La vida que no tiene principio

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EL EVANGELIO EN MARCHA

La vida que no tiene principio

MENSAJE BASADO EN LA 1 CARTA DE JUAN: (1 JUAN 1:1-4)

 

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

INTRODUCCIÓN: El milagro de la vida sigue siendo el misterio más incompresible para la mente humana. Véase esto en el llamado reino vegetal. Observe como una simple semilla, que pasa por el proceso de la muerte, se convierte después en una hermosa planta. ¿Ha visto cómo esa vida se manifiesta después en una flor con exuberantes colores? Ahora vea esto en el reino animal. La forma cómo la vida se gesta y viene es el secreto mejor guardado de su Creador. La inteligencia que se ve en el proceso de parto, sin que nadie esté con ellos para atenderles, como se hace en un hospital o clínica, simplemente es asombroso. Cuando Job estaba argumentando contra Dios acerca de su condición, y pretendiendo justificarse delante de su Dios, pues no sabía por qué sufría, el Señor le respondió con una serie de preguntas que dan cuenta del misterio de la vida en   ese reino salvaje que de igual forma Dios hizo para el hombre mismo (Job 39:-14). Y si esto es así entre los animales, ¿ha visto como se gesta la vida de un bebé en el seno del vientre de su madre? Durante nueve meses se desarrolla en esa “casa materna” una vida que al salir llena todo el espacio con un gozo colectivo. Eso es lo que llamamos el “misterio de la vida”. Y ese “misterio” no podía ser más incompresible que la vida que se manifestó en Jesús. Paradójicamente, de esa vida es por quien vino toda la vida. Estamos hablando de una vida que se manifestó directamente del cielo. Esa vida no es otra cosa sino la vida de nuestro amado y salvador Jesucristo. Hubo un discípulo que tuvo toda la credibilidad y autoridad para hablarnos de ella. Tanto en su libro como en sus cartas, lo primero que hace es ponderar esa vida en términos de eternidad, pero a quien el mismo pudo ver, tocar y palpar. Así que mientras otros evangelistas nos hablan del nacimiento de Jesús en Belén de Judá, Juan nos habla de una vida que no ha tenido principio, pero que se manifestó entre nosotros. Acompañemos a Juan en este maravilloso estudio y veamos el propósito de esa vida manifestada.

 

  1. LA NATURALEZA DE LA VIDA QUE SE FUE MANIFESTADA EN CRISTO POSEE UNA EXISTENCIA ETERNA

 

  1. “Lo que era desde el principio…” v. 1a. La alusión que hemos hecho al milagro de la vida en el reino vegetal y animal, tiene su origen en un acto creativo. Génesis nos recuerda que cuando Dios hizo todo, dijo que era “bueno en gran manera”. Pero cuando hablamos del Cristo manifestado, no podemos ponerla en el mismo plano de esas otras vidas que se ha manifestado en el acto creativo. Jesucristo no fue creado como afirman las sectas y las filosofías religiosas que niegan su eternidad con Dios. Cuando Juan habla de Jesús no lo pone como alguien que nació en Belén de Judea, sino como alguien ya estuvo antes que todo fuese. En su propio libro lo va a decir de otra manera: “En el principio era el verbo y el verbo era con Dios y el verbo era Dios…” (Jn. 1:1). Por la frase “desde el principio” entendemos que Cristo, a quien atribuimos nuestra vida, ya estaba cuando la creación empezó. Él es el eterno ser a quien no se le atribuye ningún origen. Por lo tanto, Jesús, como no tiene principio, tampoco tendrá fin. El no forma parte de la creación porque fue a través de él que todo fue hecho. “En el principio” ya Jesús era. Toda vida sale de él. Como alguien dijo: “Él es el manantial, no parte del río”.

 

  1. “Lo que hemos visto… oído… contemplado” v. 1b. He aquí el más grande testimonio que se haya podido decir acerca de esa vida que fue manifestada. Es el hecho glorioso que el Cristo eterno que ya estaba desde el principio, se manifestó a todos nosotros. El testimonio de tal encarnación fue presentado por alguien muy cercano a Jesús, con quien cariñosamente se auto define como “el discípulo amado”. Juan nos dice que él lo vio, lo oyó y lo contempló. Note que Juan no nos está dando un testimonio de segunda mano. Él no es un narrador del evangelio por alguna fuente consultada. El mismo palpó de cerca, lo que va a llamar el “Verbo de vida”. El Verbo hecho carne ha llegado a ser el acto más incompresible, inenarrable y una piedra de tropiezo para todos aquellos que han visto en la doctrina de la encarnación un mito que no puede ser procesado por mentes racionales. Pero la Biblia sin tener que complacer a esas mentes incrédulas, dice que esa vida fue manifestada. Es decir, el Cristo que estaba con el Padre llegó a ser visible entre nosotros.

 

  1. EL PROPÓSITO DE LA VIDA QUE FUE MANIFESTADA EN CRISTO ES PARA UNA COMUNIÓN PLENA

 

  1. La comunión con el Padre y con el Hijo v. 3c. La palabra “comunión” (koinonia), tiene que ver con la alegría de estar en un grupo cuando todos estamos de acuerdo sobre algo que a todos nos importa. Comunión es lo que le da sentido a la vida. Lo contrario a la comunión sería una vida solitaria y aislada. Ahora bien, la comunión del cual nos habla Juan cuando se refiere a esa vida compartida, es con el Padre y con el Hijo. ¿Qué significa esto? Que compartimos los mismos valores. Que creemos lo que el Padre y el Hijo cree, y que amamos lo que ellos aman. Vivir en semejante comunión es vivir un continuo deleite con la mismísima Deidad. Es desear pasar tiempos junto a ellos.

 

  1. La comunión los unos con los otros v. 3. La comunión con el Padre y con el Hijo tiene que conducirnos, obligatoriamente, a la comunión con nuestros hermanos. El creyente no solo tiene una vinculación con Dios sino también con sus hermanos. Sería una contradicción decir que tenemos una comunión con Dios si vivimos en una falta de amor con nuestros hermanos. Más adelante el mismo Juan nos va a decir que cuando andamos en la luz tenemos comunión con los otros v. 7. Pero de igual manera, el que pretende andar en luz, pero aborrece a su hermano, entonces todavía está en tinieblas. El amor al hermano es lo que nos dice que andamos en luz (2.9-11).

 

III. EL COMPROMISO DE ESA VIDA QUE FUE MANIFESTADA EN CRISTO ES PARA QUE SEA COMPARTIDA

 

  1. “Testificamos, y os anunciamos la vida eterna” v. 2b. Juan escribe su primera carta para demostrar la historicidad y verdadera humanidad de Jesucristo. Cristo no aparentó ser hombre, ni sencillamente trató de identificarse con el hombre; Jesús ha confirmado ser hasta el día de hoy, un verdadero hombre. Nació y vivió entre nosotros. Y también Juan afirma en este texto que Jesús es Dios. De eso es lo que Juan está testificando en su carta. Nadie como él para haber tenido una experiencia visual con el Dios encarnado. Así, pues, la evangelización consiste en decirle a los hombres que Dios descendió del cielo en la persona de su Hijo Jesucristo para llegar a ser el salvador personal.

 

  1. “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos” v. 3a. La vida que se manifestó no puede quedar encubierta entre los hombres. Los apóstoles no podían dejar de hablar lo que habían visto y oído. Ellos no poseían un testimonio de segunda fuente. Ellos eran testigos presenciales del hombre que caminó con ellos, pero que vino del cielo. Por supuesto que nosotros no hemos “visto” u “oído” a Jesús como los apóstoles, pero tenemos el testimonio de ellos y la veracidad de la palabra revelada. Así que aunque Jesús no está físicamente con nosotros, el testimonio de nuestra vida cambiada por el poder de su palabra nos convoca a anunciarlo.

 

  1. EL FIN DE LA VIDA QUE FUE MANIFESTADA EN CRISTO ES PARA QUE NUESTRO GOZO SEA CUMPLIDO

 

¡Qué manera de concluir este texto! Después que Juan nos habla de todo ese mundo teológico, que incluye la eternidad de Jesús, y luego se refiere a su humanidad cuando utiliza los verbos ver, oír y contemplar, ahora nos habla del propósito por el cual ha traído esta escritura: “para que vuestro gozo sea cumplido”. La palabra “gozo” proviene del griego “eufrosune ” que significa “alegría”, siendo Dios el motivo mismo de ese gozo. La palabra “cumplido” nos viene de “pleroo” que significa: Llenar, completar. Cuando unimos estas dos palabras nos damos cuenta que el propósito de dar a conocer esta carta, era lograr que a través de la palabra eterna y ahora encarnada, se produzca una alegría completa en todo lo que somos y hacemos. Cuando Juan nos trae a este punto, nos hace ver que la vida cristiana debe tener en el gozo, la característica más importante. No puede concebirse una vida cristiana ausente de gozo. El mundo se llena de alegrías momentáneas, pero el creyente vive en un gozo perpetuo, porque Cristo vive en el quien llega a ser la razón de tal gozo. Un hombre sin Cristo está vacío de ese gozo, porque el llenarlo es una competencia exclusiva de Jesús. La vida que se manifestó es para nuestro sumo bien. Lo es en la salvación y la vida eterna, pero también lo es por el gozo que distingue a cada uno de sus seguidores. Que no ocultemos semejante gozo.

 

CONCLUSIÓN: En cuatro versículos Juan nos revela el evangelio en su más grande expresión teológica, pero a su vez en la forma más práctica para ser vivido. Cristo como nuestra vida ha existido eternamente con el Padre. Pero esa vida que tiene existencia eterna, se manifestó en carne. Y es por esa encarnación que ahora entramos en la más sublime y completa comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Y una vez que entramos en esa comunión divina-humana es para que tengamos comunión con los otros creyentes. Al final Juan nos dice que cuando vivimos en esta comunión del Espíritu, se manifiesta la plenitud de gozo. Pero seriamos egoístas si no compartimos la razón de tal gozo. Juan dijo que lo que había visto, oído y contemplado acerca del Verbo divino, lo anunciaba. No podía ser de otra manera. Cuando Cristo vive en nuestras vidas no podemos callar también lo que nos ha acontecido. Si esto hacemos el gozo será nuestra nota distintiva, como lo dijo Juan: Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido” v. 4. La vida que se manifestó en Cristo es la fuente de nuestro gozo. Que como los pastores de Belén salgamos a compartir el gozo de la vida “que fue manifestada”. ¿Se ha manifestado Cristo en su vida? ¿Es él la fuente de su gozo?

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