Racismo, discriminación y la misericordia de Dios
En el libro de Jonás encontramos uno de los acontecimientos más increíbles e inesperados de la Biblia: el rey y todos los ciudadanos de una ciudad pagana se arrepienten de su maldad y creen en Dios. Dios usó a Jonás para llevar un mensaje de misericordia a Nínive, a personas no judías, ¡y le hicieron caso! Escucharon la Palabra de Dios y cambiaron su rumbo.
Entonces, uno esperaría que el libro terminará con palabras de agradecimiento y celebración. Después de todo, Jonás exitosamente cumplió la misión que Dios le había dado (a pesar de que tuvo que ser tragado por un pez para hacerlo). Sin embargo, la historia no concluye de la manera que quisiéramos.
Al ver que toda la ciudad de Nínive creyó en Dios, Jonás no celebró la misericordia de Dios sino que salió de la ciudad enojado y frustrado con Dios. Con sus quejas infantiles, Jonás mostró la verdadera postura de su corazón.
¿Qué tipo de persona tienes que ser para enojarte cuando tu enemigo es salvado? ¿Qué tipo de persona tienes que ser para quejarte y hacer un drama y preferir tu propia muerte antes de ver la salvación de 120,000 hombres, mujeres y niños no judíos?
Hoy más que nunca el cristiano debe considerar la discriminación en su contexto: ¿por qué existe? ¿Cómo se puede contribuir a la discriminación sea a través de acciones directas o apoyo pasivo de sistemas o ideologías que la propagan? ¿Qué puedo hacer para ayudar a los discriminados, menospreciados, y angustiados? Debemos considerar estas preguntas, orar y actuar al respecto también.
