EL EVANGELIO EN MARCHA
El camino por recorrer
(DEUTERONOMIO 8:1-10)
Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor
INTRODUCCIÓN: Todo nacimiento es un motivo de celebración. Son muy pocos los que estarán tristes cuando alguien nace. Así que es una bendición que usted nos acompañe en el alumbramiento de esta iglesia donde contamos, además de su presencia, con el gozo celestial. Siento que hay una nube de testigos que nos rodean en esta especial ocasión. La vida cristiana se concibe como un “largo viaje”, interrumpido solamente por algunas paradas que llegan a ser necesarias con el propósito de mejorar el camino hasta que lleguemos al hogar eterno, nuestro puerto final. Canaán fue la tierra prometida a Israel. Llegar allí les costó 40 años que representaron un largo camino andado, lleno de pruebas, de pérdida de una generación, pero también donde vieron a un Dios todopoderoso, fiel, misericordioso, celoso, santo y justo. Nosotros, al igual que Israel estamos para conquistar nuestra propia tierra prometida, el más grande desafío después de haber cruzado el desierto. Estamos claros que hay gigantes que derrotar, peligros que enfrentar, tentaciones que vencer y una gran ciudad por alcanzar. Esto plantea que hay un camino por recorrer. De esto se trata mi sermón hoy. Este es el tema que domina esta especial celebración. Para esto nos aferramos de la misma promesa que se le dio a Josué antes de la conquista: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Jos. 1:9). Propongo que visualicemos el camino por recorrer, usando los mismos principios que Dios le dio a Moisés para que entraran en la tierra prometida según Deuteronomio 8:1-10.
Hablemos de los cuatro recordatorios que Dios nos deja para todo el camino por recorrer. 2 Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto
- EN EL CAMINO POR RECORRER DIOS NOS RECUERDA LAS LECCIONES DEL CAMINO ANDADO
Israel duró cuatrocientos y más años en Egipto, viviendo como un pueblo esclavo. Eso hizo de ellos una nación sumisa y dependiente. Como quiera que haya sido su condición, se acostumbraron a un estilo de vida propio de un país pagano, pero también a tener un sustento seguro que fue anhelado por ellos cuando estando en el desierto se quejaron contra Moisés y contra Dios (Nm. 11:5). 5 Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; Por supuesto que en el desierto no tenían esas exquisiteses. Israel fue llevado al desierto, el lugar de la prueba. Necesitamos recordar que las pruebas que nos vienen tienen el propósito de prepararnos para mejores tiempos. Israel tuvo que comer la comida del cielo antes de comer la comida de su nueva tierra.
- EN EL CAMINO POR RECORRER DIOS NOS RECUERDA LA PROVISIÓN QUE TUVO EN EL PASADO
Los caminos que el Señor nos ha permitido andar han estado llenos de hambre y de providencia a lavez. Su gracia nos ha guardado y cuidado hasta hoy. Un ejemplo de eso fue la forma milagrosa cómo sostuvo a su pueblo por cuarenta años en el duro desierto. El texto nos dice que les sostuvo con el maná del cielo. Esto es muy alentador. Dios no mandó caravanas de Egipto llenas de la comida que ellos tanto amaban.
- El vestido que nunca se envejeció v. 4.
Una de las cosas que sabe un hijo de Dios es la capacidad que él tiene para sostener y cuidar a sus hijos en todas las circunstancias. Es por eso que el texto dice que “tu vestido nunca se envejeció… ni el pie se te ha hinchado…”. Ningún sastre ha hecho un vestido como lo hace Dios, y ningún zapatero ha hecho un calzado como el que hace Dios. De esta manera sabemos que el que creo el vasto universo, tiene todos los recursos para vestirte y calzar tus pies, sinónimo de cuidado.
III. DIOS NOS RECUERDA EL LUGAR DE SU PALABRA PARA TODO ÉXITO
Todos sabemos la diferencia entre leer y guardar la palabra. Usted podrá leerla siempre, pero si no la guarda, ella no cambiará nada en su vida. El salmista nos ha dejado una poderosa razón por la que debemos guardar su palabra: “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Sal. 119:9). Cuando a Josué se le entregó la tarea final de llevar a Israel a la tierra prometida, el énfasis en guardar la palabra y la importancia de poner todo su esfuerzo en lograrla, quedó evidenciado en Josué 1:7-8.
- Cuidarás de ponerla por obra v. 1.
A Israel se le instruyó sobre la necesidad de practicar la palabra de Dios como garantía de su más rotundo éxito espiritual y material. Los resultados no podían ser mejores: “…para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres”. Israel desconocía los caminos de la tierra prometida, como tambien nosotros los desconocemos. El entrar a un lugar donde jamás se había vivido era una incertidumbre para los nuevos visitantes. La necesidad de poner por obra la palabra de Dios sería la única garantía de vida para una larga vida, acompañada de multiplicación familiar.
- DIOS NOS RECUERDA LAS BONDADES DE LA TIERRA QUE NOS ESPERA
Dos cosas que que decir acá. Lo primero es que los Israelistas no eran agricultores. Ellos eran un pueblo de ovejas y ganado, por lo tanto no conocían las bondades de la tierra para la producción, porque no era parte de su oficio. Por otro lado, ellos vivieron cuarenta años en el desierto donde no veían arroyos y fuentes de manantiales, pues era un lugar sin vida. Así que la tierra donde entrarán es un gran contraste con la severidad del desierto, descrita por la abundancia de la nueva tierra de Israel. En esa tierra habrá abundancia de agua, lo necesario para que haya producción.
- Tierra de abundancia para consumir vv. 8-10.
Dios jamás ha hablado en términos de escasez. Si la tierra prometida es sinónimo del cielo que nos espera, entonces la abundancia de los productos que se cosecharán acá son una gráfica descripción que lo que le espera al pueblo de Dios siempre será lo mejor. Esta es la visión que debemos tener como hijos de Dios. Vea, pues, como Moisés les ordena a Israel que miren adelante, a Canaán: la tierra de la abundancia.
El camino por recorrer es una invitación para ver la gran siembra y cosecha en la tierra que Dios nos da ahora. Y lo bueno de esa promesa es que Dios ha dicho que “no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella…”.
Me gusta pensar en la iglesia como la Canaán de nuestros tiempos, regada por el Espíritu con sus dones y su gracia para dar frutos como se describen acá.
Es gratificante pensar que Dios nos invita a dejar nuestro “desierto” para introducirnos en nuestro “Canaán”. La iglesia nació para vivir en esa tierra de abundancia.
Ha sido plantada en tierra fertil. Tiene los recursos de la palabra y el Espíritu. Salgamos hoy a conquistarla. Amén.
CONCLUSIÓN: Mis amados hermanos un camino por recorrer está delante de todos nosotros. El camino recorrido ha quedado atrás. Hablando en términos eclesiásticos podemos decir que la iglesia del Señor ha salido del mundo (Egipto), luego entró al desierto (las pruebas) y ahora ha sido invitada a entrar a Canaán (el lugar de la abundancia). Pero antes de entrar allí el Señor nos ha dejado un recordatorio que es la clave para que el camino por recorrer esté lleno de victoria. El Señor nos recuerda las lecciones en el camino recorrido, nos recuerda la provisión con la que nos sostuvo hasta acá, vista en el maná y en el vestido no envejecido, nos recuerda el lugar que ocupará la palabra de Dios y finalmente nos recuerda las bondades de la tierra por conquistar. La promesa es que Dios nos introduce “en la buena tierra”. Ya el Señor entró en ella, sigamos sus pisadas. La orden que se nos da es esta: “ahora, pues, levántate y pasa este Jordán…”
Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251- 6590 o escríbale a pastorjulioruiz55@gmail.com