Este miércoles se conoció la muerte del expresidente de Perú Alberto Fujimori (1990-2000), que entre su legado positivo resalta el desmantelamiento de los grupos terroristas del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y del Sendero Luminoso, que tenían a esa nación sumida en crisis social.
Fujimori con ascendencia japonesa, murió a los 86 años de edad por complicaciones que le generó un cáncer de lengua que lo tuvo postrado en cama por varios meses. Su deceso fue dado a conocer por su hija Keiko Fujimori, que en redes sociales publicó: “Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma. ¡Gracias por tanto, papá¡”.
Alberto Fujimori era odiado por muchos y querido por otros. Durante su mandato se le reconoce su capacidad por haber logrado descabezar al Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y también a los del Sendero Luminoso. Con ello logró poner “orden” y terminó con la violencia política que por muchos años arrastró a Perú.
Nacido en Lima en 1938, en una familia de clase media integrada por una pareja de inmigrantes japoneses, Fujimori supo convertirse en una de las figuras políticas más importantes y poderosas en la historia del país.
Sin embargo, su gobierno fue objeto de serios señalamientos por casos de corrupción y por crímenes de lesa humanidad, por lo cual logró una condena de 25 años de cárcel, pero en un acto de humanidad fue excarcelado en diciembre de 2023 a fin de que pasara los últimos años de su vida al lado de su familia.
Siempre negó los delitos que se le imputaron, aunque, en la mayor parte de los casos quedaron probados. Fujimori arrasó con el 62 %. No tenía experiencia de Gobierno, ni en la política, ni un programa, ni equipo. Había ganado con la promesa de combatir al neoliberalismo, aunque de inmediato se convirtió en uno de sus representantes más fieles. Ofreció combatir la pobreza y la corrupción y terminar con los privilegios, pero hizo todo lo contrario.
Fujimori encabezó un autogolpe de Estado al disolver, con el uso de las Fuerzas Armadas, el Congreso e intervenir el Poder Judicial. Dejó de ser un presidente para ejercer como dictador con plenos poderes. Aunque en 1993 se emitió una nueva Constitución, la democracia peruana quedó herida de muerte.
Además, desde el inicio de su mandato, Fujimori contaba con el auxilio de Vladimiro Montesinos, su jefe del Servicio de Inteligencia Nacional, una de las figuras políticas más oscuras de América Latina y quien operó el entramado de corrupción y persecución a todo tipo de opositores. Hoy cumple una pena de 25 años de prisión.
En 1992, el Gobierno tuvo dos hitos que dispararon una popularidad en favor de Fujimori que pervive hasta hoy: capturó a Víctor Polay Campos y a Abimael Guzmán, líderes del MRTA y Sendero Luminoso, a quienes los expuso en la cárcel con ropa de presos.