Sólo para pecadores

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(LUCAS 5:27-32)

POR: REV. JULIO RUIZ*

INTRODUCCIÓN: El título del presente mensaje es apropiado para esta historia. ¿Ha visto esos carteles que dicen “no entre, sólo para…?” Eso significa que nadie más debe entrar, participar o ver eso. Entonces, y de acuerdo con la sugestión de este título, nadie debiera estar aquí si no es pecador. La historia de Levi, quien también es Mateo, es una de las más extraordinarias en la conversión de un hombre de su oficio; pero, sobre todo, porque él fue contado entre los 12 discípulos.

 Este llamado nos revelará la clase de personas a quien el Señor escogió para su trabajo. ¿Quién podía dar algo por este hombre? ¡Nadie! Sin embargo, Leví llegó a ser el escritor del primer libro de los evangelios. Pero, ¿quién era este publicano para ser tan despreciado? Él era como un integrante del IRS (la agencia americana que se encarga de los impuestos).

  ¿Cómo reacciona usted cuando le llega una carta del IRS? Le aseguro que no siempre es para devolvernos dinero, sino para recordarnos alguna deuda. Leví era parte del “IRS” de ese tiempo, pero con la diferencia que ellos eran de muy mala fama, y odiados por los judíos. Según Zaqueo, ellos eran ladrones, cuando le dijo a Jesús “si he robado” (Lucas 19:8).

  El mensaje de hoy es que Dios nos llama a dejar la vida antigua para convertirnos en seguidores de Cristo, y unirnos a su propósito de cambiar al mundo. Cómo entender esto.

I.                    SOLO LOS PECADORES SON LLAMADOS A CAMBIAR

“Un publicano llamado Leví…” v. 27b. Jesús puede cambiar a los menos “cambiales”. Los judíos odiaban a muerte a los publicanos, porque ellos eran judíos, y les trabajan a los romanos. Esta gente era vista como lo peor de la sociedad judía, porque los consideraban como colaboradores de sus propios opresores. Pero también eran traidores, porque se habían vendido a ese sistema para extorsionar, robar, y chantajear a la gente a través de impuestos adicionales, lo que había creado un resentimiento entre la sociedad.

 Un publicado era como una ramera en su menosprecio. Y es muy probable es que este hombre aprovechó a las multitudes que seguían a Jesús, y en algún sitio estratégico, puso la mesa para cobrar. Para un judío, este publicano era la última persona a quien desearían ver, o con quien estar, y este hombre estaba en aquella multitud.

Pero, ¿por qué eran tan odiados los publicanos?  Estos hombres eran llamados Gabbai; y nadie podía ser más despreciable que ellos. Los publicanos eran los recaudadores de impuestos de las propiedades, de la renta y cobraban hasta por vivir en el imperio romano. Pero los peores eran los “mokles”, quienes cobraban impuestos sobre las importaciones y exportaciones, e instalaban cabinas de peaje en las carreteras, muelles y puentes, y cobraban a casi todo el mundo por cualquier cosa que se moviera por las vías. Había los Grandes Mokles y los Pequeños Mokles. Los primeros se quedaban entre bastidores, y contrataban a los pequeños mokles. Y si bien los Grandes eran odiados, los Pequeños eran más , porque ellos cobraban de todo para quedarse con una parte, antes de enviar los impuestos a Roma. Al parecer Zaqueo y Leví pertenecían a los Pequeños Mokles.

¿Qué sucedió acá? Que fue Jesús quien vio a este hombre. De esta manera, mientras la gente vio en Leví a un pecador repugnante, Jesús vio a un hombre cambiado, capaz de escribir uno de los cuatro evangelios. Jesús no vio a un hombre sentado en medio de libros corruptos, sino a un hombre escribiendo la historia más bella. Mateo es uno de los más grandes historiadores bíblicos.

2. “… y le dijo: Sígueme” v. 27c. Si algo sabía un recaudador de impuestos es que no se les permitía entrar a la sinagoga para escuchar la enseñanza de la Palabra de Dios. Pero aquí está un rabino invitándole a seguirlo, y a escuchar sus palabras.  Por primera vez Leví está escuchando verdades que nunca había escuchado. En su vida profesional le habrían dicho que se encaminaba al infierno; y con esta idea vivió, pensando que era imposible que Dios lo cambiara. Él sabía que era un ladrón, y la gente estaría molesta porque Leví estaba en medio de ellos.  Entonces ¿qué hizo Jesús? pues todo lo contrario a lo que la gente pensaba. Estaba bien que Jesús sanara a un leproso, liberara a los endemoniados, sanara a los enfermos, pero invitar a un publicano seguirlo, eso era una locura. Pero más lo fue para Leví al ser llamado como seguidor de Cristo. A Jesús no le importó que Leví era un pecador miserable. Él sólo quiere que lo siga. La palabra “notó”, Eteo, significa mirar fijamente.  Jesús fijó sus ojos en él y tuvo una cita divina con él.  Allí estaba sentado en su pequeña choza, y a lo mejor nadie había venido para saludarle, pero Jesús vino y lo llamó. ¿Ve la diferencia?

3. “Y dejándolo todo, se levantó y le siguió” (v. 27d). Este texto merece nuestra especial atención. Más adelante, el mismo Lucas 9:57 al 62, Jesús invitó a otros para que le siguieran, pero todos presentaron excusas. El primero vino para seguir a Jesús, pero oyó que las zorras y las aves tenían donde vivir, pero el Hijo del Hombre “no tenía donde recostar su cabeza” v. 58 Otro dijo que le iba a seguir, pero primero debería enterrar a su padre v. 59. Y otro le dijo que lo iba a seguir, pero primero tenía que despedirse de los de su casa v. 60.  Para cada uno de ellos, Jesús tuvo una palabra de premura, de urgencia, pero todos presentaron una excusa. ¿Somos nosotros distintos a ellos?  Pero vea a Leví, quien frente al llamado dejó todo, se le levantó y siguió. ¿Qué hace que un hombre deje todos sus negocios, bienes mundanos, riquezas y poder, levantarse inmediatamente para comenzar a seguir a Jesús? La respuesta es “el poder de Su Palabra”. ¡La Palabra de Cristo! No siempre los “seguidores” de Cristo lo dejan todo. De hecho, aun siendo creyentes todavía seguimos con cosas de la vida vieja. Seguimos a Cristo, pero todavía “cobramos impuestos”. Pensemos en esto. Algunos de los discípulos podían volver a pescar, y lo hicieron. Pero Leví no regresaría a su oficio después de un cambio tan drástico de su oficio. ¿Qué renunciaría usted para seguir a Jesús?

II.                 SOLO LOS ENFERMOS NECESITAN SANIDAD

1. La crítica “¿por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?” v. 30b. La frase “comer y beber” sugiere un encuentro profundamente personal. En los días de Jesús, comer y beber con alguien, o compartir una comida con alguien, era una manera de demostrar un tipo especial de unidad con otra persona. Pero, ¿quién desearía tener comunión con “publicanos y pecadores?”. El mejor calificativo para llamar a estos hombres era el “cerdo o perro”. Por cuando su oficio era impuro y corrupto, ellos eran comparados con esos animales impuros para los judíos. No todos están contentos cuando invitas a Jesús en la “mesa de la gracia”.   Siempre habrá “escribas y fariseos” alrededor de tu vida quienes, creyéndose mejores que los demás te criticarán por tu nuevo estilo de vida. Uno de los textos más hermosos de la Biblia aparece en 2 Corintios 5:21. La belleza de ese texto es la aprender que somos perdonados no en base a lo que hemos hecho, sino en base a quién conocemos y lo que Él ha hecho por nosotros. ¿Por qué Jesús come con pecadores como nosotros? Porque para Él todos los hombres son dignos de misericordia y candidatos para alcanzar su gracia. Hay gente “respetable” que menosprecian a quienes no son igual a ellos.

2. Los sanos no necesitan los médicos v. 31. Si alguien sabía de este dicho era Lucas, porque él era médico. Los mejores clientes de los médicos son los enfermos. Nadie le hace una visita a aun médico de cortesía a menos que sea un familiar o un amigo.  Cuando vayamos al cielo los médicos no tendrán más trabajo, ni tampoco los pastores. Sin embargo, aquí en la tierra necesitamos ambas ocupaciones. Necesitamos a quienes cuidan de nuestros cuerpos físicos y también a quienes cuidan de nuestras almas. En esta metáfora Jesús es representado como el “Médico del Alma”, y los “publicanos y pecadores” son los enfermos necesitados de su medicina; ellos eran parte del “hospital” de ese tiempo, porque los enfermos acudían a Él en masa. ¿Cuál es el significado de esta declaración de Jesús como respuesta a los fariseos?  Que hay gente quienes abiertamente le van a decir: “yo no necesito oír ningún mensaje de la Biblia, porque estoy bien como estoy”. A la gente que piensa así le decimos: Esta reunión es solo para pecadores. Esta iglesia es solo para pecadores, no entre si no se siente así. Jesús sabía que los fariseos ocultaban una peor enfermedad llamada hipocresía. Para los que se creen no necesitar de nada, vea lo que dice Apocalipsis 3:17.

3. Llamado para pecadores arrepentidos v. 32. Una manera de parafrasear este texto sería: “No estoy interesados en ustedes, porque han establecido su propia justicia, pero sí en los pecadores, porque ellos, al sentirse enfermos, buscan la sanidad a través del arrepentimiento”. Existen personas que se niegan ser pacientes porque se consideran sanos. De esta manera, ellos rechazarán la necesidad de un médico. Hay tanta soberbia en muchos corazones para quienes la gracia salvadora ofrecida por la cruz es rechaza, y por eso no sienten la necesidad de un médico. El predicador Spurgeon, hablando de este texto, en uno de sus muy conocidos sermones para llamar al arrepentimiento, dijo: “!Oh hombre, el alma más pobre que tiembla a los pies de Cristo está en un estado más esperanzado que tú, con toda tu moralidad y toda tu alardeada rectitud! ¡Tu único derecho a Cristo reside en tu necesidad de Cristo! Pero, según la descripción que haces de ti mismo, evidentemente no sientes que lo necesites. ¡Muy bien, entonces, no tienes ningún derecho a Él y si permaneces como estás, ciertamente perecerás en tu pecado!”. Una y otra vez Jesús habló del arrepentimiento para curar al pecado, la mayor y más terrible enfermedad.

III.               SOLO LOS PERDONADOS CELEBRAN SU LIBERTAD 

1. Un banquete con un invitado de honor v. 29ª.  Leví debió tener muchos banquetes en su casa, porque era un hombre con dinero para esas celebraciones. Pero les aseguro que en tales fiestas nunca habría tenido a judíos comunes, porque ellos le odiaban, en consecuencia, sus invitados deberían ser gente de su propio oficio como él. Pero en esta fiesta, Leví tiene un invitado de honor, y debió “echar la casa por la ventana” con su presencia. Se trababa de Jesús, el hombre que lo había cambiado, y por su gratitud ahora lo trae a su casa, y Jesús no tiene reparo en estar en ese lugar, porque Él había venido a buscar y a salvar lo que se había perdido. El gozo de Levi debió rebosar y llenar aquella casa. Se trata de tener a Jesús en su propia casa. La invitación de Leví nos indica que Jesús debe ser el centro de la celebración en la “mesa de la gracia”. Su presencia es lo que hace que el banquete sea un lugar de gozo y de celebración. ¿Y acaso no debiera ser esta la experiencia constante? Cuando Cristo transforma una vida, Él debiera ser siempre el centro de la celebración. Hay algunas “fiestas” con bailes, bebidas y canciones donde le aseguro que usted no invitaría a Jesús. Pero en la mesa de mi corazón, Cristo debe ser siempre mi invitado de honor. No sabemos si Levi celebró otro banquete para Jesús, pero aquel fue hecho por gratitud.

2. Un banquete con invitados sin honor v. 29b.  Esta acción con este banque, convirtiendo a Leví en un seguidor de Jesucristo, debió llamarse “la mesa de la misericordia” porque los invitados a mesa fueron publicanos y marginados por la sociedad. Leví nos recuerda lo qué debe hacer inmediatamente un nuevo creyente. Tan pronto como conocemos a Cristo debemos estar listos para invitar a nuestros amigos a ser parte de la bendición encontrada. Bien podemos hablar de invitar a nuestros amigos al “banquete de la misericordia”. Pero ¿quiénes eran los invitados de Levi al banquete preparado? Pues sus mismos amigos de oficio: “publicanos y pecados”, como los habían calificado los fariseos. Este es un cuadro interesante, y con una revelación sorprendente. Cuando un artista se convierte, ellos hablan de su cambio a sus colegas, por lo menos he estado viendo eso últimamente. ¿Se imagina a un homosexual transformado haciendo un banquete para quienes viven en esa misma condición para hablarles de Cristo? ¿Se imagina una campaña evangelística con gente como esta? Leví nos ha mostrado lo que debiera hacer un nuevo creyente tan pronto sabe que el Señor lo ha llamado: traer a sus amigos para conocer a Jesús.

Aplicación: No se concibe a un discípulo sin hablar de Aquel quien lo ha cambiado. Si usted es creyente, y casi nadie lo sabe, usted se avergüenza del evangelio, y no ha entendido lo que dijo Pablo, quien después de su conversión dijo: “No me avergüenzo del evangelio…” (Romanos 1:16).

CONCLUSIÓN: Entre todas las palabras dichas por Jesús en este texto, estas son extraordinarias: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”. En un mundo donde se nos dice que debemos ser perfectos, tenerlo todo bajo control, ser fuertes y autosuficientes, este mensaje es un bálsamo para nuestras almas. Jesús no te está diciendo que debes tener todo resuelto, o ser perfecto para seguirle. Es todo lo contrario, es por ser débiles y pecadores que, aun así, Él nos ama y nos acepta tal como somos. Jesús no vino a condenarnos por nuestros pecados, como la sociedad de su tiempo condenó a Levi el publicano. Jesús vino a salvar lo que se había perdido. Él vino para fortalecernos en nuestras flaquezas. No vino a buscar a los que se consideran justos, sino a los que reconocen su necesidad de Él. De esta manera, si te sientes pecador, si te sientes como alguien que no es digno de amor y aceptación, si te sientes como alguien que no puede hacerlo todo solo, entonces estas en el lugar correcto, porque este sitio es “solo para pecadores”. Y aquí está Jesús llamándote, buscándote, esperándote. ¡Déjalo todo, y síguelo! Eso es arrepentimiento.

  Julio Ruiz es pastor de la Iglesia Bautista, Ambiente de Gracia, ubicada en la 5424 Ox Rd. Fairfax Station, VA 22039 Tel. 571-251-6590 (pastorjulioruiz55@gmail.com)