El incomparable nacimiento

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EL EVANGELIO EN MARCHA

El incomparable nacimiento

(LUCAS 1:26-38)

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

 

INTRODUCCIÓN: En 1959, un periodista llamado John Howard Griffin se transformó a sí mismo de un hombre blanco a un hombre negro. Usó drogas, tratamientos con lámparas de sol, y colorante para oscurecer la piel. Después, pasó seis semanas viajando hacia los estados del sur que por racismo estaban segregados, haciéndose pasar por un hombre negro. Mientras viajaba, el documentó el trato y las reacciones que recibió de la gente. Algunas de ellas fueron horribles. Le fue negado vivienda, transporte, trabajo y algunas veces hasta el uso de los baños. Experimentó rudeza, comentarios racistas, amenazas violentas, simplemente porque su piel era oscura. Griffin escribió un libro acerca de cómo fue tratado, “Negro como yo”. Mis amados, la historia de la encarnación de Jesús se podría escribir, diciendo: “Humano como Yo”, pues esto ha sido la más grande humillación de Dios. Pablo nos dirá que cuando Dios se hizo hombre en la persona de su Hijo, se humilló a sí mismo.  ¿Quién fue ese bebé? Fue el bebé que cuando nació ya había creado a su mamá y era más viejo que su papá. Cuando ese bebé nació ya había hecho  al mundo, incluyendo el pasto que sirvió de colchón en su pesebre. Cuando él nació ya había creado la estrella que guio a los sabios hombres del oriente. ¿Quién fue ese bebé?  Él fue el bebé a quien  el profeta nombró “Emanuel” (Dios con nosotros). Él dijo que ese bebé era “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Is. 9:5). Hablamos del nacimiento más controversial en las discusiones teológicas y filosóficas de todos los tiempos, porque en la mente de mucho esto simplemente es una locura impensable. Sin embargo, Jesús no fue el Hijo de Dios porque nació de una virgen. Él ha sido desde el principio y vino del Padre. ¿Qué es lo que hace que el nacimiento de Jesús sea incomparable? ¿Por qué es diferente?

 

  1. EL NACIMIENTO DE JESÚS UN MILAGRO INCOMPARABLE
  2. El mensaje que trajo el ángel (Lc. 1:26-28). Lo único que sabemos hoy día acerca del nacimiento de un bebé es si será varón o hembra, pero no sabemos más nada. Observe lo que pasó con Jesús. La ciencia ha avanzado hasta elegir el sexo y a lo mejor descubrirá más a través de los  tratamientos de fertilidad. Pero nadie podrá decirnos que será de la vida de ese bebé. Usted no sabrá más nada de ese niño  sino hasta que crezca. Sin embargo, lo relacionado a Cristo y lo que sería  ya había sido decidido en las cortes celestial. De esa manera vemos que el primer milagro de ese nacimiento fue la presencia  de un ángel. Este ángel llamado Gabriel  trajo una gran noticia a la virgen María. Para ese entonces ella estaba casada, pero todavía la ceremonia no se había consumado. La noticia que  el ángel le comunicó fue esta: “María, vas a tener un hijo”.   La Navidad es la proclamación del nacimiento de un milagro jamás visto. Usted ni yo tenemos que entenderlo para que sea cierto. Hay muchas cosas que no entendemos, por ejemplo: ¿Por qué una vaca color café, que come pasto verde, da leche blanca, y cuando se bate se convierte en mantequilla amarilla?  Así también es el nacimiento virginal de Cristo, pero es real.

 

  1. Por la pregunta de María. ¿Cómo será esto? María hizo la pregunta que mucha gente se hace. Estamos en presencia del primer caso que rompió con el orden natural y biológico. Sin embargo, esto no sería así si aceptamos lo que el ángel dijo: “Nada hay imposible para Dios”. Déjeme decirle que Dios no está impedido por las leyes que él mismo ha creado. Se dice que un milagro es la alteración del orden natural de las cosas. No debiéramos tener problemas en el nacimiento virginal si aceptamos el hecho de la creación. Si usted admite Génesis 1:1, no tendrá problemas en aceptar los demás milagros. En el principio Dios creó los cielos y la tierra; y, ¿de qué la hizo? ¡De la nada! ¿Tiene usted problemas en el aceptar el nacimiento virginal? Déjeme recordarle esto: Dios creó al primer hombre sin padre ni madre del polvo que él mismo hizo. Pero el polvo que sirvió como materia prima para hacer al hombre, fue hecho de la nada. Es posible que para usted el nacimiento virginal sea un misterio, pero no lo es para Dios si entendemos la creación misma. Mire lo que Pablo le dice Timoteo respecto al misterio de la piedad (1 Tim. 3:16) No nos preocupemos si no podemos explicar el nacimiento virginal así como no podemos explicar la naturaleza de Dios. Recordemos lo que le dijo el ángel a María: “Porque nada hay imposible para Dios”. Hasta ahora, todo lo ha podido hacer.

 

  1. EL NACIMIENTO DE JESÚS ES UN INCOMPARABLE PORQUE ÉL TENDRÍA UNA MUERTE INCOMPARABLE
  2. La necesidad de la revelación a través del Hijo (Lc. 2:11). Un Dios encarnado fue necesario para nuestra salvación. ¿Por qué? Porque Dios le dio dominio a Adán y Eva, pero pecaron y ese dominio se perdió. Después ellos se convirtieron en esclavos de Satanás e infectaron a toda la raza humana con su pecado. Nuestro dominio se perdió por un hombre y la única manera en que puede ser devuelto es por otro hombre. En la actualidad estamos representamos o por Adán o por Jesús. En Adán todos morimos, pero en Cristo todos somos vivificados. Jesús, el último Adán, vino de una virgen para deshacer lo que el primer Adán hizo. Aparte del nacimiento virginal no hay otra esperanza de salvación.

 

  1. La necesidad de la sangre para el perdón de pecados. La Biblia dice que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado. El pecado debe ser expiado, y expiado con sangre derramada. Dios como espíritu no tiene sangre. El gran “yo soy” no puede morir. El eterno no puede sangrar. Así tenemos que, por cuanto la salvación fue perdida por un hombre, y con ello el dominio, así también el hombre debe ser redimido por un hombre. Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados. Pero no todo hombre podía hacer esto. Tenía que ser un hombre perfecto, sin pecados e inocente. Todos somos hijos de Adán y Eva por nacimiento, pero ninguno está calificado para morir por otro (Ro. 5:12)

 

  1. La naturaleza humana y divina a la vez. Esto es lo que debemos saber respecto a este ser que estaba en el vientre de María: él tenía una vida separada de la madre. Lo que se ha descubierto es que la herencia sanguínea no está determinada por la madre, sino por el padre. Por lo tanto la sangre que tuvo el bebé Jesús no fue la José, sino la de Dios. Mendel, el hombre que trabajo en los códigos genéticos en el asunto del ADN, ha dicho: “Cada uno de nosotros es la suma excesiva o dominante de características de sus dos progenitores, esto es: papá y mamá. Todo lo que había en su papá y en su mamá está en usted. Esas características pudieran ser recesivas o dominantes, todas están allí”. Pero vea el asunto del nacimiento virginal.

 

III. EL NACIMIENTO DE JESÚS ES INCOMPARABLE PORQUE NOS REVELÓ  AL DIOS INCOMPARABLE

  1. Tal padre tal hijo (Lc. 1:30) Ahora como Hijo de Dios, él comparte la naturaleza del Padre. ¿Quién es este bebé nacido de una virgen? ¿A quién se pareció Jesús? ¿A María o a José? Él se parece a Dios, porque él mismo es Dios. Muchos no aceptan esto. Los mormones piensan que Jesús es un dios, pero no el Dios verdadero. Los Testigos de Jehová consideran que él es una creación de Dios.  Los musulmanes dicen que Jesús fue un gran profeta puesto en comparación a Mahoma, su propio profeta.

 

  1. Un Mesías divino. Se dice que toda niña adolescente judía abrigaba la esperanza de que su vientre fuera el instrumento por medio del cual vendría el Mesías prometido. Esto lo sabía muy bien María. Ella había sido instruida sobre las características del Mesías, entre las que se destacaba su carácter de guerrero conquistador. Sin embargo ahora está escuchando algo que no se le había dicho. El hijo de sus entrañas tiene otras características. Sería llamado “Hijo del Altísimo”. El hijo tendría una naturaleza humana y divina a la vez. Por lo tanto, él era el Hijo de Dios. En el vientre virginal de María, Dios, por medio del Espíritu Santo, estaba dando a luz la parte humana de la segunda persona de la Trinidad, nuestro Señor Jesucristo.

 

CONCLUSIÓN: El predicador londines, Henry Morhouse, contó una historia de unos hombres que fueron al zoológico de Londres y decidieron hacer una apuesta para ver cuántas ratas podía matar un perro Terrier en determinado tiempo. Las apuestas las hicieron en la misma forma que otros las hacían para las peleas de gallo, de caballo o de perros galgos. Tomaron, pues, a un perro y lo metieron en una jaula con 25 ratas furiosas, matando unas cuantas pero no lo suficiente. El amo perdió su dinero y le dio una paliza al perro, lanzándolo cerca de la jaula de un león, para que lo devorara. El viejo león se acercó y miró al pobre perro pisoteado y sangrante. Lo olfateó, lo mimó. Entonces puso sus garras sobre él como protegiéndolo y luego miró al hombre que había hecho eso. El león vio todo y estaba furioso que esto le hubiera pasado a esta criatura. En ese momento se apareció el cuidador del zoológico, y de acuerdo Henry Morhouse, dijo: “¿Quién hizo esto? ¿Quién tiró a ese perro en la jaula?”. El amo confesó que lo hizo porque estaba furioso, pero le dijo que por favor se lo devolviera. El cuidador actuó como si no lo hubiera escuchado. Y el hombre se volvió agresivo, y le exigía que le devolviera su perro. Entonces el cuidador le dijo: “Así que quiere su perrito. Pues bien, voy a abrir la jaula y entonces usted puede ir a buscarlo”. El evangelista hizo esta aplicación. “Yo estaba también así, golpeado, molido y herido por Satanás y el pecado, hasta que el León de Judá nació de un vientre virginal para ser mi salvador”. Este es el mensaje de la Navidad. ¿No es extraordinario que tengamos tan maravilloso salvador?  Aquel incomparable bebé, ahora es el adorable redentor. ¿Lo es de usted?

 

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