Los asientos disponibles

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EL EVANGELIO EN MARCHA
Los asientos disponibles
(MARCOS 10:35-45)

Por: Rev. Julio Ruiz, Pastor

INTRODUCCIÓN: ¿Qué es lo que produce en su mente cuando escucha hablar acerca de una silla de honor? Tome en cuenta, por ejemplo, viajar en primera clase; ya eso, de por sí, crea una distinción. Qué tal los puestos de honor en una ceremonia de coronación de un rey, de una reina o de un príncipe o de un presidente. En la gran mayoría de los deportes hay puestos de preferencia, asignados para unos pocos, donde usted pagará más para ver el juego. Todo esto nos lleva a ver que las sillas de honor son los más buscadas por esta sociedad que exalta el ego y la vana gloria. Pues al parecer los discípulos Jacobo y Juan estaban aspirando estos puestos por la creencia que el reinado de Cristo era de este mundo. Observe la petición atrevida de estos discípulos: “Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéramos”. Ellos le estaban pidiendo al Señor que los ubicara en los mejores puestos de trabajo cuando comenzara su gobierno. La confusión de un reino terrenal, al mejor estilo de los ya existentes, les hizo olvidar las palabras y la vida de Cristo, cuya característica principal fue la de un siervo que no vino para ser servido. Note la naturaleza de esta petición. Ellos no fueron a Jesús para pedirle un “puestecito” con el que pudieran asegurar su bienestar material en el futuro. No pidieron ser obreros en alguna parte de la ciudad donde fuera a gobernar. Tampoco le pidieron ser simples siervos para apoyarlos en su reino. La petición apunta hacia lo más grande: “Concédenos que en tu gloria nos sentemos una a la derecha y otra a la izquierda. Amados hermanos, la vida cristiana no consiste en buscar a Jesús para tener cargos de popularidad, sino para rendirle a él el más humilde de los servicios. Jesús dijo que en el reino celestial los asientos de la derecha y de la izquierda, ya tienen una asignación por parte del Padre. Entonces, por qué la ambición de querer las sillas de honor y no las del servicio.
I. LOS ASIENTOS DISPONIBLES DE JESÚS SE OPONEN A LA AMBICIÓN DE LOS PUESTOS DE HONOR
1. Que nos hagas lo que queremos v. 35. Este planteamiento no podía ser más hozado. Fíjese que no dice que “hagamos lo que tú quieras”, sino lo que nosotros queremos. Pero la verdad sigue siendo la misma. Lo que los hombres quieren no siempre es lo que quiere Dios. Los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos ni sus caminos nuestros caminos. Note que la respuesta que les dio Jesús fue muy benévola. No hubo una reprensión al momento, sino que los confrontó con dos preguntas para saber lo que estaban pidiendo. ¿Qué habían visto los discípulos en Jesús que los llevó a este planteamiento? En el ser humano subyace un deseo de grandeza. Aun aquellos que están tan cerca del Señor no escapan a esa tentación de popularidad y exaltación. Estamos viendo como muchos “siervos” del Señor utilizan todo su nombre y su supuesta “cobertura” para proyectar su imagen. El afán por tener la iglesia más grande. El afán por ser una celebridad en los medios de comunicación. El afán por construir un emporio económico, utilizando a la iglesia como plataforma, es algo que está latente en muchos discípulos. Pero el Señor no ofrece ese “asiento”. El no tiene esos asientos de la popularidad. En lugar de ofrecer un asiento a la derecha y otro a la izquierda, él ofrece el “asiento” del quebrantamiento del yo. Recordemos que ya Satanás quiso sentarse en ese lugar. Pero su orgullo le llevó a ser arrojado del cielo mismo. El asunto no es lo que nosotros queremos, sino lo que el Señor quiere y desea darnos. El asiento que menos queremos es el del quebrantamiento.
2. Concédenos sentarnos v. 37. La traducción de este versículo literalmente sería: “Destina a nosotros los dos puestos de mayor honra en tu reino venidero”. Como era de esperarse, el resto de los discípulos se pusieron bravos. Se enojaron al escuchar esa petición. Pero se pusieron bravo porque estos discípulos se les adelantaron, pues seguramente ellos iban a pedir lo mismo. Recordemos que todos habían discutido quién sería el mayor. ¿Qué pasaría si Jesús les hubiera dado una señal de esperanza sobre el pedido? Lo más seguro es que entre ellos se habría generado un pleito al mejor estilo de los partidos políticos. La lucha por querer ser el más grande es parte de la naturaleza de este mundo. Que lejos está esta petición del verdadero cristianismo. Jesús ha dicho que el que se humilla será exaltado, pero que el que se exalta será humillado. El camino de la grandeza cristiana no comienza exigiendo sentarse a la derecha o la izquierda del Señor, sino al lado de su voluntad. Un día Jesús se sentó a la diestra del Padre, pero primero se acostó sobre la cruz del calvario. Aunque es cierto que Jesús les prometió a sus discípulos que reinarían con él, como también a la iglesia, quedó descartado que el viniera como un Mesías político repartiendo cargos para todos los discípulos. Lo que Jesús dijo a sus seguidores es que si alguno quería seguirle debería “negarse así mismo, tomar su cruz cada día…”. Esto no es lo que más hacemos o deseamos.
II. LOS ASIENTOS DISPONIBLES DE JESÚS SON HECHOS CON CLAVOS DEL SUFRIMIENTO
1. ¿Podéis ser parte del vaso y del bautismo? v. 38ª. Es interesante que a estas dos preguntas los discípulos dijeran que sí podían. ¿Estarían de alguna manera profetizando lo que les esperaba vivir por causa del evangelio? En efecto, Jacobo fue el primer de los discípulos a quien lo dejaron más corto de estatura, pues le cortaron la cabeza por mandato de Herodes. Se dice que en los banquetes reales se acostumbraba a ofrecer una copa a los invitados. El vaso se convertiría en una metáfora con la que se representaba la vida y la experiencia misma que Dios ofrecía a los hombres. Una de las cosas que menciona el muy conocido salmo 23 es que “mi copa está rebosando”. Hasta ese momento todos ellos habían estado bebiendo de la copa que Jesús les ofreció desde el comienzo de su ministerio. Sin embargo, no entendían que Jesús iba aceptar beber la copa más amarga, la copa que involucraba su muerte cruenta en la cruz del calvario. De modo que aun cuando es cierto que ellos podían beber su copa, lo que pedían no formaba parte de lo que él les ofrecía. Si Jesús nos concediera todos los deseos, pronto se haría evidente que deseamos fama o poder, y que no queremos beber su copa ni pasar su bautismo; así que con frecuencia sería una ruina que respondiera nuestras oraciones. Pero él nos ama y dará a su pueblo sólo lo que es bueno para ellos. La espada de Pedro y no la toalla de Jesús es lo que se pone en evidencia cuando se opta por la silla de la ambición en lugar del asiento de la cruz.
2. La silla de la cruz tiene clavos, la silla de la ambición, placer. Los apóstoles estaban dispuestos a ser parte de los sufrimientos del Señor, pero primero pensaban en la ambición de las sillas terrenales. Estaban dispuestos a tomar la copa y su bautismo, pero no perdían de vista la ambición para disfrutar del mismo placer que ostentan los que están en eminencia. ¿O acaso no podemos imaginarnos que los discípulos aspiraban a esa posición para salir de su condición de pobreza? ¿No tenían ellos derecho de ocupar un puesto en el “gobierno” de Jesús? ¿A caso no se perfilaba él como el mejor y más grande gobernante? Solo que ellos habían cometido algunos errores de cálculos porque Jesús nunca habló de un reino terrenal. No habían entendido, como Pedro cuando trató de persuadir a Jesús de enfrentar el sufrimiento, que él tenía que ir a la cruz. No podemos reinar con Cristo si primero no tomamos el asiento de la cruz. Jesús les ofreció un reino, pero después del sufrimiento. Aun siendo creyentes somos amantes de la comodidad y no muy dados al sacrificio. En no pocas ocasiones peleamos más por nuestros derechos que por el privilegio del servicio. El asunto es que la cruz tiene clavos, mientras que la silla de la ambición es una invitación al placer.
III. LOS ASIENTOS DISPONIBLES DE JESÚS NO SON LOS MISMOS ASIGNADOS POR EL PADRE

1. Lo que piden no puedo darle v. 40ª. Cuando Jesús escuchó la petición de estos discípulos simplemente dijo: “No sabéis lo que pedís”. Cuántas veces el Señor habrá dicho lo mismo de nosotros. Con esto él pone de manifiesto que hay oraciones que difícilmente serán contestadas porque tienen el elemento del egoísmo y de alguna ambición personal. Fue Santiago quien dijo: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Stg. 4:3). Que bueno que el Señor no siempre responde a algunas de nuestras oraciones porque no nos harían ningún bien. El principio es simple, no debemos pedirle a Dios donde él ya ha dicho “no”. Ilustración: “buenas días… pastor Ruiz…quisiera comentarle, algo… mi novio es casado, mas no conmigo, es creyente de la palabra. El tiene dos hijas con su esposa, pero la esposa lo trata mal, como si fuera un perro, el trabaja para ella y sus hijas, pero el solo da y no recibe nada de ellas, ella sabe que yo soy su novia, yo se que el vive en pecado, también se que dios perdona. Yo también creo en la palabra mas no la practico. Se que es lo bueno y que es lo malo. Pero ¿sería pecado si él se divorcia de ella, y se casara conmigo”? ¿Cómo piensa usted que Dios responderá a todo esto?

2. Reservados por Dios. Lo que Jesús les dice a sus discípulos es que la decisión final sobre los asientos de la derecha o de la izquierda es potestad del Padre celestial. En esto hay algo sublime. Jesucristo, el Hijo de Dios, siempre doblegó su voluntad a la del Padre. Él no pasó por alto lo que él estaba pensando. Los discípulos le pidieron a Jesús algo que estaba reservado para aquellos a quienes el Padre lo había preparado. Una cosa es muy cierta en esto, Dios ha destinado esos puestos para aquellos que no los aspiran, para aquellos que no tienen egoísmo, ni soberbia, ni otra cosa que no sea el honrar y servir al Señor. Allí no se podrán sentar los creyentes altivos, soberbios, que no tienen a los demás como superiores así mismo. Aquellos son puestos reservados por el Padre eterno. ¡Oh, bienaventurados aquellos a quienes el Padre celestial invite a sentarse allí! Así que esos puestos tienen una inscripción que dicen: “RESERVADOS”. Trabajemos, no tanto para aspirar la silla de la voluntad humana, sino para honrar al Señor en todo; y si alguno fuera elegido por la voluntad divina para ese asiento, entonces aquel será el día más glorioso para creyente alguno.

IV. LOS ASIENTOS DISPONIBLES DE JESÚS TIENEN LA MARCA DEL SERVICIO
1. Los que gobiernan se enseñorean v. 42. La intervención de Jesús era necesaria para que no se rompiera la unidad de los apóstoles. Al llamarles a reflexión sobre lo que estaban pidiendo les mostró la diferencia entre la grandeza de su Reino y el reino de este mundo. El Señor Jesucristo nos enseña que el hombre sin Dios se hace señor de los demás hombres, y llega al colmo de esclavizarlos como si fueran animales. Vea la forma despótica de tantos gobernantes. La historia es testigo fiel de cómo el hombre ha llegado a enseñorearse de sus semejantes a grado tal que ha cometido las más terribles atrocidades para gobernar sobre otros hombres. El principio de Jesús es totalmente distinto. No es la revolución de igualdad que muchos proclaman. Los que procuran gobernar tienen en su mente el uso del poder para controlar, supervisar y seleccionar a los suyos. Los que llegan a gobernar tienen a pasarles factura a sus adversarios. Otros, abusando del poder, acallan la disidencia para lograr sus proyectos políticos. Jesús les advirtió a sus discípulos que así no era su “gobierno”. Él no había venido para ser servido, sino para servir. El mismo ejemplo deberían llevarlo sus discípulos. Que la iglesia se olvide de ejercer gobierno terrenal.
2. Los que sirven, enaltecen vv. 43-45. Para los que piensan que Jesús fue un revolucionario al mejor estilo de los pasados o los modernos, estos versículos lo sacan de semejante equipo. Jesús no fue ningún revolucionario como los gobiernos de izquierda lo han catalogado. Él simplemente fue el Mesías prometido, el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios. Vea con detenimiento cada una de estas palabras. Mire la forma cómo el Señor nos enseña que los cristianos no buscamos el señorío sobre los demás, sino el poder servir para enaltecer. Las enseñanzas de Jesús parecen una paradoja: “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”. Así no es como el mundo ve este asunto. También dijo: “El que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos”. Esto parece un absurdo en un mundo de tanta competencia. ¿Quién quiere ser “siervos de todos”? Pregúntele a la gente de Hollywood. Pregúnteles a los ricos, a los deportistas, a los políticos. ¡Nadie quiere ser un servidor de otro! Pero en el reino de Cristo todos tenemos que ser servidores. En la iglesia del Señor no hay tal cosa como una cadena de mando, sino verdaderos “diáconos”. Para que no haya dudas de esto, mire al Señor lavando los pies a ellos (Jn. 13).
CONCLUSIÓN: ¿Cuál es la esencia de este pasaje? ¿Por qué Jesús les ofreció otros “asientos”, en lugar de las “sillas” que ellos pidieron? Hay dos enfoques muy distintos en el camino a Jerusalén. Jesús ve la cruz que le está esperando, mientras que Juan y Jacobo ven los tronos que les aguardan. ¿Pero qué vieron los otros diez? Ellos vieron a Jacobo y a Juan. No vieron a Jesús. Se enfurecieron y se molestaron con Juan y Jacob. ¿Por qué? Porque ellos llegaron primero a Jesús con la petición. Ellos querían lo mismo y estaban furiosos porque sus compañeros se les habían adelantado. ¿No explica muchas veces esto nuestra ira? Nos molestamos porque alguien pensó en ello antes de que lo hiciésemos nosotros. Nuestro Modelo en el servicio dijo: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir… y dar su vida”. Un eslogan de un partido político cristiano decía: Gobernamos para servir. El verdadero cristiano dice: Deseo siempre servir para que Dios sea el que gobierne.