EL EVANGELIO EN MARCHA
Escogidos para Dios
Por: Francisco Aular (faular@hotmail.com)
Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad. 2 Tesalonicenses 2:13 (NVI)
Al estudiar la seguridad de nuestra salvación, debemos considerar las tres maneras en que el ser humano cree que puede ser salvo de la condenación eterna. Estos son los tres criterios: Primero: “La salvación se obtiene por las buenas obras que el ser humano hace para Dios”; segundo: “La salvación es el trabajo conjunto entre Dios y el ser humano, el ser humano pone todo de su parte, y Dios hace lo propio”; tres: “La salvación es la obra del amor y la gracia de Dios solamente, a favor del ser humano”.
En realidad, no deberíamos confundirnos en esta doctrina, debemos tenerla muy clara, porque toda la Biblia enseña que el tercer criterio es la única posibilidad, es la verdadera. Con respecto a esta verdad, recién convertido, tuve que enfrentar una lucha sobre la seguridad de mi salvación, y nunca faltaron los que ponían el énfasis en las dos primeras.
Veamos con la Biblia abierta como empezó todo. Hubo un momento en que Dios, como dice la Biblia: “creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). allí comienza la historia, como hasta hoy la conocemos, pero para decirlo de alguna manera, hubo un momento prehistórico como lo afirma el apóstol Pablo: “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria, con la cual nos hizo aceptos en el amado” (Efesios 1:4.6 RV60).
Ahora bien, según el primer criterio, para poder ser salvos, ¿dónde estaban las buenas obras, suyas y mías antes de que Dios, nos escogiera “en él antes de la fundación del mundo”?, y pensando en el segundo criterio, las preguntas que Dios le hace a uno de sus grandes hombres del pasado, podemos traerlas nuevamente a este día, y hacérnoslas nosotros mismos: “¿Dónde estabas cuando puse las bases de la tierra? ¡Dímelo, si de veras sabes tanto! ¡Seguramente sabes quién estableció sus dimensiones y quién tendió sobre ella la cinta de medir! ¿Sobre qué están puestos sus cimientos, o quién puso su piedra angular mientras cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los ángeles gritaban de alegría?” (Job 38:4-7).
Me tomé la atribución de contar 42 preguntas que Dios le hace a Job, obviamente, no puedo reseñarlas, pero vaya usted a su Biblia y búsquelas allí en el capítulo 38. La pregunta es ¿cuándo, en qué momento, usted o cualquier ser humano se puso de acuerdo con Dios para decirle que íbamos a poner todo de nuestra parte para ganarnos su salvación?
La verdad bíblica es ésta, Dios tomó la iniciativa desde antes de que el mundo fuese para hacernos parte de su familia, para vivir con Él después de esta vida presente, en lo que la Biblia llama, la Nueva Jerusalén “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19 RV60). ¿Cómo lo hizo? Él mismo Dios se hizo humano (Juan 1:14) y como JESÚS, vino a dar su preciosa sangre en rescate de nuestra salvación. Le pregunto y me pregunto ¿Dónde estábamos usted y yo cuando JESÚS vino a rescatarnos? ¿Nos pidió Dios nuestra opinión para hacer eso? No. Porque toda la seguridad de mi salvación –desde antes de la fundación del mundo y hasta el final de los tiempos- es iniciativa soberana de Dios. ¿Por qué debo vivir una vida santa y apartada del mal? Porque “cómo descuidar una salvación tan grande” (Hebreos 2:3).
Como la perla de gran precio, debemos pulirla cada día. No es el miedo a perder la salvación, sino la gracia y amor de Dios por mí, lo que me hace vivir para Su honra y gloria. Y, por lo tanto, “¿quién? podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.” Pregunta el Apóstol en Romanos 8, y al final enumera una larga lista, cuya respuesta es: ¡Nadie ni nada! ¡Estamos blindados y sellados destinados al cielo! Porque nuestra salvación es eterna como Dios, Su Autor, lo es, y lo seremos hasta el final, porque hemos sido: Escogidos para Dios.
PERLA DE HOY: Para sobrevivir a las tormentas y pruebas de la vida, ánclate en la Roca Eterna, el Autor de nuestra salvación.