Job: 5:19

TESTIMONIO DE VIDA
A la semana siguiente, me llamó el mismo Gustavo, diciéndome que ya había salido de la crisis, y que estaba dispuesto a firmar el documento, por la buena fe que me inspiraba mi amigo y la señora que me visitó, accedí a redactar el documento con la fecha y la hora exacta en que iba a estar presente en el hospital, ingresando a la habitación del enfermo, ellos dos, quedándome yo afuera.
Posteriormente con el paso de los días se completó la firma del documento, donde estampaba su firma mi hermana Xochilt y Teresita, la secretaria de un buen amigo, que me había dado lugar en su despacho Jurídico. Quien merece unos párrafos especiales, dedicados a ella, pues era la secretaria de mi amigo, Carlos Escalante, quien me permitió usar su oficina, a lo largo de tres años, sin devengar ni un cinco.
Al cabo de algunos años, la señora Ana Luz, me llama al teléfono, diciéndome que le urgía reunirse conmigo, y era para contarme que la familia de su ex compañero de vida, la demandaba por nulidad de testamento y que le asesorara, sobre a qué abogado darle su representación, ante lo cual, no dude ni un tan solo instante y pensé en mi amigo Rene. Iniciando un largo camino de calvario y de sufrimiento, que duro meses, y años.
Por una parte, estaba la familia del causante que ponía en duda la legalidad de la firma del fallecido, entre los cuales estaba un viceministro de defensa, lo que representaba obviamente una dosis grande de poder y de influencia.
Recuerdo que confié mucho en el hombre, en mi amigo, pero cada vez veía que iba avanzando más y más un monstruo enorme llamado proceso en mi contra, de mi hermana y de Teresita, con una enorme dosis de dificultad a la hora de intentar coincidir sobre hechos, fechas y momentos, pues en realidad nunca entramos al lugar, si en realidad y definitivamente no se falsificó la firma, si es cierto, no se cumplió con los cánones formales que señala la ley y aún más después que la secretaria de mi amigo, no tenía en buena lid conmigo.
Y esa confianza se iba desmoronando, conforme como piezas de un domino, puestos en fila, formando una extraña figura de muerte, de derrota alrededor mío, se iban cayendo, pero ahora confirmo algo de una manera muy rotunda, que Dios tiene todo bajo su control y que sus caminos, sus pensamientos no son los nuestros y que todo lo que nos sucede, nos viene a bien.
VENTANA DE ESPERANZA
Pues esa aflicción enorme, que generaba el hecho que los Recursos de impugnación a Resoluciones Judiciales contrarias a mis intereses, no surtían efecto, y en ese momento, se abre una ventana de esperanza, que luego significó una puerta y al final una mejor vida, y era el Reino de Dios.
Mi Sobrinito Davisito, se fue a vivir con nosotros, por problemas en su casa, donde me ponía en contradicción con mi hermana, Xochilt, una razón más por la que sentirme mal, y un día lunes por la noche, acompañamos a mi mamá a una iglesia en “La Garita”, predicaba una señora, la hermana “Evelyn”, y recuerdo bien, a pesar que eso fue hace algunos años, que su meditación giraba alrededor de lo que es la prueba, etapas de la prueba, para saber si estábamos a punto de salir o no, de la prueba.
En ese momento sentí encontrarme en el lugar indicado, y decidimos los tres quedarnos ahí, por nuestro propio bien, pues teníamos una larga lista de problemas, pruebas y tribulaciones de todo tipo, y yo cargaba la mayor de todas, ese proceso legal en mi contra.
Para esa fecha, mi novia era una fiscal, con la que tuve planes serios de matrimonio y sirvió como una pieza exacta que me llevó de nuevo a mi reencuentro con la mayor y más preciosa verdad en mi vida: “el Señor Jesús me ama”, ya para ese entonces, mi profesión la ejercía de forma liberal, tenía mucho trabajo.
Gracias a Dios, dejé el alcohol, la trasnochada, pero todavía quedaba un remanente maligno, el sexo y so pretexto del sexo, fui tan feliz con ella, y el resto del día que la situación se volvía un problema tras otro, mi cuerpo, mi mente se resistía a darlo por finalizado, pensando en el monstruo que rondaba alrededor mío, el proceso legal.
Pero el Señor llama, de nosotros ha de ser atenderle, por nuestro propio bien, entre mis clientes, y amigas, conocí a alguien que hacia préstamos en los bancos, y me consiguió siete mil dólares, los cuales me sirvieron para terminar de ayudarle, por misericordia del Señor, a mi hermana Jackelin, en su carrera de medicina, un triunfo más de mi mamá, tener a sus tres hijos profesionales, contando únicamente con la ayuda fiel y poderosa de nuestro Señor.
LOS PROBLEMAS NO TERMINAN
Y cuando ese dinero se acabó, comenzaron más mis problemas con mi novia, el espacio iba siendo cada vez más reducido, no tenía margen de maniobra, yo que todo lo arreglaba con dinero y ese dinero me daba mal genio y soberbia, ahora ya no lo tenía y eso puso aún más en cuesta arriba llevar una relación difícil por su propia naturaleza, a toda costa.
Era tan difícil la situación que en dos oportunidades, pensé en quitarme la vida y en una, un sábado, que estaba solo, agarré un cuchillo y me lo puse en mis muñecas, luego en mi cuello, gritaba, gritaba por ayuda, yo solo en mi habitación, clamándole al Señor, por ayuda, llorando a mares, desesperado, pues veía venir el juicio en mi contra.
Y de repente, de la nada, hoy sé que no fue de la nada, sino la mano de Dios, la que llevó a mi corazón, al centro de mi pecho, una extraña paz, ya no sentí miedo, me sentí seguro, ya no lloré, dejé el cuchillo en su lugar y salí rumbo a casa de mi novia, en autobús, pues a todo esto, me había quedado sin vehículo debido a que, por tercera vez en dos años, la caja automática quebró y se fundió.
Pienso por un momento, sin carro, sin dinero, porque mis clientes, cada vez eran menos y mi novia que exigía aún muchas cosas que yo no podía ya darle, la vida era difícil de sobrellevar, viendo de frente el enorme monstruo que amenazaba mi vida y la de mi familia, que era el proceso penal.
SERVIR A DIOS
Cuando sucede algo totalmente celestial, en la iglesia el pastor Giovanni, me sugiere entrar a servir en un ministerio conocido como “Pan y Chocolate”, que consistía en llevar comida a indigentes en la zona de “Fenadesal”, a lo que después de tres semanas de insistir, no mucho, pero si, de repetírmelo, cuando lo veía, accedí, y justo el domingo que decido servir, ese día mi vehículo es aplastado por otro carro, afuera de la iglesia.
Eso me confirmo, que alguien estaba enojado con mi servicio, pero más aún, que Dios me tenía preparada toda una vida en su reino; Comienzo a servirle y al cabo de algún tiempo, me quedo sin vehículo, con lo que me dije, hasta aquí llegué, no tengo carro, cómo voy a seguir sirviéndole al Señor sin vehículo.
Pero una vez más, como el abrazo calientito que me dio, aquella vez que tenía el cuchillo en mi mano, esta vez, ese abrazo cálido duro tres meses, en que mi garbo y soberbia fue reducida a la más mínima expresión y Dios tocó el corazón del pastor Giovanni al darme el liderazgo, junto a otro hermano, del ministerio de Evangelismo, extrañamente, cuando yo no tenía vehículo para trasladarme, pero entendí que era el Señor el que movía el corazón de los hermanos.
NOTIFICACIÓN JUDICIAL
Recibimos la última notificación judicial, donde el resultado es negativo y las cosas se ponen peor, pues va el expediente rumbo a la fiscalía y rumbo a la Corte, lo que representa proceso penal, contra testigos, notario y heredera y suspensión mía, como notario, ahí, fue más difícil todo.
Moralmente estaba decaído, pero me aferré más al Señor, recuerdo, que cada ministración de fe, eran torrenciales lágrimas que salían de mis ojos, lloraba como niño, implorándole al Señor su ayuda, luchaba tanto, que mi madre, sin saberlo, lo presentía, y me decía, entre noviembre y diciembre de dos mil siete, vos estás peleando por tu bendición y es que en realidad así era.
En una ocasión, para honra y gloria de mi Señor, recuerdo bien, orar y cantarle al Señor en mi habitación desde las tres hasta las seis de la mañana, como la pelea de Jacob con el Ángel de Dios, pero esas tres horas, que por cierto las sentí cortas, fueron de lágrimas y de clamor, y de llegarle al corazón de mi Señor.
Una tarde estoy con mi amigo René y una amiga suya, magistrada de la Corte, que se ofrece ayudarme, y me sugiere ir con ella a hablar con los demás compañeros de ella, los que conocerían del proceso, a lo que yo contesto: “no creo que el Señor permita una injusticia tan grande”, manifestando mi fe en el Señor y mi amigo decía, que en su religión, “mormona”, los milagros no existen, y yo en mi interior, me decía y repetía, que una razón más para que el Señor me conteste, para callar a aquellos que dicen que El no hace milagros, y se convirtió en una frase de batalla en mis oraciones de las tres de la mañana.
Este testimonio continuará en nuestra próxima edición
*José Rigoberto De Orellana Eduardo, es abogado y notario salvadoreño y predica la Palabra de Dios