Los adversarios y la fe: ambos puestos por Dios

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Los adversarios y la fe: ambos puestos por Dios

  Solamente comportaos de una manera digna del evangelio de Cristo… de ninguna manera amedrentados por vuestros adversarios… Porque a vosotros se os ha concedido por amor de Cristo, no solo creer en Él, sino también sufrir por Él. (Filipenses 1:27-29)

  Pablo le dijo a los filipenses que vivir de una manera digna del evangelio de Cristo significaba no temer a sus adversarios. Luego continuó con la lógica de por qué no debían temer. La lógica es que Dios nos dio dos dones, no solo uno: la fe y el sufrimiento. Eso es lo que dice el versículo 29.

  En este contexto, lo que eso significa es que tanto la fe en la faz del sufrimiento, como el sufrimiento en sí, son regalos de Dios. Cuando Pablo dijo que no debían tener miedo de sus adversarios, tenía en mente dos razones por las que no debían temer: Los adversarios están en la mano de Dios. Las dificultades que nos presentan son un regalo de Dios. Él los gobierna. Ese es el primer punto acerca del versículo 29.

  Actuar sin temor, es decir, nuestra fe, también está en la mano de Dios. También es un regalo. Ese es el segundo punto del versículo 29. Por lo tanto, la lógica que rige nuestro coraje frente a las adversidades es una verdad doble: tanto la adversidad como la fe frente a la adversidad son regalos de Dios.

  ¿Por qué se le llama a esto «[comportarse] de una manera digna del evangelio de Cristo»? Porque el evangelio es la buena nueva de que la sangre del pacto de Cristo infaliblemente logró, para todo su pueblo, que la obra soberana de Dios nos dé fe y que gobierne sobre nuestros adversarios — siempre con miras a nuestro bien eterno.

  Por eso, no temamos. Nuestros adversarios no pueden hacer más de lo que Dios les permita hacer, y él nos concederá la fe que necesitamos. Estas promesas fueron pagadas y selladas con sangre. Son las promesas del evangelio. f