EL EVANGELIO EN MARCHA
Casi todas las disciplinas deportivas que forman parte de los juegos olímpicos tienen su origen en alguna anécdota o hecho histórico. Este es el caso del maratón, el cual fue tomado en cuenta oficialmente en la versión de Atenas 1896 basándose en una vieja leyenda.
En el año 490 A.C, el ejército Persa invadió Grecia con el afán de tomar todo el territorio que tenían. Sin duda la pequeña península estaba aislada y expuesta. Al reunir a los hombres más fuertes notaron que en proporción estaban en desventaja, aun así los enviaron al campo de batalla, pero se barajaba la opción de hacer: alianzas con algunos países vecinos para obtener ayuda.
Tras varios días de guerra los Griegos terminaron ganando, de inmediato se llamó a un mensajero llamado Filípides a quien le encargaron dar las buenas noticias a la capital Ateniense para evitar que sus autoridades avanzar en las negociación con otras naciones. En aquel tiempo las alianzas bélicas se negociaban en base a la entrega de territorio, animales, pero también mujeres y niños como esclavos.
El atleta corrió casi 250 Km desde el campo de batalla sin detenerse, pero a su llegada solo alcanzó a decir “ganamos”, exhaló su último aliento y cayó muerto.
Aunque no existe ninguna documentación que respalde esta historia, fue suficiente para dar origen a una nueva carrera de resistencia para ser incluida en los juegos olímpicos.
En la actualidad aún se usan mensajeros en el campo de batalla, muchos soldados tienen la misión de llevar una noticia a pie de un pelotón a otro aunque eso implique exponer sus propias vidas. Pero sin duda no son los únicos que mueren llevando mensajes. Muchos misioneros que llevan el evangelio mueren todos los días en lugares desconocidos por una sola razón. Hablar de Jesús y su sacrificio en la cruz del calvario.
Quizás con menos peligrosidad y con más facilidades, hoy en día muchos de nosotros podemos hablar del mensaje de salvación con plena libertad la cual es garantizada por nuestros gobernantes y sus leyes. La libertad de expresión y toda clase de herramientas jurídicas, abren las puertas para la propagación del mensaje del Evangelio.
Pero el problema más que en las libertades o prohibiciones se encuentra en la falta de intención y disposición para predicar el Evangelio.
Filípides como cualquier soldado de guerra, tenía conciencia de los peligros a los que se exponía cuando llevó su mensaje, pero aun así lo hizo. De igual manera, los misioneros saben que podrían perder sus vidas al viajar a un país extranjero, pero aun así tienen la valentía de hacerlo.
Tras su resurrección Jesús hablando con sus discípulos, amigos y seguidores, les encomendó una sola comisión la cual sigue en vigor. Mateo 28:19 dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.”
Tomemos el ejemplo de Filípides quien no descansó hasta llevar su mensaje aunque esto le costó la vida. Quizás quien lo necesita es tu vecino, tu amigo o colega de trabajo, tu compañero de estudios o quizás tus propios familiares.
¿Lo has intentado pero nadie te escucha? No te rindas, cambia de métodos, usa nuevas fórmulas, habla con quien quiera escuchar y actúa de acuerdo a la Biblia, recuerda que muchos te está observando. El mensaje debe ser enviado hasta que exhalemos el último aliento. (Por: Héctor Colque, CVCLAVOZ)