(LUCAS 10:25-37)
INTRODUCCIÓN: El muy osado predicador Henry Morgenthau, de Londres, contó una historia de unos hombres que fueron al zoológico y decidieron hacer una apuesta para ver cuántas ratas podía matar un perro Terrier. Ellos comenzaron sus apuestas en la misma forma que otros las hacían para las peleas de gallo, de caballo o de perros galgos. La apuesta la hicieron para ver cuántas ratas podía matar un Terrier en un determinado tiempo. Tomaron, pues, a un perro y lo metieron en una jaula con 25 ratas furiosas. El perro mató unas cuantas ratas pero no lo suficiente. El amo perdió su dinero y le dio una paliza al perro, lanzándolo cerca de la jaula de un león, pensando que éste lo devoraría. El viejo león se acercó y miró al pobre perro pisoteado y sangrante. Lo olfateó, lo mimó. Entonces puso sus garras sobre él como protegiéndolo. En ese momento se apareció el cuidador del zoológico y dijo: “¿Quién hizo esto? ¿Quién tiró a ese perro en la jaula?”. El amo confesó que lo hizo porque estaba furioso, pero le dijo que por favor se lo devolviera. El cuidador actuó como si no lo hubiera escuchado. Y el hombre se volvió agresivo, y le exigía que le devolviera su perro. Entonces el cuidador le dijo: “Así que quiere su perrito. Pues bien, voy a abrir la jaula y entonces usted puede ir a buscarlo”. El evangelista hizo esta aplicación. “Yo estaba también así: golpeado, molido y herido por Satanás y el pecado, hasta que el León de Judá, el Señor Jesús, vino para ser mi protector y salvador”. Bueno la presente parábola, considerada una de las más grandes dicha por Jesús, es una clase magistral que pretende evaluar muy hondamente el tamaño de nuestro amor por las personas necesitadas. Hay tres personajes que tienen que ver con el hombre que desciende de Jerusalén a Jericó. Cada uno de ellos nos muestra tres filosofías distintas acerca del hombre herido en el camino. Cada una de ellas nos muestra grandes lecciones. Veamos cuáles son.
LA FILOSOFÍA DE LOS LADRONES DICE QUE LO TUYO NOS PERTENECE POR ESO TE LO QUITAMOS
1. “Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó…” v. 30b. Los historiadores hablan que aquel era un camino peligroso, conocido como “camino de sangre” por los continuos asaltos a los viajeros. Esta es una de esas pocas parábolas donde se dan nombres de lugares lo cual no es muy usual en ellas. Aquel hombre parece haber mostrado resistencia, toda vez que lo dejaron despojado de sus bienes, especialmente de su ropa, herido y medio muerto v. 30. No sabemos si aquel hombre era un negociante que venía de haber llevado su mercancía y descendía gozoso por el pan que podía traer a su casa. Pudo ser un simple obrero que trabaja también en Jerusalén y descendía solo. Algunos dicen que, a menos que la persona tuviera una urgente necesidad, no era muy prudente haber hecho ese viaje solo. Literalmente era exponerse a un peligro y un riesgo innecesario. Una de las recomendaciones que se daban era que, por ser un lugar tan peligroso, seria mejor viajar en caravanas como era la costumbre de esos tiempos. Así que este hombre fue directamente a exponer su vida en lugar prohibido por cuanto iba solo y sería presa de ese mundo de maldad que estaba representado en un camino incierto. Así anda el hombre en este mundo.
2. “Caer en manos de los ladrones…” v. 30c. Cualquier otra mano será placentera, pero caer en manos de ladrones le aseguro que no serán manos que nos abrazan ni nos acarician. Las manos de estos hombres están llenas de sangre. Nada bueno podrá esperarse de esas manos, ni aún aquellos que al principio tienen buenas intenciones (Ilustración del ladrón que me robó el anillo). ¿Cuál es el “modus operandi” de los ladrones? Bueno, lo primero que hacen es despojar a sus víctimas de todas sus pertenencias. Hay casos donde ellos le van diciendo a sus víctimas lo que tiene que ir haciendo para ponerlo en sus bolsas. Si la víctima pone resistencia lo despojan de su vida; eso está sucediendo a menudo en países donde hay una violencia desatada. Y esto confirma la definición que el mismo Cristo dijo al referirse a los ladrones: “El ladrón no viene sino para matar, hurtar y destruir…” (Jn. 10:10b). Recuerde, pues, que el ladrón no le tocará su puerta para interesarlo en algún seguro de vida. No vendrá con una Biblia para ofrecerle “buenas nuevas”. Vendrán a despojar a sus víctimas porque “lo tuyo nos pertenece”.
LA FILOSOFÍA DEL SACERDOTE Y EL LEVITA DICE QUE LO MÍO ES MÍO NO TENGO PORQUE COMPARTIRLO
1. El sacerdote que vino y siguió de largo v. 31. A estas alturas de la parábola el intérprete de la ley tuvo que haber sentido el impacto de la descripción. El escándalo tuvo que producirse en su mente. Él estaba muy ligado al mundo del sacerdote y del levita. Ellos eran los encargados de hacer la “hermenéutica” para que estos dos ministros la presentaran al pueblo. Ellos conocían muy bien Levítico 19:18 y Deuteronomio 6:5 que hablan de amar al prójimo. ¡Que oportunidad para aplicar esta palabra oída! Pero para ellos lo suficiente era presentar los sacrificios y escuchar las lecturas del día. Alguien ha dicho que el sacerdote iba a presentar una conferencia sobre cómo ayudar al hombre despojado en el camino y se le hacía tarde, por eso siguió de largo. Paradójicamente la persona llamada a ayudar al hombre echado en el camino siguió de largo. La actitud de seguir de largo, que es un reflejo de la más mezquina indiferencia, es la esencia de la filosofía que yace en muchos corazones: el egoísmo. Es cuando amamos tanto lo nuestro que nadie más entra en mi espacio. Esto representa a la religión sin vida, preocupada más por el rito que por la misericordia. Muchos ven la necesidad pero siguen de largo. ¿Es así su religión?
LA FILOSOFÍA DEL SAMARITANO DICE QUE LO MÍO TAMBIÉN ES TUYO POR ESO LO COMPARTO
1. Evangelizar es ser movido a misericordia v. 33. La compasión del samaritano le hace cambiar de planes. Es posible que había preparado el viaje con comida, bebida y dinero. Ahora todo eso es usado para un fin que no había imaginado. Aquí comienza el camino del verdadero amor. Nadie podrá ayudar a otro hasta que no sea movido a misericordia. Solo un corazón tocado por la miseria de otro podrá ser movido hasta descender con el que padece. Eso fue lo que hizo Jesús por nosotros. Amar con los ojos y con los sentimientos. Amar no de labios sino con hechos. La evangelización comienza en el corazón y el Espíritu Santo hace la obra.
2. Evangelizar es curar al herido v. 34. La evangelización involucra un riesgo, pues es acercase al herido. Es descender hasta donde está, oír su dolor y hacer algo por ayudarlo. El aceite y el vino eran los medicamentos usados en la antigüedad para sanar las heridas. Se nos dice que el aceite tenía ingredientes con propiedades medicinales. Por otro lado, el vino era usado para limpiar las heridas de bacterias, muchas veces infectabas por el polvo y las condiciones propias del viajero. Bueno también esto nos recuerda que tanto el aceite como el vino representan en alguna forma al Espíritu Santo. En el caso del vino lo identificamos con el gozo, que es parte del fruto del Espíritu (Gál. 5:22). Amados hermanos, las heridas causadas por “ladrones” que nos han despojado dejándonos medio muertos, han de ser sanadas por aquel a quien el Padre ha ungido por su obra en el cruz, nuestro Señor Jesucristo.
3. Evangelizar es compartir la cabalgadura v. 34b. Esta acción nos habla de un paso más profundo cuando estamos compartiendo con otros. El poner sobre la cabalgadura significa sentar a otro en el lugar que solamente me corresponde. Se podría decir que era suficiente con lo que este hombre ya había hecho por el herido. No era poca cosa haber sanado las heridas. Había compartido cosas muy personales, pero ahora también comparte su cabalgadura. La cabalgadura era la silla donde solía sentarse el amo. Desconocemos la distancia donde aquel hombre fue dejado herido. Ahora el samaritano tiene que caminar pues el hombre curado necesita ser cuidado como dice el texto. ¿Ha notado que la obra de la evangelización no es parcial sino total? Es la filosofía que dice todo lo mío también es tuyo por eso lo comparto, aún mi “cabalgadura”.
CONCLUSIÓN: En estas filosofías de la vida hay un punto central: “Hay un hombre herido en el camino”. Su filosofía es: Dios me dio la vida, nadie tiene derecho a quitármela. La respuesta a la pregunta “¿quién es mi prójimo?” queda virtualmente respondida acá. Pero, ¿hay algo más que descubrir en esta inigualable parábola? Si navegamos en una enseñanza más profunda podemos descubrir una nueva revelación. Un “hombre” es una referencia a Adán de donde venimos todos. “Descendía de Jerusalén” representa la ciudad de Dios, lugar de donde desciende. “Jericó” representa al mundo donde el hombre ha caído. “Ladrones” las hordas demoniacas comandadas por su jefe Satanás. “Le despojaron ” de aquello que tuvo el hombre como era su inmortalidad y su vida sin pecado. “Hiriéndole medio muerto”, eso hizo el pecado. El hombre es un muerto viviente. “Sacerdote y levita” representan a la ley que no salva y a un sistema que no sana. “Samaritano” por supuesto representa a Cristo quien fue despreciado por su pueblo porque así lo tildaron también (Jn. 4:48). “Curó sus heridas con aceite y vino”. El aceite es el Espíritu Santo que él dio a sus discípulos y el vino fue la sangre que derramó por ellos para curar las heridas del pecado. “Cuidó de él”, Jesús acompaña al herido. “Mesón” se refiere a la iglesia y sus líderes. “Todo lo que gastes demás” se refiere a que todo lo hacemos como iglesia para cuidar al herido será recompensado. “Pagar cuando regrese” es una clara referencia a su venida y sus galardones. La filosofía de Cristo es “mi vida di por ti y pronto vuelvo por ti”.
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Julio Ruiz, es pastor de La Iglesia Bautista, Ambiente de Gracia, ubicada en 5424 Ox Rd. Fairfax Station, VA 22039 (pastorjulioruiz55@gmail.com)