Libres de la esclavitud financiera

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EL EVANGELIO EN MARCHA

(PROVERBIOS 3:1-8)

Por: Rev. Julio Ruiz  

                       

INTRODUCCIÓN: Se dice que la reacción que un hombre tenga por el dinero habla mucho de su carácter, sea que esté pobre o rico. Una historia habla de un hombre que heredó una considerable fortuna: doscientos cincuenta mil dólares. El hombre, además de ser ya muy viejo, tenía problemas del corazón, lo que planteaba todo un desafío para darle la noticia. Por cuanto la noticia no podía dársele de manera súbita, los familiares decidieron pedirle al pastor del anciano que se la diera, pero que lo hiciera de una forma bien sutil y diplomática dada su condición. El pastor preparó la estrategia. Decidió hacerle varias preguntas a las que el anciano respondió. Y una de esas preguntas tuvo que ver con el dinero heredado. La pregunta formulada fue: “¿Qué haría él si supiera que era heredero de una fortuna de cuarto de millón de dólares?”. El anciano con la naturalidad que le caracterizaba le dijo que los donaría a la iglesia. Y, ¿usted sabe quién se desmayó? ¡El pastor! Nuestra actitud hacia el dinero determina nuestro carácter. Es posible que esta sea la razón por la que la Biblia nos hable tanto del presente tema. ¿Sabía usted que de las treinta y ocho parábolas que el Señor dijo, por lo menos dieciséis de ellas están relacionadas con este asunto? Hay unos quinientos versículos que hablan de la fe y otros quinientos que hablan de la oración, pero hay más de dos mil que hablan del dinero y su mayordomía. ¿Por qué esto? Porque Dios está altamente interesado en bendecirnos. Él quiere que sus hijos salgan de la esclavitud del dinero mal administrado. Es un hecho que Dios quiere cumplir la promesa del presente texto. Él quiere que vivamos con ventanas abiertas de bendición en lugar de vivir bajo maldición por robarle lo que a él le pertenece. Malaquías 3 ha sido visto como un texto aplicado más para Israel que para la iglesia, sin embargo, el ejercicio de este texto pudiera ser la clave para una vida de profunda satisfacción espiritual. Veamos algunos principios para lograr esto.

I. TRABAJE PARA VIVIR, PERO NO VIVA PARA TRABAJAR

1. Viva satisfecho (Pr. 15:6).  La palabra “provisión” en toda la Biblia está relacionada con Dios. Abraham es el primero en llamar a Dios: “El Dios Proveedor” o “Jehová-Jireh” en hebreo (Gn. 22:14). Y la verdadera provisión solamente llegará como bendición de Dios sea esta grande o pequeña ante nuestros ojos. Hay gente que teniendo poco puede dormir  mejor que los ricos, pues estos se preocupen qué hacer con su dinero. Cuando alguien tiene dinero y no está satisfecho, sino que tiene un afán por obtener más dinero, está en una condición de esclavitud financiera. El que más quiere nunca se sacia. Y el que más tiene, más serán sus preocupaciones financieras. El consejo de decirles a nuestros muchachos que ganen todo el dinero que puedan, pero que lo hagan de una manera honesta, no es bueno. Porque, ¿qué sentido tiene que alguien viva solo para trabajar, ganando todo el dinero posible, pero no le queda tiempo para orar, leer la palabra, asistir a su iglesia y menos para servir al Señor? Tal persona sencillamente está esclavizada, solo vive para trabajar pues ni siquiera puede divertirse. Escuche lo que dice Hebreos 13:5: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”.

2. Busque primero el reino de Dios (Mt. 6:33).  Cuando la única motivación que tenemos es el acumular riquezas, y todas mis fuerzas se consumen en el trabajo, hemos dejado que el trabajo se convierta en nuestro amo, en lugar de nuestro amoroso Señor. Los tesoros por los que debemos trabajar son los que podemos enviar para el cielo. Jesús dijo: “Haceos tesoros en el cielo…”. El dinero de la tierra llega a ser un mal amo. Al momento menos pensado se despide de nosotros, dejando una gran frustración e impotencia para resolver las cosas. La gente que vive confiado solo de sus bienes y su capacidad para hacer dinero, sin buscar el reino de Dios primero, le pasa como aquel rico insensato que derribó sus graneros para retener más, pero que esa misma noche vinieron para pedirle su alma (Lc. 12). ¿De quién será lo que usted tiene ahora? Buscar el reino de Dios primero es poner en el orden correcto nuestras perspectivas acerca de los bienes materiales. Esto texto me enseña que yo debo vivir para Cristo. Lo que tenemos ahora solo lo tendremos por un rato, pero a mi Señor lo tendré para siempre. Cuando invierto para el reino de Dios, lo demás vendrá por añadidura.

II.VIVA PARA LOS BIENES ETERNOS A TRAVÉS DE LOS BIENES TEMPORALES 

1. La ilusión de las cosas materiales (Sal. 118:8).  Alguien ha dicho que la gente moderna maneja un carro financiado por el banco, usando gasolina con tarjeta de crédito para ir a comprar mueles para pagarlos en cuotas mensuales, para amoblar la casa que seguirá perteneciendo al banco por los próximos treinta años, si es que no la pierde antes. ¿Cuál es el principio? Si hay cosas que no necesitamos, no debemos usar el dinero que no tenemos para adquirirlas. Llegó el momento en nuestras vidas donde debemos saber cómo usar con sabia mayordomía nuestro dinero. Lo que si estamos seguros es que Dios quiere abrir las ventanas de los cielos para bendecirnos, si nuestra confianza la ponemos más en su provisión que la que nos ofrecen las tarjetas de crédito. Es mejor confiar en Jehová que en los hombres. Los hombres nos ofrecen la ilusión de las cosas temporales, pero nuestro Dios nos muestra la seguridad que nos da confiar en sus promesas eternas. Hay muchas cosas que nos dan placer de la carne, y las perseguimos, pero solo Dios nos da el placer del espíritu y eso debemos perseguirlo. Pablo aprendió a contentarse en cualquier situación (Fil. 4:10-12). 

2. Honre al Señor con sus bienes (Pr. 3:9, 10). Hemos dicho en relación con la mayordomía   que lo que somos nosotros es simples mayordomos no dueños ni de la creación ni de las cosas que nosotros decimos que son nuestras, tales como: mi casa, mi esposo o esposa, mis hijos, mi trabajo, mi carrera, mi ropa, mis talentos, mis conocimientos, nada de eso es suyo en última instancia ese es uno de los principios más claros de la Escritura. Entonces, yo podré tener muchas cosas materiales, pero si no tiene la bendición de Dios usted es miserable y eso lo vemos una y otra vez en la vida humana.

III. DELE A DIOS LO QUE ES DE DIOS Y AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR

1. El diezmo le pertenece a Dios (Ml. 3:10).  Lo primero que debo hacer con mi dinero es sacar lo que a él pertenece. Esto debo hacerlo antes de sacar para pagarle al “César” lo que le corresponde. ¿Sabe de usted de creyentes que están listos para pagar sus impuestos, pero nunca pagan sus diezmos? ¿Por qué será que le dan “al César lo que es del César” pero no le dan a Dios lo que es de Dios? Creo que el asunto es porque temen más al César que lo que temen a Dios. Es una gran falta de temor pensar que puede robarle a Dios, pero temerle al César. Déjeme decirle que un creyente siempre vivirá bajo esclavitud financiera hasta que no aprenda a diezmar. Malaquías 3:10 nos dice claramente qué es lo que debemos traer. ¿Yo no sé si usted realmente sabe lo que significa el diezmo? Es probable que esta sea la razón por la que no lo haga. Pero el diezmo significa el diez por ciento de lo que ganamos. Eso no nos pertenece, eso es del Señor. Es probable que usted no fue enseñado sobre esto o que piense que esto fue un asunto de la ley. Mis hermanos, mientras sigamos razonando así estaremos en franca desobediencia. El diezmo fue mucho antes de la ley. Sea fiel en lo poco.

IV. CAMBIE LA MALDICIÓN DE RETENER POR LA BENDICIÓN DE DAR

1.Vea la seriedad de esta maldición. En ninguna otra parte de la Biblia se nos dice: “Malditos sois con maldición”. Se nos habla de las maldiciones y las bendiciones que Israel experimentaría como resultado de su obediencia o desobediencia. Las llamadas maldiciones generacionales fueron parte de lo que Israel vivió. Israel conoció de un Dios de bendición, pero también fue testigo de las maldiciones que le acompañaron. Seguramente usted podía estar pensando que esto fue para Israel y que no tiene nada que ver con nosotros. Sin embargo, tenemos muchas razones para decir que este es asunto también nos toca muy de cerca. Si Jesús fue el cumplimiento de la ley, creemos no solo que Jesús diezmó y lo aprobó, sino que nos dio una demanda mayor, la de la gracia. Por lo tanto, todos sus seguidores deberían hacer lo mismo. Las maldiciones bíblicas tenían consecuencias desastrosas para la posteridad. 

2. Libertad de esta maldición. La palabra de Dios tiene mucho que decirnos para obtener libertad financiera. Hace un tiempo surgió una corriente de pensamiento sobre el asunto de las maldiciones. El énfasis recaía sobre las llamadas “maldiciones ancestrales”. Escuché y leí sobre este tema, pero nunca supe que alguien tocare el tema de las maldiciones que pudieran venir a la vida de un creyente por robarle a Dios. ¡Jamás he escuchado un sermón sobre eso! Pero si hay algo que es bíblico, es esta maldición.

CONCLUSIÓN: Quiero decir que el diezmo no es un sacrificio sino una bendición. Si usted siente que es un sacrificio, no lo haga. Pablo dijo que lo hagamos: “No con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. Es cierto que por el acto mismo de diezmar no se nos resuelven los problemas económicos, pues no lo hacemos para eso. Pero si estamos seguros de que, al hacerlo, nos apropiamos de las “ventanas abiertas”. Esta promesa la ha dado Dios. La debo creer. La debo vivir. La debo practicar. En el peor de los casos, prefiero vivir en escasez diezmando lo que le corresponde al Señor, que vivir en esclavitud financiera por robarle al Señor. El punto de partida es: “Volveos”. Al hacerlo, Dios detendrá al devorador de nuestras finanzas. Regresemos a Dios de acuerdo con este imperativo bíblico. Ya no estemos más en deudas con Dios. Jacob dijo: ““y de todo lo que me des, el diezmo apartaré para ti” (Gn. 28:22b).

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Le invitamos a que escuche nuestro programa: La Palabra Expuesta, en la WUST 1120 AM, Todos los lunes a la 1:00 pm.

Julio Ruiz, es pastor de La Iglesia Bautista, Ambiente de Gracia, ubicada en 5424 Ox Rd. Fairfax Station, VA 22039 (pastorjulioruiz55@gmail.com) ffff