INMIGRACION
Ellos no eligieron migrar, ni supieron que al mudarse a Estados Unidos, lo hacían sin documentos legales. Tampoco sabían que al graduarse de la universidad, esa falta de documentos les haría imposible ejercer su profesión. Pero no se quedaron con los brazos cruzados, se unieron por su sueño e impulsaron uno de los mayores cambios en las leyes de ese país, su país.
Los dreamers o soñadores llegaron antes de los 15 años a Estados Unidos. Han podido ir a la universidad y graduarse con mención honorífica, pero como señaló el presidente Barack Obama, han vivido en “las sombras”: sin identificaciones, seguridad social o alguna vía para trabajar formalmente.
Según el Consejo Nacional de La Raza, son alrededor de 2.1 millones, todos unidos por “la necesidad de regularizar su situación migratoria, para poder seguir en el país, para poder tener el documento que dice que son estadounidenses, porque en todos los demás sentidos ya lo son”, dice Eileen Truax, autora del libro Dreamers.
“Ellos quieren entrar en la historia estadounidense”, reconoció Obama en uno de tantos actos en los que ha llamado a los legisladores a que aprueben la reforma inmigratoria, que la semana pasada fue enviada a la Cámara de Representantes tras la aprobación del Senado.
Una de ellas es Dulce Matuz, considerada como una de las 100 personas más influyentes del mundo en 2012 según la revista Time, y que llegó a EU cuando era adolescente. “(La reforma inmigratoria) es algo que debe ser una realidad, porque como estamos viviendo ahorita, sin ninguna reforma, la situación está peor”, dijo la también fundadora de la organización Arizona Dream Act Coalition (ADAC), con 80 integrantes.
El activismo que iniciaron estos jóvenes, primero de forma separada y luego unidos en una voz a través de redes sociales y organizaciones, se convirtió en uno de los impulsores de la reforma.
Historias detrás de un cambio
Desde 2001, los jóvenes indocumentados comenzaron sus esfuerzos por defenderse de las leyes antiinmigrantes que cada estado iba aprobando, algunas de ellas surgidas a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre.
Una de las reformas que más les afectaron fue la limitación para acceder a becas universitarias, que les permitieran costear las colegiaturas de entre 40,000 y 70,000 dólares anuales, dice Truax.
Comenzaron a crear grupos de debate para encontrar una vía legal para acceder a la educación. Uno de los primeros fue el grupo IDEA, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), y que fue replicándose en otros estados.
“Si tú eres un indocumentado, no tienes número de seguro social. Cuando quieres ir a la universidad no puedes acceder a los apoyos económicos o financiamientos, y por tanto probablemente no podrás ir a la universidad” según Truax.
Una de las acciones más importantes ocurrió en julio de 2010, cuando 21 jóvenes se presentaron ante el Capitolio para exponer que eran indocumentados y que estaban dispuestos a ser arrestados. “Empezamos a entender que una de las armas más poderosas que tenemos son nuestras historias; que los congresistas querían que nos quedáramos callados, porque no se querían ver mal en deportar a una persona que es estudiante”, dice Matuz.
El logro de la Acción Diferida
En mayo de 2012, un grupo de 90 profesores universitarios dirigieron una carta a Obama, donde recalcaban que el mandatario tenía “autoridad ejecutiva” para detener las deportaciones. El 15 de junio, el mandatario firmó el decreto de Acción Diferida en el que concedía la permanencia legal de dos años a aquellos jóvenes que llegaron antes de los 16 años al país, estudiaban o se habían graduado, y no tenían antecedentes criminales. El gobierno ha recibido 515,000 solicitudes, de las que 498,000 han sido aprobadas, la mayoría de mexicanos. (Fuente: Darío Martínez Brooks, CNNMéxico)