¡Llegó diciembre!

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EL EVANGELIO EN MARCHA- PERLAS DEL ALMA

¡Llegó diciembre!

Por: Francisco Aular (faular @hotmail.com)

 

Tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar. Eclesiastés 3:5 (RV60)

Existe un tiempo para todo debajo del sol y… ¡llegó diciembre!. En efecto, en el primer calendario romano, el año comenzaba en marzo, Diciembre era el décimo y último mes del año, de allí su nombre. Después, el año pasó a ser de doce meses, intercalando los meses de julio y agosto, que tomaron sus nombres de los emperadores Julio César y Augusto. Así Diciembre, se convirtió de décimo en duodécimo mes, pero conservó su mismo nombre a pesar de que no correspondía ya al lugar que ocupaba en el almanaque.

El sabio Salomón, autor de Eclesiastés, en el tercer capítulo de ese libro, nos habla sobre la elección del tiempo, usa un estilo personal, autobiográfico, para hablarnos de los afanes del ser humano en busca de la felicidad, del poder, la fama, la gloria. Salomón había tenido todo esto en una vida de poder, de fama, de lujos, y de gloria efímera, como es todo lo humano. Al final de su vida concluye señalando que todo es “vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 2:26 RV60).

El mes de Diciembre, para el mundo cristiano es el mes de la gran celebración de la Natividad del Señor JESÚS. Los anglosajones, más bíblicos que nosotros, lo llaman el “mes santo”, aludiendo al nacimiento de JESÚS. Ya sabemos que la fecha no tiene evidencia bíblica ni histórica, pero no será eso mi tema hoy, lo dejaremos para otra ocasión, lo cierto para nosotros es que en ningún otro mes del año nos damos a excesos como en este mes, y nos deja como saldo para el Año Nuevo, para enero, la certeza de que Salomón tenía razón, en cuanto a la “vanidad y aflicción de espíritu”…

Este debería ser un mes para darnos a los demás, tal y como JESÚS se dio por nosotros, sin esperar nada a cambio; este debería ser un mes de armonía familiar, de arreglar cuentas entre nosotros, de pedir perdón y perdonar; no debería ser un mes para dejarnos seducir por el consumismo y el materialismo en que hemos convertido las Navidades; este es un mes para contabilizar en qué invertimos nuestro tiempo este año. Mire a su alrededor, revise su cuenta bancaria y vea cuánto han aumentado sus riquezas; pero sepa de una vez, que lo que no ve allí es lo que definitivamente se llevará al salir; si usted es un cristiano nacido de nuevo, deberá escuchar la pregunta que JESÚS nos hace en un antiguo himno: “Mi vida di por ti, ¿qué has dado tú por mí?”…

Al comenzar el mes de nuestra máxima celebración de la cristiandad: el Nacimiento de JESÚS, les confieso que –no me lo están preguntando, pero debo decirles, que en este mes mi corazón disfruta al máximo este acontecimiento- poco me importa si JESÚS nació el 29 de septiembre, el 6 de enero o el 2 de abril, lo que me importa es que ¡JESÚS nació! Y también me importa saber que hace muchos años nació en mi corazón. Este acontecimiento lo celebro con todo el sano entusiasmo posible, e invito a otros a que lo hagan; eso sí, siendo nosotros los que con sobriedad, con fe, esperanza, amor, controlamos estas festividades y no las festividades a nosotros.

No deje que sus emociones, frente a lo mucho que tiene o que no tiene, le impidan celebrar cómo se debe; si JESÚS es el Cumpleañero de este mes, el dominio propio en lo que hagamos, debe corresponde a su alta investidura. Tampoco debemos olvidar sus enseñanzas, una de las más importantes es que JESÚS es la Vida Eterna, Él quiere que le ofrezcamos nuestros corazones como un pesebre y que lo invitemos a nacer en él: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí… He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Juan 14:4; Apocalipsis 3:20 RV60). Entonces, si podremos decir con todo entusiasmo: ¡Llegó diciembre!

¡Celebra a JESÚS en este mes! Dios inmortal se hizo cuerpo para que nuestro cuerpo se haga inmortal y podamos vivir con Él para siempre.