Un hijo singular

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(LUCAS 3:21-38)

POR: REV. JULIO RUIZ* 

INTRODUCCIÓN

En el mensaje anterior describimos la misión de Juan el Bautista preparando el camino del Señor, el cual cumplió con gozo, entre cuyas responsabilidades estuvo el ser el “amigo del esposo”. Pero al parecer a Juan le faltaba completar su misión antes de ser encarcelado, bautizar a  Jesús. Para Juan debió fue una sorpresa mayúscula bautizar a Jesús, pero fue en el Jordán donde Juan reconoció a Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Con el bautismo de Jesús, y la inclusión de su genealogía, Lucas nos introduce en la real historia de Jesús. La genealogía de Lucas lleva a Jesús con el primer hombre, Adán. Pero desde el v. 22 hasta el v. 38, Lucas conecta a Jesús como el Hijo único, y amado de Dios, el que viene a reparar el daño que causó Adán, el primer “hijo de Dios”. Cuanto vemos esta cantidad de “padres” de Jesús en una lista de 75 nombres, nos preguntemos cuál es el beneficio de leerlos y de saberlos. ¿No es cierto que cuando usted llega a esos textos con esas listas de nombres tan raros tiene la tentación de no leerlos? Ahora bien, ¿tendría usted la misma opinión si su nombre estuviera en esa genealogía?  ¿Qué tal si descubre que su abolengo está conectado con alguna familia real del pasado? Lo significativo de esta genealogía de Lucas, comparada con la ofrecida por Mateo, es que mientras Mateo nos presenta el linaje de Jesús comenzando con Abraham hasta llegar a José, el padre adoptivo, revelándose a Jesús como el Hijo de Dios, Lucas nos presenta a Jesús proveniente de José hasta Adán, porque su propósito fue presentarnos a Jesús como el Hijo del Hombre. El  Jesús de Lucas es 100% humano. Con esto tenemos un cuadro completo para abordar el presente tema y con esto la pregunta por qué Jesús es un especial y un “Hijo Singular”.

I.               ES SINGULAR POR SER UN HIJO AMADO

1. Visto en su obediencia al ser bautizado v. 21ª. Una pregunta que pronto surge es por qué se bautizó Jesús. ¿Tenía él necesidad de hacerlo? ¿No era acaso Él el Hijo de Dios? Pero el asunto es que lo hizo. En el relato de Mateo encontramos a Juan negándose bautizar a Jesús, porque él no se sentía digno de desatar el cordón de su calzado, menos bautizarlo, pero al final lo hizo, y Jesús justificó lo hecho, diciendo: es necesario hacerlo para que se cumpliera toda justicia. Esto significó para sus seguidores un acto de la más completa obediencia. Si Jesús se bautizó no teniendo pecados, con más razón yo debo hacerlo. Pero el bautismo de Juan era de arrepentimiento de los pecados, entonces ¿por qué Jesús se sometió a ese bautismo de arrepentimiento? Si usted no había visto el ministerio de Jesús por nosotros, al bautizarse con todos esos pecadores le estaba diciendo, aunque no soy pecador, me identifico con ustedes. Toda su vida y muerte giran en torno a su identificación con los pecadores. Acordémonos que Lucas nos revela a un Cristo muy humano, el llamado Hijo del Hombre. Jesús, aunque no era un pecador como los publicanos y soldados, y otros con las mismas culpas, llegó al Jordán para meterse en el agua con esos pecadores.

2. Visto con la presencia del Espíritu Santo v. 22ª. Otro de los eventos que afirma a Jesús como un “hijo singular” es la presencia del Espíritu Santo al momento de su bautismo como el “Testigo Mayor”, la tercera persona de la Trinidad, confirmando con esto la tarea de la salvación iniciada por Jesús desde aquel momento. ¿Por qué vino el Espíritu Santo en forma de paloma? Más adelante, en el día del Pentecostés, el otro Consolador se manifestó con un gran estruendo, y con lenguas repartidas en forma de fuego. Pero antes de esas futuras manifestaciones del Espíritu Santo manera, su aparición aquí en forma de paloma es una representación de la paz y la pureza, propias de la cultura judía. En los sacrificios por la expiación por los pecados se ofrecían palomas (Levítico 5:7-10). Pero  aquella paloma también eran un símbolo de la nueva creación, y por eso evocaba el relato del diluvio en Génesis 8:11 donde una paloma devuelve una rama de olivo, simbolizando la renovación de la creación. ¿Y acaso no sería el Espíritu Santo quien haría la nueva creación en nuestros corazones? ¿No se dirían más adelante “de modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es?”. Por esto Jesús es un “hijo singular”. El Espíritu Santo lo confirma.

3. Visto en el reconocimiento del Padre v. 22b.  En el Antiguo Testamento, Dios habló con su poderosa voz, y muchos hombres la oyeron, pero ninguno de ellos escuchó aquella poderosa y sonora hablar tan tiernamente como ahora: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”. Dios tiene muchos hijos, pero solo uno es amado, y en él tiene su “complacencia”. Le aseguro que ningún hijo ha sido objeto de tanto amor y quien más llena su corazón de amor y satisfacción como lo hace Jesús, el Hijo de Dios. ¿Podrá Dios decir lo mismo de mí? No siempre nuestras actitudes y acciones son de la complacencia divina. Fue esta voz venida del cielo que corroboró la presencia de la Trinidad de una manera extraordinaria. Y no podía ser de otra manera, porque Jesús estuvo con el Padre y con el Espíritu Santo antes que el mundo fuera. De hecho, fue en la eternidad donde se tomó la decisión que fuera la segunda persona de la Trinidad quien aparecería entre los hombres como la única manera para salvarlos de sus pecados. Entonces, ¿qué había detrás de esa voz de aprobación? Dios le estaba confirmando al mundo que Jesús es el Hijo de Dios, y a Él le manifestó su amor incondicional. Después que Cristo murió y resucitó, el amor del Padre debe ser  mayor.

II.             ES SINGULAR POR SER HIJO DE LA PROMESA

1. Hijo de José el carpintero v. 23b. Dios pudo haber traído a su Hijo al mundo sin necesidad de la presencia de José porque al final María estaba desposada al momento cuando Jesús fue concebido. Pero la presencia de un padre terrenal fue necesaria, y José llenó esas exigencias divinas; y dentro de esa descendencia genealógica José aparece como su primer “padre”, para destacar el plan de Dios. Y si bien la presencia de José solo aparece en los libros de Mateo y Lucas, Dios lo bendijo al entregarle a su único hijo para que cuidase de Él. ¿Por qué Dios lo escogió como e; “padrastro” de su Hijo? Porque al igual que María, José tuvo un testimonio excepcional, apareciendo con cualidades excepcionales. José fue un hombre justo. Su carácter debió ser parecido al del siervo Job. Observemos cumpliendo todos los ritos de la ley, llevando al niño al templo. Observemos en su obediencia haciendo lo que el ángel le dijo, y no difamando a su esposa embarazada, pero no de él. Pero el otro aspecto en la vida de este hombre, de quien la Biblia no profetiza su llegada, fue escogido por el amor demostrado hacia su esposa María, y esto seguramente fue motivo de su escogencia. Mejor padre no pudo tener Jesús.

2. Hijo de Abraham con quien comienza todo v. 34c. Desde el punto de vista genealógico Jesús es descendiente de Abraham a través de su madre María, y su José, su padre adoptivo. Al conectar a Jesús con Abraham nos damos cuenta que Jesús perteneció al pueblo judío. Pero en el sentido teológico vemos como Jesús cumplió las promesas hechas a Abraham (Génesis 12:3, 15:5). Más adelante Pablo nos va a decir que Jesús es el heredero de las bendiciones y promesas divinas provenientes de Abraham de acuerdo con Gálatas 3:8, 14. Pero, además de esto, con Jesús se extiende la bendición de Abraham a los gentiles según  Gálatas 3:28-29. En los planes divinos estuvo la escogencia de Abraham con la promesa de un hijo, y esa promesa fue un símbolo de otro hijo que vendría de esa descendencia a quien llamarían Jesús, y quien sería el Salvador. Y es esto último lo que nos lleva a considerar a Abraham dentro de la tipología mesiánica. ¿Cómo vemos esto en Jesús? En el sentido que Abraham fue el modelo fe y obediencia (Génesis 15:6, Hebreos 11:8-19). Jesús fue el sacrificio perfecto, al igual que Isaac, el hijo de Abraham (Juan 1:29).

 3. Hijo de David de donde viene su linaje real (v. 32). Una de las más grandes profecías de la Biblia es aquella revelada a David antes de morirse, por cuanto Dios levantaría a un rey cuyo trono sería afirmado eternamente, no quitándole su misericordia, y porque Dios le sería por padre (1 Crónicas 7:11-14). ¿De quién estaba hablando esta profecía? Pues de Jesús, porque él llegó a ser el “hijo de David”, descendiente de su casa (Lucas 2:4), y proféticamente anunciado de acuerdo con Miqueas 5:2.  Jeremías habla de él como un “renuevo justo” que Dios levantaría a David, quien llegaría a ser Rey, y entre sus características sobresalen la de él como haciendo un “juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 23:5-6). Israel no esperaba otro Mesías que no proviniera de David, porque además de haber nacido en el lugar correcto (la Casa de David), entró como el Rey correcto en Jerusalén, cumpliéndo también la profecía de Zacarías 9:9. Por supuesto que Jesús no entró en la ciudad como un poderoso caballo, como lo habría hecho el mismo rey David en el pasado, sino en un “asno, sobre un pollino hijo de asna(Mateo 21:5). Y aunque fue rechazado por su pueblo, los necesitados lo esperaban y lo llamaron “Jesús, hijo de David” (Lucas 18:38-41).

III.           ES SINGULAR POR SU CONEXIÓN HASTA ADAN

1. Jesús fue un ser humano como el primer Adán (Romanos 5:12, 17). Dios creo a Adán sin pecado de acuerdo con Génesis 1 y 2. En ese sentido encontramos la primera conexión de Cristo con él, porque Jesús tomó forma humana, como el primer Adán, pero con esa naturaleza desprovista de pecado. Cuando Lucas nos lleva de José el padre adoptivo de Jesús, hasta Adán, traza una línea conectora a través de toda la Biblia para dejarnos claro la humanidad de Jesús. El título favorito de Lucas cuando habla de Jesús es el de Hijo de Hombre. Con ese título, y esta manera de trazar su genealogía, nos damos cuenta que el interés de Lucas es mostrarnos a un Cristo muy humano, identificado con nuestra condición. Leer todos esos 75 hombres con quien Jesús tiene su conexión profética nos da un sentido de confianza y una seguridad de saber de un Dios “hecho carne” quien habitó entre nosotros.  Siendo humano como Adán, Jesús nos muestra lo que es estar sometido a la carne, a sus tentaciones y al dolor que le tocó vivir en la cruz. Jesús es nuestro mejor representante en la carne, porque será a través de él que se dará nuestro regreso al paraíso, porque Cristo está allí, habiendo recuperado lo que el primer Adán perdió.

2. Jesús es el segundo Adán (1 Corintios 15:45-49). ¿Por qué la Biblia nos habla de un “segundo Adán?”. ¿En qué sentido Jesús llega a ser el segundo Adán? El primero fue creado, el segundo fue encarnado. Con el primer Adán comenzó el pecado, con el segundo Adán nos llegó la gracia. El primer Adán fracasó en su desobediencia, el segundo Adán triunfó al obedecer a su Padre en todo. En ese sentido, el pecado de Adán condujo a la condenación, pero la obediencia de Jesús nos conduce a la vida eterna. La muerte entró con el primer Adán, y pasó a todos los hombres, pero con el segundo Adán (Cristo), la muerte ha sido absorbida en victoria. Ciertamente Jesús murió, pero al tercer día resucitó de los muertos, y con esto el postrer enemigo fue vencido. Y en este punto, cada ser humano está representado sea por el primer Adán o el “segundo Adán”, Jesús. Comenzamos en la vida siendo representados por el primer Adán, y por eso tenemos una naturaleza pecaminosa propensa a desobedecer a Dios y no amarlo como deberíamos. Pero si bien esto es cierto, cuando nos unimos a Cristo, el segundo Adán, un día ya no pecaremos, ni moriremos más. Con el “segundo Adán” tenemos garantizada la vida eterna, porque resucitaremos con cuerpos inmortales, perfectos, sin pecado, ni enfermedades, ni muerte. Eso lo logró el segundo Adán. Por esta razón Jesús es el “segundo Adán” y al final es llamado “hijo de Dios”.

CONCLUSIÓN: Hemos dado tremendas razones para afirmar por qué Jesús es un “Hijo Singular”, destacándose como el Hijo perfecto, sin pecados y sin imperfecciones (Hebreos 4:15). En este sentido, Dios lo considera su joya más preciada (Mateo 3:17), y la razón es porque Jesús para su Padre es irrepetible, único en su naturaleza divina y humana (Juan 1:14). Pero, sobre todo, Jesucristo es invaluable por su sacrificio único; no hay precio que pueda igualar su entrega (1 Pedro 1:18-19). El Hijo de Dios no empezó a existir en Belém; ya Él existía antes de que el mundo comenzará. Él creó y sostiene el mundo, y logró la redención definitiva de Su pueblo. Es nuestro Dios y Salvador de acuerdo con 2 Pedro 1:1; por lo tanto, Jesús es el Hijo de Dios eternamente engendrado. Notemos como Lucas lo presenta al principio como “el Hijo amado”, y terminó llamándolo “Hijo de Dios”. Para Dios, Jesús es su “Hijo singular”, porque lo singular fue nuestra caída, nuestros pecados y nuestra desobediencia. Porque, así como el primer Adán pecó y su descendencia lleva todavía el resultado de su pecado, el segundo Adán obedeció para llevarnos otra vez al paraíso. Por esta razón, el texto más importante de este libro es Lucas 19:10.

 Julio Ruiz es pastor de la Iglesia Bautista, Ambiente de Gracia, ubicada en la 5424 Ox Rd. Fairfax Station, VA 22039 Tel. 571-251-6590 (pastorjulioruiz55@gmail.com)