo y el carácter de un José. Es más, no son pocos los que ante alguna “prisión” de su vida, se derrumban. Pero la buena noticia que tenemos para todos es que hay un Dios al que tú y yo servimos que jamás olvida. Me alegra pensar que lo único que Dios olvida son mis pecados que los ha lanzado profundo del mar (Mq. 7:19), pero sabe de todas mis necesidades, angustias, pruebas, soledades, maltratados, vejaciones, incomprensiones e indiferencias. Me alegra pensar que la promesa de Hebreos 13:5 sigue vigente: “No te desampararé, ni te dejaré…” (Hebreos 13:5). Más aún, me alegra pensar que “el Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (v. 6). El coopero no cumplió su promesa, pero mi Dios siempre la cumple. Si se siente olvidado por los hombres, sepa que Dios no lo abandonará. Que él se comprometió con usted desde que nació y lo llevará más allá de la muerte. La “prisión” no es obstáculo para que Dios cumpla su propósito.
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