La bondad de Dios

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EL EVANGELIO EN MARCHA

La bondad de Dios

Por: Claudio Freidzon

 

Texto: Salmo 73

INTRODUCCIÓN

La clase de hoy trata acerca de la experiencia crítica de uno de los salmistas más consagrados al Señor. Hoy hablaremos de Asaf quien era intérprete, compositor y director de los músicos de Israel, en los tiempos del rey David. Y este salmo es un testimonio de vida. Veremos cómo alguien tan consagrado como él, comenzó a deslizarse en su relación con Dios hasta quedar sumido en una profunda crisis de fe donde hasta estuvo a punto de alejarse del Señor y cómo Dios siempre muestra su eterno amor y bondad aún a pesar de nuestras debilidades.

 

DESARROLLO

A veces muchos cristianos también son tentados a abandonar la fe, en momentos difíciles. Es por eso que debemos tener especial cuidado y, aun en momentos de crisis, mantenernos tomados de la mano de Jesús, guardando nuestro corazón. Tal como en la parábola del sembrador donde algunas de las semillas terminan por secarse al dejar que los problemas de la vida las agobien y las separen de su destino.

Este Salmo 73 de Asaf, nos cuenta la experiencia de este hombre de Dios, que a causa de las presiones, comenzó a compararse y terminó creyendo que era lo mismo vivir con Dios que sin él. Empezó a verse mal, aún intentando dar siempre lo mejor de sí y, en su opinión creer que a los demás todo les resultaba mucho más simple.  Comenzó a dudar de la bondad de Dios y esto  poco a poco, lo fue alejando de Él.

 

Las comparaciones nunca dejan buen saldo

Entonces, el primer problema que tenemos que destacar es que Asaf le dio lugar a la comparación y esto le trajo confusión. Creyó que era lo mismo tener fe que no tenerla.

Si bien sabemos que el compararse no nos lleva a buenas conclusiones, tenemos que tener especial atención cuando nos estamos fijando demasiado en lo que tiene el otro y en lo que me falta a mí, porque estamos a un paso de caer en pecado. Si me siento desfavorecido puedo caer en la envidia, la competencia o la tristeza y la auto conmiseración, por nombrar algunos. Y claro está que si, por el contrario, me siento superior a la otra persona, termino por darle lugar a la soberbia, la vanagloria, el orgullo y demás.

En conclusión, no te compares con nadie. Lo importante es ser fiel a Dios y recibir lo que tiene para ti. Lo del otro, es para el otro; mientras que lo que tiene para ti está hecho a tu medida. Pedro, en un momento se comparó con Juan; pero Jesús (San Juan 21:18-22) supo aclararle que cada uno corre su propia carrera.

En el versículo 13 de este salmo 73, vemos que Asaf cayó en tal confusión que hasta creyó que el tiempo invertido en el Señor había sido en vano. ¡Qué triste conclusión! Pues hay una enorme diferencia entres ser un hijo de Dios y no serlo.

Cuando pasamos una crisis, tenemos dos opciones: o vamos corriendo a Jesús y nos refugiamos en sus brazos sabiendo que aunque ahora estemos mal, llegará el día donde la prueba pase; o bien, por el contrario, podemos alejarnos y tratar de manejar la situación, enfriando nuestra relación con Dios y sosteniéndonos únicamente por nuestras propias fuerzas.

En Isaías 32 vemos que hay diferentes tipos de pruebas. Aquí el profeta ilustra algunas de las situaciones difíciles que podemos llegar a atravesar los cristianos:

 

  Pruebas prolongadas. El viento simboliza aquellas circunstancias que tienen un carácter extendido en el tiempo. Es cuando uno convive con esa prueba y no llega a una fácil resolución. Esto trae dolor y agotamiento. Sin embargo, Jesús es nuestro escondedero en medio de esas situaciones prolongadas. Tal vez no puedes evitar que el viento sople, pero Él es quien está entre la prueba y tu corazón para que los efectos negativos no te destruyan, hasta que veas la salida.

 

Situaciones inesperadas. Los turbiones son temporales repentinos de agua y viento que aunque son de corta duración, producen mucho daño. Demuestra esas circunstancias graves que llegan de repente, sin avisar. Aquí también Jesús es nuestro refugio, que nos da paz y quien puede sanar nuestras heridas.

 

  Áreas sin fruto. Aquí en las Escrituras, Isaías afirma que el Señor es como arroyos de aguas en tierras de sequedad. La tierra seca es tierra sin fruto, sin victoria. Lo que hace la diferencia es justamente el agua. Dios es quien puede hacer reverdecer tu vida, no solo con tus habilidades, sino con el obrar de su Espíritu Santo (Zacarías 4:6b). No te resignes a tener áreas secas, puesto que Dios te anuncia que Él será como arroyos para traer vida y bendición a cada parte de tu existencia! Asimismo, vemos en  Isaías 54:1-3 donde, dirigiéndose al pueblo de Israel, el mensaje ejemplifica a una mujer desechada, descartada por no poder cumplir con, lo que en ese momento, era su misión primaria. Allí en la derrota es cuando Dios te dice que cantes, que te alegres porque Él traerá el milagro en su tiempo. Y no tan solo regocijarse sino también dar un paso de fe ¡Es tiempo de prepararte para la bendición que Dios está por derramar sobre ti! No le pongas límites porque conforme a tu fe, te será hecho!

 

  El cansancio del camino. El profeta también declara que el Mesías sería como sombra de gran peñasco en tierra calurosa. Tal como un peregrino, agotado del desierto, ve en el horizonte una gran roca que produce sombra y se prepara para llegar allí y obtener descanso y renuevo, Jesús quiere que te acerques a sus brazos para darte alivio. No vivas agobiado por el desierto, más bien permite que el Señor te acompañe en el camino y te guíe en cada paso para que puedas enfrentar así toda circunstancia con la victoria de Dios

CONCLUSIÓN

Entonces, cuando llegue la crisis, ¿qué vas a hacer? ¿Le vas a dar lugar a las comparaciones? ¿O cuando estés agotado y te sientas sin fruto, vas a oír esa voz que te dice que ya nada tiene sentido? No, muy por el contrario, busca el arroyo, entra en el santuario (verso 17), tal como lo hizo Asaf y allí entenderás la verdad.

El buscar a Dios trae consuelo, guía y esperanza. Si tenemos al Señor, entonces lo tenemos todo. Si leemos el salmo a partir del versículo 23 veremos como Asaf pudo encontrarse con la repuesta de Dios. Tuvo un nuevo encuentro con el Todopoderoso y supo que ya nada era más importante que Él. Aunque su entorno no había cambiado aún, el Señor le había cambiado la mirada, el corazón. Eso es lo que Dios quiere hacer en tu vida.

Él no está lejos ni es indiferente a tu situación. Afirma tus pies sobre la roca, deja de lado toda comparación y verás como a su tiempo, Dios cambiará tu valle de lágrimas en tierra de fruto! (Fuente:www.claudiofreidzon.com)