Llamados para ser influencia

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EL EVANGELIO EN MARCHA

Llamados para ser influencia

Por: Rev. Julio Ruiz

(MATEO 5:13-16)

PASTOR JULIO RUIZ

INTRODUCCIÓN: ¿Qué tipo de influencia es usted? ¿Cuál es la huella que está dejando en la vida? ¿Por qué Jesús dijo que nosotros somos la sal de la tierra y la luz del mundo? ¿Por qué usó estas dos metáforas cuando quiso describir lo que somos y lo que debemos hacer? Bueno, lo primero que necesitamos ver acá es que no somos llamados a retirarnos de la vida pública a nuestros círculos cristianos seguros y acogedores. Estamos llamados a hacer una diferencia en un mundo lleno de oscuridad, miedo, violencia y locura.  Estamos llamados a ser una influencia preservadora (la sal) y a una influencia reveladora (la luz). Las dos metáforas que Jesús menciona después de darnos nueve “bienaventuranzas”, todas inigualables en su contenido y desafío, serían como  la aplicación de todo el  “Sermón  del Monte”. Los discípulos conocían muy la importancia de la sal. La sal era la forma de preservar los alimentos, especialmente la carne y el pescado. Además de dar sabor a la comida, la sal era usada para los sacrificios ofrecidos al Señor (Lv.2:13). Por otro lado, la sal era tan importante que a los soldados romanos se les pagaba con sal, de allí viene la palabra “salario”. Pero el decirles que ellos eran “la luz del mundo” era algo completamente nuevo. Conocían lo que era la luz, pero desconocían que ellos llegaran a ser luz. Habían oído hablar de su Maestro que él era la luz, pero pensar que ellos también fueran la luz era algo nuevo. Y vamos a notar que mientras el ejemplo de la sal se degrada, el de la luz  va en aumento, positivamente. Consideremos la influencia del cristiano en el mundo.

 

UNA INFLUENCIA PRESERVADORA (Lo que somos)

 

  1. La enorme responsabilidad que Jesús nos da v. 13. ¿Qué quiso decir Jesús con “vosotros sois la sal de la tierra?”. Por un lado, que nosotros somos los responsables en la preservación de la corrupción de este mundo. Esto significa que este mundo no está más corrompido porque en muchos lugares de la tierra hay “sal humana”. ¿Será entonces que en los lugares donde vemos tanta descomposición es porque no hay mucha sal que preserve? Cuando Jesús dijo esto de nosotros sabía la eficacia de la sal como agente que protege de la corrupción y que purifica las heridas. El uso más común de ese tiempo, y antes que salieran los refrigerantes, es que la sal podía preservar la carne de la corrupción. El pecado tiene la misión de corromper la carne, de allí la necesidad de preservarla a través de lo que somos. Tan importante fue lo que Jesús dijo que las palabras salud, saludo y salvación vienen de allí. El infierno es un lugar de corrupción, de allí la figura del gusano que nunca muere. ¿Sabía usted que nosotros podemos evitar esa descomposición por nuestra naturaleza?

 

  1. La advertencia de desvanecernos. Los que hemos pasado por una situación de vértigos sabemos lo que significa un desbalance. Es como si de un momento a otro todo se mueve hacia arriba o hacia abajo y no hay manera de quedarse estable, sino hasta que todo pase. Desvanecerse, pues, es una condición de perder el balance de lo que somos. Es cuando algo se derrumbe y nada quede estable. Jesús advirtió de lo que nos podía pasar si dejamos la función a la que somos llamados. Jesús percibió en esta figura algo que podía pasarnos. La pregunta que hizo “¿con qué será salada?” puso en sobre aviso una condición que debe ser seriamente considerada. Hay creyentes que se desvanecen con el tiempo. Han tenido un comienzo lleno de gozo y de una influencia notoria, pero hace rato están en desuso. Sus vidas ya no son un impacto. Su manera de concebir el evangelio los dejó sin ninguna influencia para otros. Su testimonio en medio de los demás no ofrece nada nuevo. Esta advertencia de Jesús es muy seria. Cuando él dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra” esperaba que cada uno de sus discípulos permaneciera firme porque es difícil después recuperar la estabilidad.

 

  1. La posibilidad de perder el sabor a Cristo. Jesús sigue describiendo la situación de la sal cuando deja su función principal. Nada sabe más raro que una comida sin sal o con mucha sal. Sorprendentemente Jesús nos exhorta con esta declaración a algo que necesitamos revisar y considerar detenidamente: El creyente puede perder la capacidad de dar sabor. En la preservación que le damos a este mundo aparece nuestra función de dar sabor como lo hace la sal. ¿Qué hacer frente a esta seria advertencia? No podemos permitir que la vida cristiana pierda su sabor, porque ¿qué pasará con el mundo después? El apóstol Pedro y los demás discípulos oyeron a Jesús el “Sermón del Monte”. No fue, pues, casualidad que después escribiera en una de sus cartas los ingredientes que deben adornar la vida cristiana para que de sabor. Como si se tratara de una receta va enumerando los ingredientes que deben ser añadidos según 2 Pedro 1:5-8: Fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor. Esto es una vida con sabor. No sea usted un creyente insípido.

 

UNA INFLUENCIA REVELADORA (Lo que hacemos)

 

  1. La distinción que hace Jesús. “Vosotros sois la luz del mundo”. Vivimos en un mundo donde la autoestima de muchas personas anda por el piso. Si algo necesitamos es de palabras de elogios, de reconocimientos. ¡Qué bien nos sentimos cuando alguien dice algo bueno de nosotros! Jesús es el especialista en levantarnos el ánimo.   ¿Sabe usted lo que significa esto? El Señor nos pone dentro de una dimensión al darnos esta distinción porque tanto el Padre como el Hijo se definen como Luz. De Dios nos dice la palabra “Dios es luz…” (1 Jn. 1:5). Y de Cristo también dice: “Yo soy la luz del mundo” (Jn. 8:12).  Amado hermano, estas son palabras entusiastas. Levante su ánimo al reconocer la distinción a la que ha sido llamado. Usted no es cualquier cosa. Jesús no le dijo esto a los ángeles, sino a nosotros.

 

“Vosotros sois la luz del mundo”. Si la sal sirve para preservar, la luz sirve para disipar. Esto sería el aspecto positivo de la luz. Para nadie es un secreto que el mundo está en tinieblas. Ningún otro tiempo había sido tan oscuro como este, y la razón es porque “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas» (Juan 3.19). ¿Sabe usted cual es el insecto que ama la oscuridad? La cucaracha. Encienda la luz en un cuarto oscuro y verá como se esconden. Ellas aborrecen la luz. Donde está un creyente las cucarachas se van.

 

“Vosotros sois la luz del mundo”. ¿Sabía usted que solo un cristiano puede saber más que cualquier persona que tenga un doctorado? Esto es una realidad cuando somos la luz del mundo. Porque si alguien conoce bien al Salvador y la Biblia, entonces esa persona sabrá lo que es mantener su matrimonio, la crianza de sus hijos bajo el temor de Dios, enfrentar los problemas cotidianos, y, sobre todo, hallarle significado a la vida.  Como seguidores de Jesús, debemos hacer que nuestra luz alumbre. Hagamos que ella alumbre por medio de vivir vidas resplandecientes. La presencia de un creyente debe ser luz donde quiera se encuentre.

 

  1. La luz debe ser vista: “Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. Nada que esté en lo alto podrá ser ignorado. En la antigüedad las casas eran construidas en lo alto. Esta posición les permitía no solo divisar al enemigo, sino que la gente podía verlas desde lejos. Se nos dice que la ciudad de Petra, la legendaria ciudad de los riscos fue construida de esa manera y por mucho tiempo permaneció inexpugnable. Cuando Jesús puso esta ilustración nos estaba enseñando también la importancia del testimonio de la iglesia. ¿Cuál es la idea? Jesús sigue edificando a su iglesia en un lugar elevado para que no pase por alto de modo que todos la vean. Somos luz para todos. Ahora bien, ¿quién encendería una luz y la escondería? ¡Eso era imposible! El Señor encendió en nosotros la luz y la ha puesto en el candelabro, que es símbolo del Espíritu Santo para que alumbremos de día y de noche. Muchos creyentes no dan luz sino lástima. Brillamos para ser una influencia.

 

CONCLUSIÓN: El Señor nos ha dicho que nosotros somos “la sal del mundo” y “la luz del mundo”. No fue casualidad que Jesús dijera estas dos metáforas en el mismo sermón. El primero tiene que ver con la preservación de un mundo que se descompone y por otro lado con un mundo que está en tinieblas, que urge salir de allí. ¿Cómo puede un creyente ser sal y luz para el mundo al mismo tiempo? Comience por las cosas básicas. No pierda su sabor. Usted ha sido llamado para dar sabor, “sabor a cristiandad”.  Comience a hacerlo cuando hable: Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno (Col. 4:6). Haga lo esencial para ser luz, la propiedad más grande que este mundo necesita. Sea luz con sus amigos, sea luz con sus vecinos, sea luz en la escuela, sea luz en la universidad, sea luz cuando use el internet (Facebook), extraordinaria herramienta para alumbrar a los que viven en tinieblas. Haga realidad este texto: “«Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo…» (Fil. 2:14-16). Seamos sal y demos luz.

 

 

Le invitamos a que escuche nuestro programa: La Palabra Expuesta, en la WUST 1120 AM, Todos los lunes a la 1:00 pm.

Julio Ruiz, es pastor de La Iglesia Bautista, Ambiente de Gracia, ubicada en 5424 Ox Rd. Fairfax Station, VA 22039 (pastorjulioruiz55@gmail.com)