EL EVANGELIO EN MARCHA
(2 CORINTIOS 12:1-10)
Por: Rev. Julio Ruiz
INTRODUCCIÓN: La primera cosa que uno observa al leer este pasaje es que ningún mortal había ido al cielo y regresado para echar el cuento de lo visto. Este es uno de los tantos raptos que nos revela la Biblia, estando en espera el de la iglesia, el más grande de todos. La íntima relación que Pablo tuvo con su Señor le hizo vivir el cielo de una manera anticipada. Sin embargo, este mismo pasaje nos muestra la otra cara del asunto. Nos revela a dos hombres en uno mismo, mostrándonos la grandeza de la gloria de uno, y a otro el de la humillación de las debilidades. Uno a quien el mismo Pablo dice: “Conozco a un hombre…” como para referirse a él mismo, y a la experiencia celestial, y al otro, el terrenal, lleno de debilidades y necesitado de la gracia y el poder de Dios para vivir. En un mismo texto vemos a un hombre en el espíritu, oyendo “palabras inefables que no les dado al hombre expresar”, pero a su vez a un hombre con un tremendo aguijón en la carne, gloriándose más en sus debilidades que en las revelaciones y visiones que haya podido tener. Este es un pasaje muy humano que confronta al creyente perfeccionista, que piensa que él no es como el publicano que lo único que decía era: “Sé propicio a mi pecador”. Nos hará muy bien estudiar este capítulo para que nos identifiquemos con uno de los hombres más grandes del cristianismo, en una de sus más extraordinarias biografías, de modo que aprendamos cómo lidiar con nuestras debilidades para que puedan ser usadas por Dios y traer gloria a su nombre. Reconocer mis debilidades hará que mis raíces busquen, cual árbol plantado junto a corrientes de aguas, la fortaleza para profundizar más en mi Señor. ¿Tiene usted una debilidad? Pues este mensaje le ayudará a saber cuál es el propósito de ellas y cómo enfrentarlas de modo que al final pueda decir: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Cuáles son los propósitos de las debilidades en nuestras vidas.
LA DEBILIDAD ME IMPIDE GLORIARME A MI MISMO
1. La gloria permitida v. 1. Pablo relata que la experiencia que tuvo con el Señor había sucedido unos catorce años atrás. Fue traspuesto al cielo, al mejor estilo de los profetas anteriores, en una forma que él mismo no está seguro. No recuerda si fue en el espíritu o fue en el cuerpo. De todas maneras, no debemos especular sobre los detalles de lo ocurrido. Pero la intención de Pablo no fue exaltar lo que oyó, sino magnificar a Cristo. De ese hombre él tiene el derecho de gloriarse. Es como su gloria permitida. ¿Por qué razón? Porque cuando vio el “tercer cielo” y el “paraíso” aquello fue una demostración del gran amor que Dios le tuvo. Pablo fue tan especial para su Señor que le dio un anticipo de la gloria que le esperaba. Amados hermanos, es una bendición saber que mis debilidades me ayudaran a descubrir que lo único en lo que me gloriaré será en mi comunión con Dios, pues a través de ella lograré entender el “de tal manera amó Dios al mundo”. Si nuestra gloria, glorifica a Cristo, entonces vale la pena esa gloria. El Señor nos libre de una vana gloria. Fuimos salvados para traer gloria a Dios y evitar siempre una gloria personal.
2. La gloria no permitida v. 5 Le sorprende al lector el ver que Pablo no deja espacio para sí mismo, sino para que Cristo tome la preeminencia. En un mundo donde la adulación y la exaltación al ego son lo que valen, y por lo que se lucha, esta declaración apostólica pareciera estar descontextualizada. Hay hombres, incluyendo a no pocos creyentes, que les importa mucho que otros los exalten y los reconozcan, sobre todo por sus éxitos y sus méritos. Pero cuánto necesitamos aprender de hombres como Pablo, y mayor aún, de nuestro Señor Jesucristo cuyas vidas fueron marcadas por la humildad.
LA DEBILIDAD REVELA EL AGUIJÓN QUE ME CONTROLA
1. El aguijón de la carne v. 7. El lugar donde Pablo fue llevado era propicio para que cualquier ser humano se exaltase sobre manera. Tengo la impresión de que aquellos que hoy día se jactan de haber ido al cielo y regresado, al parecer no han leído este pasaje. Los hombres que caminan más cerca del Señor tarde o temprano serán visitados por algún aguijón. Esto me hace pensar que no ha sido extraño que hombres con una profundidad espiritual, hayan tenido que sufrir de algo que los ha mantenido quebrantados. Se cuentan por miles los que han padecido de penosas enfermedades, como el caso de Spurgeon, a quien sus biógrafos describen con grandes enfermedades desde los 35 años.
2. Oración no contestada v. 8. Una de las cosas que aprendemos de Pablo es que hay oraciones que Dios no contesta. Esto parece extraño de nuestro Padre amante. Sin embargo, ya el mismo Señor Jesucristo había hecho esta oración y tampoco el Padre le respondió. Nos basta hacer la voluntad de Dios, aunque no responda la oración. Hay debilidades en nuestras vidas que en no pocas ocasiones nos conducen a estados de quebrantamiento y, en algunos casos, hasta de desesperación. Por seguro le hemos pedido al Señor que el quite de nuestra vida, pero nos damos cuenta de que ellas siguen en nosotros. ¿Cuál es el propósito? ¿Por qué sufrimos con ellas? Yo no sé cuál es su debilidad. Pudiera ser una enfermedad, alguna prueba, algún asunto muy personal. Bueno, el testimonio de Pablo nos ayuda a entender cuál es el propósito de todo esto. Respecto a su caso, le había pedido a Dios tres veces que le quitara el aguijón que lo abofeteaba, pero la divina respuesta fue esta: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. ¿Por qué esto? Porque donde soy débil, el poder de Dios se “perfecciona en la debilidad”. ¡Bendito sea Dios sino nos envía un aguijón que nos controla!
LA DEBILIDAD ME MUESTRA EL PODER DE LA GRACIA
1.El Señor necesita de mi debilidad v. 9. Paradójicamente el Señor necesita más de nuestra flaqueza que de nuestra potencia. ¿Por qué razón? Porque nuestra potencia pudiera convertirse más bien en su rival. Los que se consideran autosuficientes simplemente le dicen a Dios que no necesitan de su ayuda. Pero qué distinto es pensar que mis propias flaquezas se constituyen en verdaderos siervos de él. Cuando esto hacemos, dependemos de sus recursos y manifestamos su gloria. A través de la historia se ha descubierto que la necesidad del hombre es la oportunidad de Dios. Pero, por otro lado, la seguridad del hombre en si es la oportunidad para Satanás. La manera cómo Dios obra no es la de poner al creyente fuera de las pruebas, sino en todo caso, darle un poder especial con que soportar las pruebas. Alguien ha dicho que “Dios suele sacar bueno de lo malo para que los reproches de nuestros enemigos nos protejan del orgullo”. Las debilidades nos evitarán exaltarnos desmedidamente. Dios usó la debilidad de los hombres en el pasado para revelar su grandeza. Convierta su debilidad en instrumento de bendición.
IV. LA DEBILIDAD ME CONDUCE A MAYORES LOGROS
1. Lo que opina el mundo. La filosofía del mundo no es el ser débil, sino fuerte. Olvídese que el mundo quiera saber algo de los débiles. Todos los hombres buscan ser fuertes, poderosos, como si con esto les permitiera estar por encima de los problemas. Por qué cree usted que los gobiernos prefieren tener a su pueblo en la ignorancia, en necesidad, sin un interés real para sacarlos de la pobreza, o el engaño. La razón es porque son muy fáciles de manejar, de convencer. Muchos de ellos son comprados a través de promesas, o con un poco de dinero, aunque al final le fallen en todo. Y cuando alguien se hace fuerte es difícil que pueda ver al débil. En la mentalidad de algunos, el hacerse cristianos los hace muy débiles. Y para otros extremistas, el evangelio es para los bobos y los cobardes. Por supuesto que ellos no han leído del “fuerte” Pablo. Él creía que tenía el control de todo. Irónicamente después fue conducido ciego de la mano por otro hombre, cuando él era quien aplastaba a los cristianos. Para algunos la bienaventuranza sería: “Bienaventurados los machos”, en lugar de “bienaventurados los mansos”.
2. Lo que opina el Señor. Pero no nos interesa mucho la opinión que tenga el mundo si somos débiles, pues la opinión que más nos importa es la de Dios. ¿Por qué decimos esto? Porque el que es débil en Jesús, siempre acude a él. Le buscará de corazón, le clamará con ruegos y súplicas en el espíritu, y escudriñará la Biblia, para luego someterse a su voluntad. Al hacer esto, uno se hace fuerte. La buena noticia es que a los que son débiles de este mundo, Dios los usa para avergonzar a los fuetes. Pero los débiles no se quedarán para siempre así. La madre espera que un día su bebé sea fuerte. En la mayoría de los casos, todos los creyentes al comenzar son débiles, pero en la medida que se meten con el Señor llegan a ser gigantes en la fe. Detrás de la debilidad de mi fe, puede esconderse un milagro. Detrás de la debilidad de mis dudas, puede venir una respuesta oportuna. Detrás de la debilidad de mi pecado, viene un seguro perdón. Y detrás de alguna derrota, aparecerá una victoria. La debilidad me hace más dependiente de mi Señor.
CONCLUSIÓN: El único que puede decir: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte” es un hijo de Dios. No se sienta mal por sus debilidades. Recuerde que ellas forman parte de su vida. Su debilidad será la oportunidad que Dios utilizará para glorificar su nombre. Escuche lo que dijo Isaías 40:29-331: “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. ¡Alabado sea Dios, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte!
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Julio Ruiz, es pastor de La Iglesia Bautista, Ambiente de Gracia, ubicada en 5424 Ox Rd. Fairfax Station, VA 22039 (pastorjulioruiz55@gmail.com) 00000