El discípulo restaurado

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EL EVANGELIO EN MARCHA

El discípulo restaurado

Por: Rev. Ricardo Carrillo

TEXTOS BIBLICO: Juan 21.15-19; Hechos 2: 1-14

  Juan 21.15-19: Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.

  16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.

  17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

  18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. 19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de Hechos 2: 1-14glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.

 

SER DISCÍPULO ES TODO UN PROCESO

 

Como hemos estado viendo todas estas semanas, el ser discípulo es todo un proceso, que comienza cuando yo recibo a Cristo como mi señor y salvador y empiezo a caminar con él. No es solo recibir a Cristo, sino entregarme a Cristo; cuando me pongo en las manos del Señor y cuando le doy el comando de mi vida a Él, es en ese proceso, en donde nos encontramos con triunfos y fracasos.

Pedro había tenido un gran triunfo cuando declaró que Jesús era el Cristo el hijo del Dios viviente y en ese momento él se sintió invulnerable y creyó que tenía una sabiduría superior, que tenía una fortaleza superior y que podía corregir al mismo Jesús y que nada podía conmoverlo.

Pedro se sintió invencible en ese momento y por eso fracasó estrepitosamente, se acuerda ¿por qué?, Porque una de las cosas que debemos de saber es que somos discípulos del Señor y nos entregamos a él, pero luchamos todavía con la carne y vivimos en la carne.

Y por lo tanto, somos sujetos a los problemas que tiene la carne, algunas veces triunfamos y algunas veces fracasamos, porque somos vulnerables, somos falibles, nadie es perfecto, todos podemos caer.

¿Quién puede decir que nunca cayó en pecado? ¿Quién nunca tropezó en su vida?; el que dice que nunca cayó es un gran mentiroso, siempre el pecado aparece en la vida del discípulo y es necesario admitirlo, no podemos decir  “antes que  Cristo venga a mi vida yo era un pecador, como si ahora ya hubiera dejado de ser un pecador”.

El discípulo del Señor cuando cae en pecado puede ser restaurado y esa es la labor del Señor; seguiremos luchando con el pecado, en la vida siempre tendremos problemas, pero el Señor nos provee herramientas para solucionar esos problemas.

 

COMO DISCIPULOS SOMOS VULNERABLES A CAER

Supongamos que alguien se crea invulnerable, hay muchas personas que se creen invulnerables, pero mira lo que dice el apóstol Santiago: Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación: Santiago 3:1.

Porque todos ofendemos muchas veces, Santiago le está hablando a la iglesia y le está diciendo: somos falibles, tenemos que entender que somos falibles, que no somos dioses, es necesario ponernos en el lugar que nos corresponde, no nos estamos subiendo al altar del santo, ni tenemos ninguna aureola ganada, mientras estemos en la tierra, mientras que el Señor no venga por segunda vez, no podemos bajar la guardia, no podemos ponernos como modelo, por eso que la Palabra dice: No os hagáis muchos maestros. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. 1 Juan 1:8.

Lo que está diciendo Juan es: que hay una realidad en la que nosotros continuamos luchando toda la vida, el ser discípulo es una lucha constante, una lucha que se prolonga a través del tiempo; Pablo lo escribe muy bien: Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Romanos 7:21.

Así que si yo quiero hacer el bien, descubro que el mal está en mí; pero este capítulo no termina en tragedia, mira lo que dice Romanos 7:25: Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Es con la ayuda del Espíritu Santo que podemos salir, pero muchas personas no admiten nunca su fracaso, porque creen que se desvalorizan y es por la baja autoestima que tienen, producto de su niñez.

 

NO ADMITEN SU FRACASO

Nuestros padres no nos prepararon para el fracaso, nos preparan para el triunfo pero no para el fracaso. Los padres de hoy quieren y buscan que sus hijos sean triunfadores, no los preparan para afrontar un fracaso.

Uno de los consejos para ustedes seria: mire a su hijo jugar y pregúntese si en esos juegos de competencia, su hijo sabe perder, porque saber ganar es fácil y lo saben todos, pero saber perder no.

¿Cuál es el efecto que le produce el perder?, tenemos que enseñarles a nuestros hijos a admitir la derrota; admitir con sinceridad el triunfo del rival, todo esto forma parte de la enseñanza de la vida. Si el niño aprende a aceptar la derrota, entonces va a poder superarla,

pero si no sabe admitir la derrota, se va a desvalorizar y no va a saber perder. Permítame ir a los ejemplos bíblicos:

 

DAVID FRACASO EN UNA ETAPA DE SU VIDA

David era un hombre conforme al corazón de Dios, era un hombre excepcional en todo sentido, por favor fíjense que: 75 salmos se le atribuyen a su autoría y son el compendio de todo lo que pasa en el alma humana.

David era un hombre que comenzó su trabajo dependiendo de Dios; su primer triunfo lo tiene contra Goliat, por la fe; Sin embargo en la adultez de su vida, cae en adulterio y un crimen. Es el autor intelectual de la muerte de Urías Heteo, a quien manda al frente de batalla para que lo maten.

Pero lo peor que le pasa a David, es que después de haber cometido adulterio y homicidio, que quería seguir viviendo, como si nada pasara, como si no hubiera fracasado, como si no hubiera caído, al decir: aquí no pasa nada, se potencian las consecuencias:

Tiene que venir el profeta Natán para sacudirlo y para decirle:David fracasaste, debemos arreglar esto, pero es necesario admitir que has fracasado, tienes que admitir delante de Dios, esto es muy interesante.

David con su silencio hizo que su pecado se dimensionara, que las consecuencias de su pecado se potenciara, finalmente, David se arrepiente; Muchas veces no admitimos nuestro fracaso, el Discípulo del Señor, tiene que presentarse delante del Señor inmediatamente admitiendo su pecado y decirle:

Señor he fracasado en esto, Señor he caído en esto, por favor arréglalo Señor, aquí estoy confesando mi fracaso, responsabilizándome delante de ti de mi pecado.

Pero es necesario abrir nuestro corazón delante del Señor, no podemos tomar la actitud de David, como que aquí no ha pasado nada. Un discípulo tiene que tener esta capacidad de ver su propio fracaso, su propia caída y acudir inmediatamente al Señor. Arreglar este problema para que este no se potencie.

 

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