Saturday, June 7, 2025
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¿Quién dice la gente que soy yo?

(LUCAS 9:18-21)

POR: REV. JULIO RUIZ*

  INTRODUCCIÓN:

Este pequeño texto se hace eco de la pregunta que vimos recientemente y que atormentaba al rey Herodes. A este hombre le preocupaban los informes que le llegaban de un hombre que recorría el campo sanando gente y realizando milagros asombrosos. Se aterraba al considerar la posibilidad de quién pudiera ser esa persona. ¿Era un profeta? ¿Era Elías que venía? ¿O, la peor de sus pesadillas, era la reaparición de Juan el Bautista, a quien había ejecutado? Pero ahora es Jesús quien hace la pregunta, porque al final Él necesitaba saber la opinión de los apóstoles si estaban seguros de que Él era el Mesías prometido. Pensemos en el contexto de esta pregunta. Jesús la hizo mientras se acercaba a la cruz y deseaba saber si los discípulos estaban convencidos de quién era Él. Para Jesús, el concepto que los discípulos tuvieran acerca de Él determinaba si su misión había logrado su propósito o simplemente fracasaría. La pregunta también fue hecha en uno de los lugares más importantes, como lo fue la región de Cesarea de Filipo. ¿Por qué Jesús la hizo en ese lugar? Porque, según la historia, en esa región estaban los templos de los dioses sirios de Baal, y se creía que era el lugar del dios Pan, el dios de la naturaleza. Además, las leyendas de los dioses de Grecia se concentraban en torno a Cesarea de Filipo, y fue en ese lugar donde se construyó un gran templo de mármol blanco dedicado a la divinidad del césar por Herodes el Grande. La pregunta de Jesús iba más allá de escuchar una opinión. Allí se iba a definir quién era el verdadero Dios y Señor de la vida. Veamos por qué Jesús hizo la presente pregunta.

I.             PARA SABER LA OPINIÓN DE LOS DE AFUERA

1. “Algunos dicen que eres Juan el Bautista” v. 14.  A quien primero mencionaron fue a Juan el Bautista. ¿Por qué a él? Porque ellos recordaron quién fue ese profeta, y entre ellos había discípulos que ahora siguen a Jesús. El nombre más mencionado entre la gente es el del último de los profetas.  El hombre vestido con pelo de camello estaba en el ambiente era un tema para hablar. Y ellos recordaban la manera cómo el Bautista murió decapitado por Herodes por denunciar el pecado; eso no era un secreto. Sin embargo, si bien Jesús podía encarnar algunas de las características de su predecesor, por su ímpetu y vehemencia en comunicar el mensaje del cielo, Juan solo preparó a los hombres para recibir el reino de Dios en su corazón; de hecho, ese fue el mensaje: “arrepentíos y convertíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Pero el reino de los cielos traído por Cristo para el mundo fue hecho a través de su ministerio, muerte y resurrección. Como lo expresa Daniel Carro en su comentario de Mateo: “Juan se paró en los umbrales del reino, pero Jesús fue la puerta por medio de la cual los hombres entran en el reino” (Daniel Carro et al., Comentario bı́blico mundo hispano Mateo, 1. ed. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 1993–), 220.

2. “Algunos dicen que eres Elías” v. 14b.  La profecía de Malaquías 4:5 estaba en el ambiente. La creencia era que llegaría el día cuando Dios enviaría al profeta Elías de regreso a Israel para preparar el camino para la venida del Mesías. Esta profecía se cumplió en la vida de Juan el Bautista, a quien llamaron el “Elías resucitado”.  Esa era una opinión muy conocida, pero Jesús era más que Elías; era parecido, pero no era el Mesías. Notemos algo.  Ciertamente ambos hombres eran poderosos en la oración. Elías oró por un muerto y lo resucitó, oró para que no lloviera y no llovió por tres años. Jesús también oró por los muertos y fueron resucitados, oró y reprendió a los vientos, y cesaron. Pero cuando los comparamos, notamos una gran diferencia. Elías tuvo sus propios logros, pero casi todos fueron en el campo físico, y hasta usando armas físicas (recordemos la muerte de los 400 profetas). Las conquistas de Cristo fueron espirituales. Mientras Elías derramó mucha sangre, Cristo puso su propia sangre para salvar a la humanidad. Elías al final mostró un carácter débil al huir de la malvada Jezabel, mientras que Cristo no temió morir, sino que enfrentó la cruz sin ninguna vacilación. Ciertamente Jesús no era Elías, aunque se parecía. 

3. “Algunos dicen que eres Jeremías” (14c). ¿Por qué Jeremías? La gente siguió pensando en la pregunta e iban comparando a Jesús con varios profetas. Me llama la atención que a Jesús no lo compararon con algunos de los grandes líderes de Israel, como el legislador Moisés, el conquistador Josué o el victorioso David. La comparación se hizo en relación con los profetas, por eso también se mencionó a Jeremías. Una comparación pudo ser por su amor y compasión. Tanto Jeremías como Cristo demostraron amor y compasión por su pueblo. Jeremías se lamentó por la destrucción de Jerusalén y su pueblo, mientras que Cristo lloró por la ciudad y su gente, deseando que se arrepintieran y creyeran en Él. También lo fue por la fidelidad y obediencia. Ambos personajes demostraron fidelidad y obediencia a Dios, incluso en medio de las pruebas y dificultades. Jeremías se mantuvo firme en su llamado profético, mientras que Cristo cumplió la voluntad de Dios Padre al dar su vida por la salvación de la humanidad. Jeremías profetizó el nuevo pacto (Jeremías 31:31). Pero Jesucristo lo cumplió derramando su sangre por todos nosotros (1 Corintios 11:25). Jeremías debió ser un profeta muy grande para ser comparado con Jesús.

II.            PARA SABER LA OPINIÓN DE LOS MÁS CERCANOS 

1. “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (v. 15). Las respuestas anteriores revelaban una válida opinión acerca de Jesús. Compararlo con esos grandes hombres de Dios no estuvo mal, pero Jesús desea saber algo más. Estaba bien la opinión externa, pero ¿cuál era la opinión de su grupo íntimo?

Desconocemos cómo reaccionaron todos en ese momento. Es posible que se produjo en algunos un silencio por instante, mientras todos pensaban en la respuesta que Jesús esperaba de ellos. ¿Se imaginan los pensamientos de Judas el traidor, de Judas el revolucionario, el matemático Felipe, el incrédulo Tomás, el administrador Mateo, el pensador Juan y el inquieto Pedro? Aquella pregunta parece haberles tomado por sorpresa. Sin embargo, si alguien deseaba saber la opinión de ellos era Jesús. Había trabajado tres años muy de cerca en su formación, y quería asegurarse de no haber perdido su tiempo. La opinión de ellos determinaría el futuro de su misión. Con esta pregunta, Jesús les está diciendo: “Me importa lo que la gente opine de mí, pero más me importa la opinión de ustedes”. Al final, eran ellos los que seguirían este ministerio en su ausencia, de allí su comprometedora pregunta: “¿quién decís que soy yo?”.

2. “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). Después de algún silencio entre todos, alguien debería tomar la palabra, y es allí donde interviene Pedro. La definición de Pedro era la correcta, la ajustada a la naturaleza de Jesús. Los tres evangelios nos dan su versión de la confesión de Pedro. Mateo nos dice: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Lo expresado por Marcos es más breve: “Tú eres el Cristo” (Marcos 8:29). Mientras que Lucas lo resume, diciendo: “Tú eres el Cristo de Dios” (Lucas 9:20). Todas estas versiones nos ayudan a ver la más grande confesión hecha a la persona de Cristo. Por un lado, Pedro habla de Cristo (el Mesías esperado). La palabra “Cristo” también traduce “ungido”, por lo tanto, Jesucristo fue reconocido de esta manera, y así comenzó su ministerio (Lucas 4:18).  Jesús era más que un profeta; Él era el esperado por todos, el Mesías en hebreo, y Cristo en griego. Pero, sobre todo, para Pedro, Jesús era “el Hijo del Dios viviente”. Hay un solo Dios que es el “viviente” y hay un solo Hijo de ese Dios, el Cristo. Esta confesión marcaría un antes y un después debido a la misión redentora de Cristo. No sabemos lo que Cristo dijo de las otras opiniones, pero veamos cómo calificó esta respuesta.

                       III. PARA COMPROBAR  LA OPINIÓN DEL PADRE CELESTIAL 

 “No te lo reveló ni carne ni sangre, sino mi Padre…” (Mateo 18:17).    La calificación de Jesús llamando a Pedro “bienaventurado” fue una confirmación de lo que Él desea oír. Jesús era más que un Profeta, y esta confesión lo define más allá de ese oficio. La confesión de Pedro vino como una revelación divina, mas no de la carne. Y es bueno que esta confesión haya venido del cielo, porque Pedro en no pocas ocasiones se metió en problemas por los arranques rápidos de sus opiniones. Había algunas cosas con las que Pedro podía calificar a Jesús como el Mesías, pero también podía haber otras que no, sobre todo las expectativas de un mesías diferente. Pero en ese momento, Dios le contuvo de hablar por su propia cuenta, y puso en sus labios una palabra reveladora acerca del Mesías esperado por todos. ¿Qué significa esto?

Que esa confesión no era el resultado de una deducción natural y humana, de carne y sangre, sino que era por una revelación especial de Dios Padre. Fue un acto de gracia por parte de Dios. La confesión de Pedro fue como el producto de una fe que había venido formándose. Es una respuesta madura que brota del corazón como una verdad (una revelación). Me atrevería a pensar que Dios el Padre se aseguró en poner en los labios de Pedro las palabras correctas para decirle al mismo Jesús quién era Él para su Padre. Una vez escuchada esta confesión, la más grande de todas, Jesús siguió su camino a la cruz, porque al final Jesús sabía cuál era la voluntad de su Padre. 

                IV.  PARA CONOCER EL FUTURO DE LA IGLESIA

“Sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). Lo primero que vemos en Jesús es darle a Simón, hijo de Jonás, el nombre de Pedro ante la respuesta oída. Le dice: “Tú eres Pedro”. En el original griego, “Pétros” es Pedro y es la forma masculinizada del nombre femenino “petra”, que significa piedra o roca. Lo dicho por Jesús en los versículos 18-20 ha sido uno de los temas de más discusión en la historia del cristianismo, y su mala interpretación ha dado como origen la llamada “sucesión papal” en la figura del obispo de la Iglesia Católica. Cuando Jesús dijo “sobre esta roca edificaré mi iglesia”, no fue sobre la persona de Pedro, sino sobre la confesión que apenas terminaba de dar. Pedro no fue el fundador de la iglesia, ni el primer papa, porque fue el discípulo con más errores, después de Judas. La iglesia no se ha fundado sobre la persona de Pedro, sino sobre la persona de Cristo. Pablo dijo que Jesucristo es el fundamento de la iglesia. En Efesios 2:20, Pablo habla de Cristo como “la piedra angular”; y en 1 Corintios 3:11, Pablo habla de no poner otro fundamento del que ya está puesto, sino el de Cristo. Por supuesto que Pedro jugó un papel de líder en la iglesia del primer siglo, pero él no fue el primer “vicario” de la iglesia. Es la confesión de Pedro la que da origen a la iglesia, y ni aún el Hades prevalecerá contra ella.

          V.  LA OPINION QUE USTED DEBE DAR

Este finalmente es el corazón de este texto. La opinión de la gente fue dicha, la opinión de los apóstoles, y la opinión del Padre también, pero ahora la pregunta es ¿qué opinas tú de Jesús? Jesús dejó claro en ese lugar que él no solo era un buen profeta, o un Mesías salvador, sino también el Señor de la vida. Mucha de la gente seguía a Jesús por las señales hechas, por el pan que les había dado, y porque hacía enfurecer a los fariseos. Hoy pasa lo mismo. Muchos quieren a un Jesús “buena gente” para ser rescatados de las consecuencias eternas del pecado, pero allí no termina todo; parte del paquete incluye recibirlo como Señor de nuestras vidas. ¿Qué significa esto? Significa someterse al señorío de Cristo, entregar la dirección de la vida a él, arrepentirnos de nuestros pecados, cambiar nuestros planes, entregarnos incondicionalmente. Es estar preparados para acompañarlo hasta la cruz. Hay algo sorprendente en este mismo pasaje. El mismo Pedro que confesó quién era realmente Cristo fue el mismo que le dijo a Jesús que no muriera en la forma como pensaba. De esta manera, el mismo Cristo que lo llamó “bienaventurado” también lo llamó Satanás (Mateo 16:23). ¿Cuál es la opinión que tenemos de Jesús? Si él es mi Señor, ¿por qué no me rindo totalmente a él? Si él es el Señor, ¿por qué sigo viviendo una vida sin frutos y sin victoria?

CONCLUSIÓN: La respuesta a la pregunta de Jesús “¿quién dice la gente que soy yo?” determina el origen de todo. Jesús es la Palabra (el Verbo) por quien se creó el universo. Es el Dios soberano que rige los destinos mismos de su creación. Es el cumplimiento profético de todas las profecías previamente anunciadas, dando su vida por todos. Ahora es el Rey soberano y cabalga sobre los cielos con la inscripción “REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Apocalipsis 19:16). Tu respuesta a la pregunta hecha por Jesús determinará si Él será tu salvador, o será tu juez al final de tu vida. Tu decides hoy cuál será la respuesta a la presente pregunta de Jesús.

La pregunta del mensaje de hoy: ¿Qué importancia tiene la respuesta de Pedro “tú eres el Hijo del Dios viviente”  ante la pregunta de Jesús “qué dice la gente que soy yo?”

   Julio Ruiz es pastor de la Iglesia Bautista, Ambiente de Gracia, ubicada en la 5424 Ox Rd. Fairfax Station, VA 22039 Tel. 571-251-6590 (pastorjulioruiz55@gmail.com)

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