El camino a la bendición mayor

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EL EVANGELIO EN MARCHA

GRANDES HISTORIAS DE LA BIBLIA

El camino a la bendición mayor

(2 REYES 2:1-14)

Por: Pastor Julio Ruiz

INTRODUCCION: Elías es por así decirlo el más grande de los profetas del Antiguo Testamento. Ninguno lo iguala en su estilo, su coraje, su ministerio y su final. Apareció de repente en la época más crítica que vivía Israel con la idolatría que introdujo el rey Acab y su malvada esposa Jezabel. Con una indumentaria hecha de pelo de camello, resistente para todos los tiempos, se abre paso en la escena para ser el terror de los dioses de baal, sus  sacerdotes y profetas, poniendo a prueba quien era el verdadero Dios. En aquella ocasión él mismo degolló a cuatrocientos profetas en el río Quiriet. Fue alimentado por cuervos, único caso que se conozca en la Biblia. Realizó milagros portentosos como el orar para que no lloviera por tres años y después orar para que descendiera lluvia otra vez. Durante el tiempo de hambre se acercó a una viuda en la ciudad de Sarepta donde hizo el milagro de la harina y el aceite. Fue el primer profeta que efectuó una resurrección antes que viniera Cristo. Pero también fue un hombre que se desanimó. Después que tuvo la osadía de matar a todos los profetas de baal, cuyo culto lo apoyaba Jezabel, ahora huye delante de ella hasta desear la muerte. Pero lo que no se imaginaba era que ese deseo Dios no se lo daría porque no vio muerte. La forma cómo Elías fue llevado al cielo es una de los pasajes más extraordinarios de la Biblia. Después apareció en la persona de Juan el Bautista, y luego tuvo el privilegio, junto con Moisés, de estar presente en la transfiguración. Sin embargo antes de su “arrebatamiento” se dedicó a formar a Eliseo, su gran discípulo. De esta manera Eliseo entra en esta escena. Supo que su maestro le sería quitado, pero a pesar de eso le pidió una bendición mayor de la que ya tenía. Y así debe ser la vida cristiana. La determinación de Eliseo de no dejar ir al profeta hasta recibir “la doble porción de su espíritu” nos lleva al tema de hoy. Veamos en qué consiste la bendición mayor.

 

  1. EL CAMINO A ESA BENDICIÓN COMIENZA CON UNA AUTÉNTICA SÚPLICA

 

  1. La prueba de resistencia v. 2, 4. Dios pudo haber tomado a Elías en Gilgal. Aquel era el lugar ideal, pues fue allí donde Israel se preparó para la conquista de Canaán. Sin embargo Dios quiso someter a Eliseo a una prueba de resistencia. ¿Se iba a afligir cuando Elías le dijera que ya no lo siguiere más, que era hora de dejarlo solo? La petición que Eliseo oyó era dura y tenía el propósito de desanimarlo. Pero la expresión “¡vive Jehová!”, dicha tres veces, denota una determinación inquebrantable de seguir hasta obtener la bendición mayor. La expresión “no te dejaré” nos recuerda cuando Jacob tuvo el encuentro con el ángel, quien luchando con él le dijo: “No te dejaré sino no bendices”. Lo mismo dijo Rut cuando su suegra le pidió que se fuera. Fue la determinación y la prueba de resistencia lo que logró en estas personas una gran bendición. Eliseo llegó a ser el sucesor de Elías. Jacob se convirtió en Israel y Rut fue parte de la  genealogía de nuestro Señor Jesucristo por su incorporación como una mujer extranjera. Cuando se tiene la vista en el galardón mayor, se pasa esta prueba de la resistencia. No hay que aflojar en esta prueba. El desánimo es una de las armas del enemigo. No cedamos ante él.

 

  1. La prueba del carácter v. 3, 5. Algunos creen que la razón por la que Elías se dirigió a todos estos lugares antes de ser tomado para irse al cielo, fue porque allí había una escuela de profetas. A los profetas se les había revelado que Elías iba a ser traspuesto de modo que el ir de un sitio a otro fue para probar el carácter de Eliseo, oyendo de parte de ellos lo mismo: “¿Sabes que hoy Jehová arrebatará a tu Señor por encima de tu cabeza?” vv. 3, 5. Usted puede notar que en todas las respuestas que Eliseo dio mandó a callar a los profetas. Los profetas acá eran agentes de prueba. Aquí hay algo interesante. Una de las pruebas que le ha dado mejor resultado al enemigo es hacernos sentir impotentes ante voces pesimistas. A lo mejor cuando usted se propone buscar esa bendición mayor, escuchará una y otra vez la voz interna que le susurra, diciéndole: “¡No lo lograrás!”. Lo último que quisiéramos oír en nuestro decidido camino hacia esas metas, es que nos van arrebatar esa bendición. Usted tiene que prepararse porque cuando diga “no te dejaré”, es cuando va a tener la prueba mayor para ver hasta dónde le acompañará su carácter. Eliseo nos muestra qué hacer cuando el carácter es probado.

 

  1. La prueba de la separación v. 11. La separación de algo querido muy querido puede ser la prueba mayor. El vacío de una separación no es tan fácil de ser llenado. Tenemos que pensar que Eliseo se enfrentó a esta difícil prueba. El Señor se lo tuvo que haber dicho, se lo dijeron los otros profetas y el mismo Elías se lo había dicho. Sin embargo, este dolor no lo apartó de su objetivo. Eliseo no se puso a llorar al momento de saber la noticia. En su corazón había una resolución por adquirir lo mejor en ese momento. ¿Qué nos indica esto? El separarnos de lo que más queremos no siempre es una pérdida. Por el contrario, el dejar aquello que tanto amamos pudiera ser la oportunidad que Dios nos concede para darnos una bendición más grande. Al principio sentiremos el efecto de la “pérdida”, pero luego veremos cómo Dios abre las ventanas de los cielos para bendecirnos. Al separarnos de lo que amamos, viene una bendición mayor.

 

  1. EL CAMINO A LA BENDICIÓN MAYOR PROSIGUE HASTA LA OTRA ORILLA

 

  1. La importancia de la insistencia v. 6. Elías le dijo a Eliseo que se quedara allí pero él no estaba satisfecho con lo que tenía. Él  buscaba una bendición mayor. Y es que Dios permite que salgamos del lugar donde estamos cómodos, donde no hay que hacer muchos esfuerzos, donde no se nos exige nada para que descubramos dónde está el depósito de sus bendiciones. Todos tenemos en la vida un seguro “Gilgal”. Allí parece mejor para quedarnos con el “profeta”. En ese lugar hay muchas cosas que nos da gusto tenerlas. Pero al caminar  con el “profeta” descubrimos que lo mejor está por delante. La lucha más grande que enfrentamos es con una vida conformista. Así que si de repente se encuentra caminando a través de una crisis no se sorprenda porque el Señor le ha invitado a caminar hasta la orilla para que cruce el “rio” y una vez estando allí descubra lo que Dios le tiene preparado. La mujer Sirofenicia se encontró con Jesucristo (Mr. 7:26-29). Su hija estaba atormentada por un demonio; ella sabía que nadie más podía sanarla sino el Maestro de Galilea. Así que permaneció al lado del Señor. Oyó con tristeza las palabras “no está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos”. Sin embargo, escuche una respuesta que ni el mismo Maestro se la esperaba: “Sí, Señor; pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de su amo”. El poder de la insistencia es lo que al final nos lleva a mover el corazón compasivo de Dios. “No tenéis porque no pedís”, dijo Santiago.

 

III. EL CAMINO A LA BENDICIÓN MAYOR TERMINA CON UNA DOBLE PORCIÓN

 

  1. Hay que buscar el carácter de Elías v. 9. La verdad de nuestras oraciones es que se reducen siempre a lo mismo. Muchas de ellas no tienen la osadía de pedir al Señor cosas extraordinarias. No siempre aceptamos la propuesta de Jesús cuando dijo: “Hasta ahora nada  habéis pedido en mi nombre”. Eliseo sabía lo que quería. Era un hombre de visión grande. No iba a llegar a ese momento para conformarse con lo que siempre tuvo. No se nos dice mucho de Eliseo antes de la despedida de Elías, pero a partir de allí toda su vida fue un milagro. Sus actos portentosos revelaban que en él reposaba una bendición mayor. Llegó el momento cuando anhelaba escuchar de su padre Elías las palabras “pídeme lo que quieras que haga por ti”. Jesús nos dice lo mismo.

 

  1. Hay que esperar por el manto de Elías v. 12. Mientras Eliseo va acercándose al momento de la separación estaría pensando con qué otra cosa debería quedarse de aquel a quien llamaría “padre mío”. Él vio como Elías con su manto doblado golpeó las impetuosas aguas del Jordán y estas se abrieron. Aquel manto sería como una vieja Biblia de su biblioteca, que por tanto uso en la exposición desde el púlpito ya estaba maltratada, pero manteniendo la palabra fresca por contener el mensaje del cielo. El manto de Elías representa la autoridad de la palabra. Ese poder no ha sido desarrollado del todo en nosotros. La Biblia contiene promesas que permanecen intactas porque no las hemos pedido. Hay un tesoro escondido en la Biblia al que no hemos tocado. La palabra de Dios espera ser usada para tocar las aguas de algún “Jordán” que nos imposibilita caminar en seco. Una doble porción nos aguarda. No nos conformemos con menos.

 

  1. Hay que preguntar por el Dios de Elías v. 14. Después que Elías fue traspuesto al cielo, Eliseo quiso asegurarse que contaría con el Dios que sostuvo a su maestro, de allí su pregunta: “¿Dónde está el Dios de Elías?”. Pero, ¿quién era el Dios de Elías? El Dios de Elías es quien detiene la lluvia. Es el Dios provee de aceite y harina en la casa de la viuda. Es el Dios que resucita al hijo de la misma viuda pobre. Pero también es el único Dios que respondió el día cuando los profetas de baal clamaron a su dios todo el día sin respuesta alguna.  Y es el Dios que tiene poder sobre la muerte, pues Elías, su profeta amado, se lo llevó al cielo vivo en una especie de “arrebatamiento” anticipado. Eliseo no quería saber de otro Dios que no fuera el “Dios de Elías”. ¿No es esto maravilloso? ¿Cómo es el Dios en el que usted cree? Si usted cree en el Dios de Elías debe saber que él es un Dios extraordinario. Nadie lo ha superado en lo que hace.

 

CONCLUSION: ¿Sabía usted que los milagros de Eliseo superaron en número a los que realizó Elías? El nombre Eliseo significa “Jehová es mi salvación”. Y así fue la vida del profeta. Todo un milagro de salvación para otros tanto que aun en su muerte siguió salvando vidas. En una ocasión unos israelitas iban a enterrar a un muerto, pero al ver una banda de guerrilleros moabitas lo lanzaron sobre una tumba, y esta era la del profeta Eliseo. Cuando el cadáver hizo contacto con los huesos de Eliseo, este hombre resucitó 2 Reyes 13:20- 21. Cuando insistimos en buscar la bendición mayor toda nuestra vida debe ser un milagro. ¿Es así su vida?

 

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