EL EVANGELIO EN MARCHA
Por: Enrique Monterroza
Jesús nunca dijo: “Vengan en pos de mi que el camino será muy pero muy fácil”. Al contrario siempre nos previno que el camino no será fácil pero que Él siempre iba a estar con nosotros, que no había nada que temer si Él estaba de nuestro lado.
Jesús dijo lo siguiente: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mateo 7:13-14 (Reina-Valera 1960).
La realidad es que a veces sentimos que ya no podemos transitar más por este camino angosto, sentimos que las fuerzas se nos acaban, que nuestro ánimo mengua, que las circunstancias que nos rodean cada vez se ponen más en nuestra contra y a veces llegamos a meditar en el hecho de rendirnos.
Pero hay algo que nunca nos deja que nos rindamos y es el Espíritu Santo de Dios en nuestra vida, quien nos redarguye, quien nos fortalece en medio de la batalla y nos hace sentir que Dios no nos abandona por muy difícil que el panorama se ponga.
Personalmente llevo andando en este camino más de la mitad de mi existencia, claro que ha habido momentos en los que he sentido que ya no puedo más, otros momentos en los que he estado a punto de rendirme, otros en los que me he cansado de luchar con lo mismo y no ver resultados favorables, sin embargo, en cada momento en el que me he querido rendir, siempre Dios me ha sorprendido con su presencia.
Siempre Él me ha hecho sentir que no estoy solo y que no he sido llamado a rendirme ni a retroceder. Es en esos momentos en donde recuerdo que desde un inicio sabía que esto no sería fácil, pero también recuerdo que soy más que vencedor, que aunque las cosas parezcan mal, al final todo estará bien, que aunque todo se ponga en mi contra, al final Dios me dará la victoria.
Por eso lucho cada día, por eso sigo transitando en este camino angosto, porque a pesar de mis muchos errores y tropiezos, a pensar de que las circunstancias la gran mayoría de veces no estén a mi favor, sé que al final Dios cumplirá su propósito en mi.
Por eso no me rindo, porque sé que Dios no ha terminado conmigo, porque sé que Él todavía tiene algo que hacer en mi vida y que Él no ha dictado la última palabra.
El camino puede ser angosto y difícil, pero mi Dios me acompaña y hasta en ocasiones me carga en sus brazos cuando ve que por más que intento no puedo, eso y más me emociona y me alienta para ponerme nuevamente de pie y seguir transitando por este camino angosto, pero que al final me llevará a la vida.
Yo no elegí a Dios, Él me eligió a mi (Juan 15:16), por lo tanto no voy a defraudarlo, voy a luchar cada día de mi existencia para seguir transitando por este camino, porque al final me espera una eternidad junta a Él en donde no habrá más llanto ni dolor. (Apocalipsis 21:4) ¡No te des por vencido! ¡Sigue transitando por este camino angosto!