La única felicidad duradera

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EL EVANGELIO EN MARCHA

La única felicidad duradera

Por tanto, ahora vosotros tenéis también aflicción; pero yo os veré otra vez,

 y vuestro corazón se alegrará, y nadie os quitará vuestro gozo. (Juan 16:22)

 

pag-19  Jesús dice «nadie os quitará vuestro gozo» porque es la comunión con él lo que nos da gozo, y la resurrección de Jesús significa que jamás moriremos. Jamás seremos separados de él. Como vemos, dos cosas tienen que ser ciertas para que nuestro gozo no nos sea quitado: la primera es que la fuente de nuestro gozo perdure para siempre, y la segunda es que nosotros mismos vivamos para siempre. Si nosotros o la fuente de nuestro gozo fuera mortal, entonces nuestro gozo nos sería quitado.

¡Y cuántos se han conformado solo con eso! Comamos, bebamos y celebremos, dicen, porque mañana moriremos, y eso es todo. La comida no dura para siempre, y tampoco yo viviré para siempre, así que aprovechemos la vida al máximo mientras podamos. ¡Qué tragedia!

Si se ven tentados a pensar de ese modo ahora mismo, por favor, consideren seriamente que si su gozo estuviera en la comunión con Jesús, «nadie os quitará vuestro gozo» no ocurrirá en esta vida, ni en la próxima.

Ni la vida ni la muerte, ni ángeles ni principados, ni lo presente ni lo por venir, ni ningún otro poder, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá quitarnos nuestro gozo en Cristo Jesús.

El gozo en la comunión con Jesús es una línea ininterrumpida desde aquí hasta la eternidad. No se verá interrumpida ni por su muerte ni por la nuestra. (Fuente: Devocionales John Piper)

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No temiendo turbaciones ni sobresaltos

No tendrá temor alguno de malas noticias (Salmos 112:7)

 

Cristiano tú no debes temer la llegada de malas noticias, porque si te afliges por ellas, ¿qué más haces que los otros hombres? Los otros hombres no tienen como tú a Dios, a quien acudir; no han probado su fidelidad, como lo has hecho tú, y no hay que admirarse si ellos se abaten con sobresaltos y se acobardan con temor. Pero tú profesas ser de otro espíritu; has sido engendrado otra vez en esperanza viva, y tu corazón vive en el cielo y no en las cosas terrenales. Si estás turbado, ¿cuál es el valor de la gracia que profesas haber recibido? ¿Dónde está la dignidad de esa nueva creación que pretendes poseer? Además, si como los otros, estás lleno de sobresaltos, serás inducido a cometer los pecados que cometen ellos, cuando están pasando por  penosas circunstancias.

Los  impíos,  al  ser  sorprendidos  por  malas noticias, se rebelan contra Dios, murmuran y piensan que Dios los trata duramente. ¿Quieres caer tú en el mismo pecado? ¿Quieres provocar al Señor como hacen ellos? Además, los inconversos recurren con frecuencia a medios erróneos para escapar de sus dificultades, y tú, sin duda, harás lo mismo si te rindes a la presión de la presente dificultad.

Confía en el Señor y espera pacientemente en Él. El mejor rumbo que puedes tomar es hacer lo que hizo Moisés ante el mar Rojo: «Estar quedo y ver la salvación de Dios». Porque si das cabida al temor cuando oyes malas noticias, serás incapaz de hacer frente a la aflicción, con aquella serena tranquilidad, que te da fuerzas para cumplir con el deber y te sostiene en la adversidad.

¿Cómo puedes glorificar a Dios si haces el papel del cobarde? Los santos han cantado frecuentemente en el fuego las mejores alabanzas de Dios, ¿y tú quieres, como si nadie te ayudara que tus dudas y desalientos magnifiquen al Altísimo? Anímate, pues, y confía en la fidelidad de Dios. (Fuente: Devocionales de Charles Spurgeon)